La delgada línea entre el artista innovador y el puto friqui

Gangnam style
Desde hace bien poco martillea nuestras cabezas un nuevo ritmillo musical al que su autor vino a llamar ‘Gangnam Style‘, un tema del rapero surcoreano conocido como PSY. Esta canción ha roto todos los moldes en lo que a cultura musical internetera se refiere: quinientos millones de visitas en el Tubo y Record Guiness al mayor número de megustas, con nada más y nada menos que 2,6 millones en sólo dos meses (ahora lleva ya más de cuatro millones), superando, vaya usted a saber por qué, al mismísimo ‘Baby’ del Justin Bieber ese de los cojones.
Gangnam style, de PSY
¿Cómo es esto posible? ¿Qué tiene el ‘Gangnam Style’? La primera apreciación tras un visionado inicial del clip es que el coreano este se va a convertir en otro friqui digital al más puro estilo Delfín Hasta el Fin, La Tigresa del Oriente o Wendy Sulca, o, por qué no decirlo, a las joyas nacionales patrias del tipo Tamara o Leonardo Dantés (¿cómo es posible que esta gente tenga entrada en la Wikipedia?). Pero esto no va a ocurrir, y tú lo sabes. Veamos un ejemplo del amigo Delfín y sus compis y comparémoslo con el vídeo anterior. Es una canción alabando las bondades del pueblo israelí, que ya tiene cojones la cosa, aunque no seré yo el que me meta ahora en el conflicto político palestino-israelí, que esta entrada no va de eso.
Israel, Israel, qué potito es Israel
Es evidente que nuestros ojos nos juegan una mala pasada desde el minuto cero. La vista es un sentido bastante básico que se limita a enfocar, captar, recoger y enviar al cerebro, y es este último el que se encarga de dilucidar lo registrado. Nuestro primer impulso, después de aguantar tanto friqui por la Red, es el de etiquetar de carne de galería de los horrores al coreano y a su endemoniado baile, pero no comprendemos por qué coño no podemos parar de mover nuestro pie al son la tonadilla y por qué no se nos borra esa estúpida sonrisa de la boca. ¿Qué clase de magia negra es esta?
La magia no existe más allá de lo que nuestras débiles mentes quieran creer. Park Jae-Sang, el tal caballero que se hace llamar PSY, es un artista surcoreano de 35 años, cantante, rapero, bailarín, compositor y productor. Habla inglés perfectamente, pues residió en Estados Unidos muchos años. Durante ese tiempo, estudió música en la Universidad de Boston y en la Escuela de Música de Berklee. Presume de una carrera musical de más de diez años en la que ha publicado 6 discos. En su país es poco más que un Dios de los videoclips humorísticos y las actuaciones cachondas. Vamos, que no es ningún mindundi, y, aunque parezca que no, eso se nota. Escuchándole hablar en cualquiera de las intervenciones que se pueden encontrar por ahí, desde luego no parece precisamente un retrasado mental al que le han grabado un clip para que la gente se descojone de él. Ni muchísimo menos.
El ritmo de ‘Gangnam Style’ es muy pegadizo, y esto no es casualidad, pues está perfectamente estudiado para que así lo sea. Mezcla diversos estilos que, aunque a su autor no le satisfaga el apelativo, están encuadrados en lo que se conoce como K-Pop, un género musical que incluye música dance electrónica, rap, rock, pop occidental, R&B, y otros, y que se refiere específicamente a la música popular de Corea del Sur. Como sabemos, en estas cuestiones los paises asiáticos van bastante por detrás que el resto del mundo, y lo que a ellos les mola ahora es lo que se llevaba aquí en los ochenta. Sin embargo, esta gente se pone al día cagando chiribitas, porque la cultura hoy, vía Internet, es inmediata y global, así que dan a luz perlas ingeniosas como esta.
Si volvemos sobre la comparanza de los dos vídeos anteriores, es inevitable comentar la calidad del clip de PSY en contraposición con el del avechucho ese del Delfín (and company). Este vídeo no ha costado cuatro pesetas precisamente, las coreografías están muy bien ensayadas, los escenarios, los efectos especiales (muchos humorísticos a posta), el atrezo, las bailarinas y bailarines, el vestuario y etcétera no han costado cuatro pesetas. ¡Hasta las coreanas que aparecen están buenas, hombre! Es un vídeo muy trabajado y muy bien producido. No en vano, el tío es un ídolo en su tierra y, aunque los demás no entendamos ni papa de coreano, el efecto de absorción es máximo. Hoy todas las discotecas, bares y pub del mundo occidental pinchan el ‘Gangnam Style’, y la gente lo baila como si le fuera la vida en ello; es la canción del momento, no hay duda.
Expertos como Luke Seoul, director de artistas y de repertorio de Sony Music Korea, aseguran que su éxito se debe «a su potente vídeo, su singularidad, su ritmo pegadizo y su estilo rompedor». En opinión de Ángel Carrión, jefe de producto de Universal Music Spain (sello que tiene los derechos de PSY en España), que tal combinación resulte irresistible no deja de ser curioso, teniendo en cuenta que casi ningún occidental conoce la lengua coreana. «Posiblemente se trate de la clave del éxito: el factor exótico, el atractivo de lo desconocido. Todo ello unido a que, en el fondo, se trata de una propuesta muy visual«, apunta. Extremadamente visual, apostillaría yo.
‘Gangnam Style’ se ha convertido en todo un movimiento. Decenas de vídeos en Internet parodian el tema, realizan versiones, muestran flahsmob espontáneos y la gente los adora como a dioses indios. La corriente incluso ha superado el férreo control informativo de la vecina Corea del Norte, lo que ha provocado que el Ministerio de Defensa surcoreano se esté planteando la posibilidad de utilizar la cultura K-Pop como instrumento para desmoralizar a las tropas norcoreanas, según el diario conservador Chosun Ilbo (estos a su ritmo y con el rollo de siempre).
Todo un lujo musical que, sí, durará cuatro días, pero que en sus primeros momentos ha hecho que el álbum que lo contiene genere unas ganancias de 360 millones de dólares, amén de otros 760 por su venta en formato MP3. El videoclip, además, ha recaudado ya 40 millones de dólares más, y la decena de firmas que lo han elegido para su publicidad han pagado cada una entre 400 y 500 millones. ¿La efímera gallina de los huevos de oro? Para mí la querría yo, en pepitoria.
El dorado disco de las Voyager: una botella en el océano con un probable mal desenlace

Sonidos de la Tierra
Ambas sondas tenían la misión de estudiar Júpiter y Saturno pero, tras dar un paseo por allá, los científicos de la NASA decidieron dejarlas seguir su viaje a ver hasta dónde son capaces de llegar. Llevan baterías de plutonio, concretamente generadores termoeléctricos de radioisótopos (RTG), que convierten el calor de la desintegración radiactiva del plutonio en electricidad. Esto les permitirá operar y enviar datos a la Tierra hasta, aproximadamente, un momento entre los años 2025 y 2030.
Porque sí, las Voyager siguen enviando mediciones, datos y fotografías vía radio desde donde se encuentran. Pero claro, al hallarse a 18.000 millones de kilómetros de nuestro planeta, esos datos tardan 17 horas, minuto arriba minuto abajo, en llegar. Que para estar tan a tomar por culo, la verdad, me parece bastante rápido.
Que ambas sondas gemelas estén a 18.000 millones de kilómetros de la Tierra significa que son los objetos creados por el ser humano más distantes o alejados de nuestro mundo. ¿Más lejos, incluso, que Australia? Más, mucho más. Eso quiere decir que se encuentran ya muy cerca de lo que los astrónomos conocen como frente de choque de terminación, esto es, es límite final de la heliosfera, o región espacial que se encuentra bajo la influencia del viento solar y de su campo magnético; que viene a ser nuestro sistema solar, hasta la órbita de Plutón, y un poco más. Sobrepasado este punto, el Sol ya no tiene influencia magnética sobre los objetos, el viento solar se detiene y se entra en una zona interestelar desconocida para el hombre.
Cuando la Voyager 1 traspase ese límite, si no lo ha hecho ya, los datos que recibamos de ella pueden ser esclarecedores para conocer más acerca del Universo y lo que hay más allá. Ello, claro está, si la sonda no es capturada por una nave de condición alienígena con luces girando a todo meter y hombrecitos verdes en el interior. Y por si esto sucediera, las Voyager van equipadas con un curioso elemento: un disco de gramófono (que cuando lo enviaron no existía el deuvedé) bañado en oro y que lleva registrados numerosos saludos, imágenes y sonidos terrestres a modo de cápsula del tiempo o botella en un océano de estrellas. Si algún extraterrestre, más o menos avispado (tipo E.T.), encontrara aquello, se supone que podría descifrarlo y ponerse en contacto con nosotros para, por ejemplo, aniquilarnos. Muy buena idea, sí señor.
El disco en cuestión contiene una primera sección de audio con un saludo en inglés de la Secretaría General de la ONU, una segunda sección con saludos en 55 idiomas y una tercera que incluye otros saludos en varios idiomas, incluyendo 4 idiomas adicionales que no se encuentran en la segunda pista de audio. Es lo que se conoce como «Sonidos de la Tierra».

Disco de las Voyager; Cara A
Por otro lado, el repertorio también incluye sonidos de nuestro planeta, como el del viento, rayos, volcanes, un perro, latidos de corazón, coches, código Morse o besos, y una sección de música de diferentes culturas en la, desgraciadamente, no se ha incluido a Camela.
En lo que al registro de imágenes se refiere, contiene una colección de 116 fotografías que muestran las diferentes formas de vida en la Tierra y la sociedad humana (estructuras de ADN, un feto, un grupo de niños, dunas de arena, un cocodrilo, un recolector de uvas, un museo, la página de un libro, un tren, etcétera).
Pero lo más curioso de todo es la cubierta del disco, es decir, la parte opuesta a las pistas de audio e imagen (fotografía siguiente). Está repleta de símbolos prácticamente indescifrables para un humano medio, sin embargo se cree que los extraterrestres son mucho más listos que nosotros por lo que, si no lo encuentra el tonto de la tribu y directamente se lo come, en un abrir y cerrar de ojos cualquier foráneo mil millones de años más avanzado que un terrícola resuelve la ecuación y viene y nos aniquila, por capullos.

Disco de las Voyager; Cara B
La verdad es que la explicación a tal diagrama es bastante rebuscada, pero existe y tiene su cierta lógica. El primero de los símbolos (Diagrama 1
) es un círculo que representa al propio disco dorado en sí, con su agujerito central para colocarlo en el tocadiscos. Los segmentos verticales y horizontales que envuelven la circunferencia especifican, codificada en binario, la velocidad adecuada de rotación del disco para que se escuche convenientemente, esto es, 3’6 segundos por vuelta. Los palotes verticales son unos binarios (1
) y las rayitas horizontales son ceros (0
). Lo más cachondo es que, además, la velocidad está expresada en 0,70 × 10-9
segundos, o sea casualmente el periodo de tiempo asociado con la vibración molecular del átomo de hidrógeno en su estado fundamental o más bajo. Vamos, como para entenderlo de un sólo vistazo.

Diagrama 1
Asimismo, esta imagen muestra también la posición correcta de la cabeza lectora para comenzar la reproducción del disco correctamente. Es lógico especificar esto porque es más que posible que los marcianos de más allá de Marte sean todos zurdos por naturaleza genética y tengan las agujas de sus giradiscos al revés.
Si consideramos este dibujo como una vista en alzado del disco de oro, lo que hay justo debajo es la vista en planta, con su disco y su cabezal. En la parte inferior, y también en formato binario ocupando el radio del disco, está precisada la duración total de una cara de grabación (una única grabada), que se corresponde con una hora aproximadamente. Vamos, que toda esta primera sección del gráfico es el manual de instrucciones del disco.

Diagrama 2
Lo que aparece a continución (Diagrama 2
), en esa misma columna izquierda pero en la zona inferior, es un diagrama que define la localización de nuestro Sol utilizando 14 púlsares de direcciones conocidas desde nuestra estrella. Los códigos binarios marcados sobre ellos determinan la frecuencia de los pulsos.
Por su lado, y ya en la columna de la derecha, disponemos de las instrucciones necesarias para decodificar la sección de imágenes que contiene el disco, cómo están registradas y cómo deben ser construidas desde las señales grabadas. La primera parte (Diagrama 3
) muestra la apariencia general en forma de onda de las imágenes de la grabación. Los códigos binarios inferiores que abarcan una longitud de onda se refieren al tiempo de muestreo o escaneo (aproximadamente unos 8 milisegundos). Debajo se muestran los momentos de disparo o desencadenado de la onda.

Diagrama 3
Por otra parte, y más abajo, aparecen dos rectángulos superpuestos (Diagrama 4
). El primero de ellos, el superior, muestra un fotograma de imagen indicando la dirección de barrido. Los códigos binarios del segmento superior especifican el tiempo entre escaneos, con un total de 512 líneas verticales para cada fotografía completa. El rectángulo inferior representa la primera de las imágenes que contiene el disco (un círculo) si se procede a su correcto decodificado. No sé por qué me da a mí que los que diseñaron esto se había tragado las diez temporadas de ‘Stargate SG-1’ a golpe de temporada cada dos días.

Diagrama 4
Por último, y en la zona inferior del disco, aparecen un par de circunferencias unidas por un segmento (Diagrama 5
), que no es otra cosa que, como cualquiera ha podido imaginar, un diagrama que ilustra los dos estados más bajos del átomo de hidrógeno. Las líneas verticales con los puntos indican los momentos angulares intrínsecos (o spins) del protón y el electrón. El tiempo de transición de un momento al otro proporciona la referencia fundamental de registro utilizada en todos los demás diagramas de la cubierta del disco y las imágenes decodificadas. Algo evidente para cualquiera con un poco de chispa mental.

Diagrama 5
En fin, que como esto realmente lo encuentre una civilización extraterrestre algo más aventajada que nosotros pueden ocurrir dos cosas, a saber: la primera que lo descifren y vengan a aniquilarnos de inmediato y, la segunda, que no tengan ni repajolera idea de qué va todo este rollo, sigan las ondas de radio del aparato, nos descubran y nos aniquilen. Hombre, también pueden llegar en plan ‘Encuentros en la tercera fase’, con sus lucecitas y sus bocinazos, para establecer lazos entre culturas y todo ese rollo. Pero, como aseguraba no hace mucho Stephen Hawking, es «racional» asumir que hay vida fuera de la Tierra, pero lo más cabal es no intentar ponerse en contacto con ella, por lo que pueda pasar.
EEUU arrebata el récord de día caluroso a Libia

Récord de temperatura
¿Cómo es esto posible? Pues muy sencillo, porque la Organización Meteorológica Mundial (OMM), después de analizar y estudiar multitud de documentos sobre la época, ha llegado a la conclusión de que aquella medición libia no fue ejecutada con la debida rigurosidad.
Christopher Burt, miembro del comité de expertos de la OMM que ha llevado esta investigación, fue el primero en cuestionar la validez de la temperatura récord alcanzada en Libia. Tras un comentario sobre este tema en su blog, decidió probar la fiabilidad del dato. Hasta que lo consiguió. Según él mismo comenta, «la estación meteorológica se cambió de emplazamiento en tres ocasiones. En su primera ubicación (de 1913 a 1920) registró una temperatura máxima de 48 grados, mientras que en la segunda (de 1920 a 1926), cuando el termómetro se situó en la cima de una colina y sobre una base de asfalto, llegó a 58 grados. En la tercera de la ubicaciones (de 1927 a 1984), la máxima alcanzó los 50 grados».

Termómetro de máximas y mínimas
Según Burt, «la lectura del 13 de septiembre de 1922 es inconsistente con la de las estaciones situadas en localidades vecinas porque ese día ninguna había registrado una temperatura mayor de 32 grados. Se trata de una enorme anormalidad». Él achaca este fallo a la observación de un técnico novato, amén de la ubicación de la estación de medida y el material asfáltico del suelo. Parece ser que la caligrafía de la anotación de ese día era distinta a la de todos los anteriores y posteriores, por lo que deduce que un observador sin experiencia que sustituía al habitual había apuntado aquella temperatura. Además, parece ser que la persona que escribía no parecía tener muy claro en qué columna anotar la temperatura.
El instrumento utilizado en aquella época (conocido como termómetro de Six) consistía en una barra magnética que, propulsada por la dilatación del mercurio al subir por el termómetro, ascendía o descendía para marcar la temperatura. La medición correcta de este tipo de aparatos ha de hacerse observado el extremo inferior de la barra magnética, y no el superior que, a causa de su grosor, puede ofrecer un incremento de siete grados más. Casualmente, la medición anotada por este observador novato, difería siete grados exactos de la media de las estaciones vecinas.
En conclusión, y a instancias del comité de expertos formado por científicos de varios países (entre ellos Libia), se ha decidido otorgar el nuevo récord a aquella medición californiana de 56,7ºC. Medición que, por lo visto, está realizada correctamente.
Tecnología NFC para no mover un solo dedo

Chip NFC
NFC son las siglas anglosajonas para Comunicación a Corta Distancia (Near Field Communication), una tecnología de conexión inalámbrica que permite la transmisión instantánea de datos entre dispositivos a alta frecuencia y en corto alcance. El tema ya es antiguo, pero en los últimos años ha cobrado vida en diversos instrumentos de uso diario, sobre todo teléfonos celulares tipo smartphone, tarjetas de acceso, máquinas expendedoras, puntos de información y registradoras.
NFC está basada en la tecnología RFID, un sistema de almacenamiento y recepción de datos remotos que funciona mediante radiofrecuencia y que, personalmente, a éste que escribe no le gusta un pelo a causa de su comprometida seguridad. Sin embargo, los impulsores de NFC aseguran que el sistema está más que blindado y es tan seguro que están dispuestos a implementarlo ya, nada más y nada menos, para que realicemos pequeñas transacciones comerciales. ¡Uy, uy, uy! Yo no me fiaría mucho por el momento.
Los dispositivos que incluyen un chip NFC se comunican entre sí mediante la inducción de un campo magnético que emiten y reciben unas antenas en forma de anillo o espira. Están regidos por el estándar NFCIP-1, pueden alcanzar velocidades de transmisión de hasta 848 Kbps y trabajan en la banda de los 13,56 MHz, lo que propicia que no estén sujetos a ninguna restricción y que no sea necesaria ninguna licencia para utilizarlos (¿esto es bueno o malo?). El chip en sí es muy pequeñito (un cuadrado de 4 milímetros de lado), aunque la pegatina o el soporte que lo aloja se antoje de un tamaño mucho mayor, precisamente a cuenta de la antena que necesita. En la imagen de esta entrada, el NFC es el pequeño cudradito de la parte inferior; todo lo demás es antena.
Esta tecnología, al igual que su base RFID, puede trabajar en dos modos diferentes, a saber: pasivo y activo. En el modo pasivo, un aparato NFC receptor genera un campo electromagnético que reacciona con el chip NFC del emisor, produciendo que éste emita sus datos hacia el primero (llamado tag, o etiqueta). Sólo es necesario que disponga de energía el receptor. Este es el típico ejemplo de una tarjeta de control de acceso a una empresa (emisor pasivo) y una máquina canceladora que abre o no una portezuela en función del dato que reciba de la tarjeta (número de empleado, por ejemplo) y, por supuesto, que contrasta con una base de datos de trabajadores.
Por su parte, el modo activo requiere que ambas partes (receptor y emisor) dispongan de fuente de energía y generen sus propios campos magnéticos, básicamente porque, en realidad, ambos emiten y reciben datos. Un ejemplo real es el de algunos auriculares inalámbricos específicamente diseñados para teléfonos móviles. Cuando los campos de ambos chips entran en contacto a una distancia programada, automáticamente intercambian datos de conexión Bluetooth, como código de conexión y otros. Tanto teléfono como auriculares activan sus respectos sistema de Bluetooth, se conectan y se emparejan, sin necesidad de acción alguna por parte del usuario.
El modo activo (el más prometedor) permite, pues, enlazar dos instrumentos NFC entre sí con el fin de establecer una conexión mediante un protocolo particular, léase Bluetooth, Wi-Fi, irDA o lo que sea. NFC no está diseñado para anchos de banda amplios, pues sólo es capaz de transmitir pocos bytes en cada conexión, lo justo para compartir un código, un PIN, un valor clave, etcétera. En función de lo compartido, las diferentes máquinas (teléfonos, ordenadores, tabletas…) realizarán la misión para la que hayan sido programadas: abrir puertas, realizar transacciones, establecer otro tipo de conexiones o lo que se antoje.
Las aplicaciones reales de NFC son muy de cuento de hadas, pero resultan poco prácticas. Y no porque no sean prácticas en sí, sino porque la gente de a pie es muy reacia a utilizar según qué tecnologías, sobre todo cuando se usan para mover dinero de la cartera a otro lado (aunque sean micropagos). Desde comprar billetes de transporte con el teléfono, pagar en supermercados y otros establecimientos, utilizar manos libres de automóviles, acceder a museos y centros culturales, abrir y arrancar coches o sacar dinero de cajeros automáticos con tarjetas NFC sin necesidad de teclear PIN. Esta última se convirtió en una de las primeras quejas de los usuarios en lo que a seguridad de refiere. Y es que NFC no parece ser tan seguro como dicen.
Las comunicaciones cifradas de este estándar no resultan concluyentes. Todos sabemos que cualquier transmisión de datos inalámbrica puede ser interceptada y sometida a diversos algoritmos con el objeto de descodificarla, por lo que NFC está en el punto de mira de aquellos que promulgan que la escucha y la interceptación de datos es más que posible, así como los ataques de denegación de servicio u otros. Es más, expertos en la materia han demostrado ya que la seguridad de NFC es quebrantable bajo determinadas condiciones.
Cada vez son más los dispositivos que incluyen chips NFC en su interior, como un montón de móviles de todos los colores (Android, BlackBerry, Windows Phone, iOS y otros), auriculares y cascos para música, dispositivos de manos libres y hasta el próximo mando controlador de la futura consola de Nintendo Wii U.
En fin, un sistema del mañana que ya está aquí hoy, pero que nos costará implantar a fondo hasta pasado mañana con total seguridad. Tecnología para vagos que permite acercarse a una puerta y que se abra ella solita, porque mire usted que cansa ese agotador, despiadado e inhumano trabajo de tener que introducir una llave en una cerradura y girarla tres vueltas seguidas. ¿¡Tres vueltas!?, cruel hasta la depauperación, por el amor de Dios.
Hexspeak, el idioma friqui (uno más) de los programadores informáticos

0xDEADBEEF
-1
al número ilimitado de licencias de uso. Fue algo espontáneo, instintivo, mecánico: si 0
significaba que no tenías licencia para utilizar el programa, 1
que disponías de una sola y 2
que tenías dos, -1
fue mi elección para el número infinito de permisos de utilización; algo así como una puerta trasera para depurar la aplicación con cientos de instancias al tiempo o, también, una gracia o prebenda para con aquellos clientes que compraban mucho y pagaban bien.
Cualquiera que haya conocido a un programador informático podrá asegurar con total rotundidad que, efectivamente, estos tipos son muy raros. Hablan de códigos ininteligibles, de instrucciones, de sentencias, de bucles, de saltos y de condiciones. Es tal la inmersión léxica en la forma de dirigirse a un ordenador, que sus cerebros no son cúmulos de neuronas en sinapsis, sino millones de líneas de código ofuscado relacionadas entre sí por gigantescos diagramas de clase.
De esta especie de individuos nació aquello que se dio en llamar hexspeak, una suerte de lenguaje informático cachondo para designar identificadores únicos de memoria a la hora de depurar el código de diversas aplicaciones, sistemas operativos o, incluso, procesadores. El hexspeak es muy parecido al leet (1337
en leet), un idioma originado en las antiguas BBS que fue durante muchos años medio de conversación cotidiano de hackers y gurús de la Red, y que hoy, por extremadamente difundido, en considerado más propio de lamers y de newbies o noobs.
La particularidad de hexspeak es que, mientras que leet utiliza números, letras y símbolos para sustituir los caracteres de las distintas palabras, hexspeak se ciñe exclusivamente a la notación hexadecimal, la cual incluye los números del 0
al 9
y las letras mayúsculas de la A
a la F
, dieciséis dígitos en total (0123456789ABCDEF
). Esto restringe bastante las palabras que pueden ser formadas, por lo que el guiño satírico o el giro burlesco se hace necesario para crear términos inteligentes.
Con el 0
representando a la letra O
, el 1
a la L
, el 5
a la S
o el 6
a la G
, entre otros, las palabras que se inventan los informáticos vienen a ser valores mágicos de depuración, es decir, igual que los números mágicos que, de manera codificada, identifican a un tipo de archivo en su cabecera (como GIF89a
a los ficheros GIF, FF D8
a los JPEG o %PDF
a los PDF). En este caso, estos identificadores únicos son valores específicos que se escriben en memoria durante la asignación o la cancelación de asignación, de modo que, posteriormente, se pueda decidir si los datos alojados se han corrompido en el proceso o no.
Numéricamente los programadores prefieren los valores impares, por aquello de que los procesadores que no implementan direccionamiento de byte casquen cuando intenten utilizarlos como punteros. Además, estos valores deben ser elegidos lo más lejos posible de las direcciones de memoria de probable aparición, como las que pueden ocupar el propio código del programa, los datos estáticos, los datos de montículo (heap) o la pila. Por lo tanto, puesto que es muy poco probable (aunque no imposible) que un entero de 32 bits tenga un valor hexspeak bien formado, la aparición de un número así en un depurador o en un volcado de memoria indica, de manera casi segura, un error como un desbordamiento de búfer o una variable no inicializada.
Pero es que además, y como decíamos antes, el hexspeak lleva aparejado un jolgorio y una guasa inherentes propios del cachondeo más ingenioso de los desarrolladores informáticos. Y para muestra varios botones. Reproducimos, a continuación, algunos de los términos más famosos difundidos por los programadores de las más importantes compañías del mundo de la computación. Nótese que el prefijo 0x
es utilizado comúnmente en el mundo de la programación para designar que lo que sigue es un número en notación hexadecimal.
● 0x8BADF00D
(fonéticamente ate bad food), algo así como «comió mala comida» o «se alimentó mal». Utilizado por Apple en los informes de fallos de su sistema operativo iOS cuando una aplicación tarda demasiado en correr, terminar o responder a los eventos del sistema.
● 0xABADBABE
(a bad babe), traducido como «una chica mala». Lo utiliza también Apple como número mágico para el sector cero o área de arranque de un disco (Boot Zero Block).
● 0xBADDCAFE
(bad cafe), «mal café» o «café malo». Usado por OpenSolaris para designar la situación de memoria asignada pero no inicializada.
● 0xDEADBEEF
(dead beef), «carne muerta». Normalmente utilizado para indicar un fallo de software en sistemas embebidos. Originalmente se le dio el uso de marcar áreas de memoria recientemente asignadas pero todavía sin inicializar. Fue un término típico en sistemas IBM RS/6000, PowerPC 32-bit y Commodore Amiga.
● 0xDEADDEAD
(dead dead), literalmente «muerto muerto». Es el código de comprobación de errores que se muestra al ser invocada una Pantalla Azul de la Muerte (Blue Screen of Death) utilizado para obtener un volcado de memoria en sistemas basados en Windows NT.
● 0xDEFEC8ED
(defecated), «defecado». Es el número mágico para los volcados de memoria en OpenSolaris.
● 0xB16B00B5
(big boobs, ahí es nada), «tetas grandes». Requerido por el software de virtualización Hyper-V de Microsoft para ser utilizado por los clientes Linux como firma invitada. Menuda guasa tienen algunos.
● 0xFEE1DEAD
(feel dead), así como «me siento muerto». Usado como número mágico en las llamadas de reinicio de sistema de Linux.
● face:b00c
(facebook), pues eso. Se utiliza en la dirección de protocolo IPv6 para www.v6.facebook.com.
Estos términos, entre otros muchos, representan el habla hexspeak de los programadores, esos locos cuyas mentes forman un conjunto de bases de datos distribuidas, de modelo eventualmente consistente, que ríete tú de Cassandra.