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El viejo ‘BannerMania’ que hacía carteles (y hasta pancartas)
‘BannerMania‘ fue un software de diseño para MS-DOS que permitía dibujar carteles, pósteres, letreros, anuncios, tarjetas, pancartas y muchas cosas más. Editado en 1989 por Brøderbund Software, una compañía estadounidense que producía videojuegos, software educativo y herramientas de productividad de este estilo, fue desarrollado por los ingenieros informáticos Christopher Schardt y Dane Bigham. Se le recuerda como uno de los pelotazos informáticos de diseño de finales de los ochenta.
El programita, que cabía en un disquete de 31/2, era capaz de crear carteles y grandes pancartas en varias páginas, incluyendo 19 fuentes de texto distintas, 16 colores y hasta 34 efectos especiales. También permitía diseñar logotipos, anuncios, pegatinas, letreros y todo lo que nuestra imaginación pudiera crear, aceptando las limitaciones de la época.
Con diseños y estilos nunca vistos antes en un ordenador doméstico, incluía efectos tridimensionales y de sombras absolutamente sensacionales para el momento, ondas, perspectivas, formas, figuras, conjuntos de colores prdedefinidos y un largo etcétera. Además, traía más de 80 carteles prediseñados y era totalmente WYSIWYG —todo lo WYSIWYG que se podía ser en 1989—.
Los requisitos mínimos eran bastantes ajustados para aquel entonces: un equipo basado en un procesador 8o88 de Intel, 580 kB de memoria convencional libre, adaptador gráfico MDA, CGA, Hercules, TGA, EGA o VGA y sistema operativo MS-DOS 2.0 (o PC DOS 2.1). Existió después una versión para Mac OS y, también, otra para Apple II.
Junto con el ‘PrintMaster‘, también de Brøderbund Software (1986), ‘BannerMania’ fue uno de los grandes de la época, aquel primer programa de diseño con el que todos soñábamos y que se convirtió, por méritos propios, en el software gráfico por excelencia del ámbito doméstico.
Pixel tracking: cómo rastrean tu correo y cómo evitarlo
Es muy probable que nunca hayas oído hablar de empresas como Yeswear, Bananatag o Streak, sin embargo es casi seguro que ellas saben mucho acerca de ti. Concretamente conocen cuándo has abierto un correo electrónico enviado por uno de sus clientes, dónde te encuentras, qué tipo de dispositivo estás utilizando y si has hecho clic en un vínculo. Y todo ello sin tu conocimiento y sin tu consentimiento. ¿Cómo te quedas?
Ese tipo de mail tracking es más común de lo que piensas. Una extensión de Chrome, llamada UglyEmail, te muestra quién es culpable de hacerlo en tu bandeja de entrada. Sonny Tulyaganov, el creador de UglyEmail, dice que se inspiró para escribir el pequeño script cuando un amigo le habló sobre Streak, un servicio de seguimiento de correo electrónico cuya extensión de Chrome tiene más de 300.000 usuarios. Tulyaganov estaba consternado.
Streak permite a los usuarios rastrear correos electrónicos y ver cuándo, dónde y qué dispositivo se utiliza para abrir el mail. «Lo probé y me pareció muy preocupante, por lo que decidí ver quién es en realidad el que controla los mensajes de correo electrónico en mi bandeja de entrada. Una vez nació la idea, sólo bastaron un par de horas para que fuera una realidad».
La razón por la que fue tan fácil crear esta aplicación es porque el tipo de seguimiento que supervisa es, en sí mismo, un procedimiento muy sencillo. Los vendedores simplemente insertan una imagen transparente de 1 píxel × 1 píxel en un correo electrónico. Al abrir ese correo, la imagen se conecta con el servidor donde se originó (a través de la URL de su localización mediante, por ejemplo, PHP) extrayendo información como la hora, nuestra ubicación y el dispositivo que estamos usando. Es una confirmación de lectura con esteroides que no hemos aceptado.
El pixel tracking es una práctica extendida desde hace tiempo, y parece no haber nada remotamente ilegal al respecto; Google tiene incluso una página de soporte dedicada a orientar a los anunciantes a través de este proceso. Aunque eso no lo hace menos inquietante.
El uso de UglyEmail es tan simple como eficaz es el servicio. Una vez lo hayas instalado, el código identifica correos electrónicos que incluyen los píxeles de seguimiento de alguno de los tres servicios mencionados anteriormente. Aparecerán, pues, los mensajes en nuestra bandeja de entrada con un icono de un ojo junto al encabezado, de tal forma que nos permita saber que una vez hagamos clic, se alertará al remitente.
El pixel tracking no va a desaparecer en un corto plazo, y UglyEmail es una forma imperfecta de prevenirlo. Pero, aún así, ofrece una visión valiosa de las maquinaciones de marketing a las que estamos expuestos todos los días. Para asustar.
Anonize: la herramienta que hace de las encuestas anónimas verdaderamente anónimas
Al final de un semestre enseñando matemáticas, el profesor y experto en criptografía Rafael Pass entregó una pequeña encuesta de valoración del curso a sus alumnos, invitándoles a que la rellenaran de manera anónima. Al final de la clase, uno de sus alumnos más brillantes se quedó para hacerle una pregunta: «¿Era la encuesta verdaderamente anónima o podría cualquier profesor averiguar la identidad del encuestado?».
Como criptógrafo, Pass tuvo que confesar que no, que la encuesta no era criptográficamente anónima. Los estudiantes habían de confiar ciegamente en que la universidad no tendría acceso a su identificación.
En Internet, las encuestas anónimas no suelen ser realmente anónimas, según Pass. Para prevenir pucherazos o respuestas de spam, normalmente suelen requerir un identificador único, como una dirección de correo electrónico, por ejemplo. El anonimato de la encuesta depende totalmente del servicio y de quién lo ofrece.
Es por ello que Rafael Pass y su colega de universidad Abhi Shelat diseñaron hace unos meses una alternativa gratuita llamada Anonize (aún en fase beta), una web programada para realizar encuestas total y criptográficamente anónimas. Su sistema promete que los encuestados puedan decir lo que piensan con la seguridad de que es matemáticamente imposible para cualquier persona, incluso para aquellas que tienen acceso a los servidores de Anonize, identificarlos.
Anonize utiliza una serie de artimañas criptográficas para funcionar. Los encuestados descargan la app directamente a su smartphone, ésta genera una clave secreta derivada de la dirección de correo electrónico que nunca va a salir del dispositivo. Cuando un administrador genera una nueva encuesta, el servidor de Anonize crea una clave pública que se deduce de las direcciones de correo electrónico de todos los encuestados. Funciona de manera parecida a PGP.
Pero lo más importante, la serie de datos que las personas introducen como respuestas no ofrece ningún indicio de la dirección de correo electrónico real, puesto que la cadena de respuestas también incorpora la clave pública de la encuesta, que cambia con cada una de ellas para evitar que los creadores de las mismas se hagan con dichos correos electrónicos.
Pass y Shelat ya han hecho que Anonize esté disponible en la web y planean liberar el código en los próximos meses para que otros puedan utilizarlo para sus proyectos propios.
Cuando comprimíamos con ARJ en los noventa
No era el mejor empaquetador de archivos, ni el más eficiente, ni el más rápido, pero tenía una profusión de opciones y características que hacían de él el software de compresión más querido y utilizado por los retrofrikis de la era de MS-DOS del siglo pasado; lo que hoy llamarían los tecnocursis un must-have.
Desarrollado por un tal Robert K. Jung, ARJ (Archived by Robert Jung) tenía un amplio listado de comandos y parámetros que se podían utilizar para empaquetar ficheros y reducir su tamaño, algo que se hacía imprescindible en aquellos momentos de trapicheo de disquetes de 3½» y de módems que funcionaban a pedales en los albores de Intenet y en plena ebullición de las BBS. En la siguiente imagen se puede observar el listado de modificadores y comandos que tenía la versión 2.30 de 1992.
Una de las ventajas que tenía esta aplicación, es que permitía crear archivos comprimidos en varios volúmenes, es decir, en diversos ficheros partidos y relacionados entre sí. De esta manera, éramos capaces en aquel momento de partir un juego, un grupo de imágenes de chicas ligeras de ropa o un enorma plano de AutoCAD en muchos trozos, pudiendo especificar el tamaño de las partes para que cupiera cada una de ellas en un disco flexible. Y qué momentos aquellos de llegar a casa, descomprimir el conjunto y observar cómo fallaba el penúltimo disquete dando al traste con todo el trabajo y con nuestra completa paciencia.
Además de ello, los más avezados en el mundo del DOS de Microsoft, combinaban todas las capacidades de ARJ con sus conocimientos de comandos de archivos de proceso por lotes, los ya olvidados .BAT
, para generar auténticos y fabulosos programas de instalación para juegos o software propio, posibilitando incluso que el ordenador te fuera pidiendo los distintos discos, haciendo pausas, descomprimiendo y copiando al disco duro. ¡Toda una gran época de bricolaje y cacharreo informático!
ARJ también permitía al usuario alterar el nivel de compresión de un archivo, haciéndolo popular en redes de correo de paquetes pequeños como WWIVnet y HOGnet, que usaban opciones de compresión más bajas para aprovechar el empaquetado basado en módems (como MNP o v.42bis) y así reducir las facturas de las llamadas a larga distancia que, invariablemente, conllevaban la membresía en dichas redes.
Desde aquellos momentos noventeros, ARJ fue perdiendo poco a poco su liderazgo como compresor de archivos en favor de otros mejores, más potentes y más bonitos, sobre todo los basados en el extendido ZIP y en el propietario RAR. Sin embargo, aún está activo su sitio web, y se puede comprobar que sus últimas versiones datan de enero de 2012 y son la 2.86 para DOS y la 3.20 para Windows de 32 y 64 bits. Vamos, que sigue dando guerra desde las trincheras electrónicas.
Por cierto, existe una versión open-source de este compresor del año 2010. ¡Larga vida, pues, a ARJ!
Banksphere, el entorno de programación que hará que te suicides o que des con tus huesos en el frenopático
Banksphere es un entorno e-business de desarrollo de aplicaciones orientadas a sitios web de entidades bancarias; vamos, que no es un andar por casa de la programación informática, sino la meta de cualquier gurú desequilibrado que haya perdido sus facultades mentales y quiera acometer la «sencilla y amena tarea» de hacer los programas que manejan el dinero del resto de los ciudadanos.
Y no es que el tema bancario sea excesivamente complicado, que lo es (y mucho), sino que Banksphere parece complicarlo todavía un poco más, algo así como un valor aleatorio entre un seiscientos y un seis mil por cien, grosso modo.
El dudoso orgullo de ser la progenitora de esta plataforma lo tiene la empresa ISBAN (Ingeniería de Software Bancario), una compañía española que forma parte de la División de Tecnología y Operaciones del Grupo Santander, y que desarrolla este software y otros del estilo para su empresa matriz.
Surgido en el año 2002 y basado, entre otras cosas, en J2EE (o eso es lo que dicen, supuestamente), Banksphere consiste en un conjunto de herramientas utilizadas para dar soporte a la metodología de desarrollo e-business del Santander. Es una suerte de métodos y arquitecturas compuestos por herramientas de desarrollo y una plataforma de ejecución. Cubre absolutamente todo el proceso y metodología de desarrollo de una aplicación: funcionales, DDS, casos de uso, creación de maquetas, modelo lógico, modelo físico, despliegue y cambio de entorno.
Pero el problema principal de Banksphere es el odio visceral que despierta entre sus programadores por la complejidad del sistema, lo abstracto que resulta de manejar y el montón de problemas y errores que presenta. Dicen que el producto final son aplicaciones Java, pero no pueden ser tratadas como tales; la mayor parte de las veces, los usuarios terminan editando a mano oscuros ficheros XML no documentados; los numerosos cambios y parches aparecidos han obligado a deshacerse de código y a reprogramar funcionalidades; dicen los expertos que solo el documento que explica cómo hacer un Hola Mundo
tiene 80 páginas (aunque no existen manuales oficiales).
Todo esto, y mucho más, hacen de Banksphere una tortura. Algunas de la frases que se pueden recopilar de aquellos que lo han intentado evidencian toda un representación sobre lo que estamos hablando: «Debe de haber tres personas en el mundo que entiendan la arquitectura, el resto de los mortales se dedica a seguir una serie de truquillos para resolver todos los problemas«; «Solo ves pelotas de colores, las cuales mueves grácilmente por la pantalla, y arrastras mapeos que no sabes si son datos, objetos…» (haciendo clara referencia al módulo Vega, un componente para crear aplicaciones de forma visual con diagramas de estados y componentes varios); «No ves las conexiones a bases de datos, con lo cual, saber dónde estás apuntando y por qué tus datos no son iguales a los de tu compañero es realmente divertido e imposible al mismo tiempo«.
Otros enunciados de gente implicada son aún más esclarecedores: «Actualmente, mi salud mental ha mejorado y trabajo felizmente en Java»; «Llevo casi un año con una migración y te juro que un día de estos me suicido«; «Llevo unos cuantos meses en eso y es lo peor que he visto en mi vida«; «Soy arquitecto J2EE, domino XSLT, XML, Java, etcétera, pero esta mierda no hay quien la entienda«.
Banksphere cambió de nombre en el año 2008 para intentar escapar de aquella mala fama que se había creado. Desde entonces se están usando los nombres Alhambra y Partenón para identificar sistemas basados o relacionados con Banksphere. Y, realmente, parece que la cosa ha mejorado un poco (muy poco). En 2013, después de años de evolución y procesos de reingeniería, se dieron indicios de que el funcionamiento interno pudo haber mejorado, posiblemente debido al creciente respeto a los patrones de diseño y a los fiascos producidos años atrás en el proyecto).
Banksphere es una de las plataformas informáticas más criticadas en la comunidad de desarrollo, y mira que existen lenguajes esotéricos raros de cojones. Actualmente hay desplegadas más de 160 aplicaciones desarrolladas con Banksphere en los distintos bancos del Grupo Santander (la mayoría aplicaciones usadas en oficinas y en las intranets del Grupo). También, toda la arquitectura de call centers está desarrollada en esta plataforma.
En fin, un entorno que tiene su propia entrada en ingenio2010.com (una wiki que monitoriza las peores aplicaciones expuestas al público y documenta los desastres y sus principales responsables técnicos y políticos) y su entrada en la humorística Inciclopedia. Además, y como no podía ser de otra manera, también tiene su propia versión meme del vídeo del niño loco alemán (a continuación).