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¡Felicidades Retroactivos!
Son cinco años ya; madre mía, cinco años. Quién lo iba a decir.
Feliz japy merry cristmas, señores de RetroActivos. Y que haiga cinco años más por lo menos. Que los haiga, que los haiga.
‘Vintage’ no es una palabra francesa y no se pronuncia ‘vintash’
De una época a esta parte todo lo retro está volviendo para quedarse en nuestras vidas. Sin embargo, los sesenta los tenemos ya muy sobados, ahora la nostalgia proviene de los años ochenta. Regresan los peinados vaporosos, los vaqueros desgastados, las polainas, los calentadores de piernas y las zapatillas John Smith. Y también reaparecen los clásicos relojes Casio, los juegos de las consolas de 16 bit y las series televisivas en formato largometraje.
Lo retro ochentero se ha puesto de moda ahora porque es ahora el momento melancólico de los treintañeros, un intervalo de diez años en el que se pasa de la edad de la inocencia a la primera madurez tan poco deseada. Si lo llaman crisis de los cuarenta por algo será.
Sin embargo, la palabra retro es, a su vez, bastante antigua. Algo era retro hace diez años, cuando se añoraban los setenta, ahora lo que se lleva es vintage, que mola mucho más y suena a francés culto que te rilas. Tanto suena a francés (con esa terminación en «ge») que los repijautas que no se la quitan de la boca la pronuncian algo así como ‘vintash’. Y, por extensión y contagio, la mayoría del común del vulgo también.
A presentadores de televisión, vendedores, proveedores, personajes públicos e, incluso, a famosetes medio conocidos he oído yo pronunciar ‘vintash’, llenándoseles la boca de erudita sapiencia. Esto al menos, en España, que yo sepa.
Lo cierto es que vintage es una palabra inglesa de toda la vida, del inglés de Shakespeare de siempre, que significa cosecha o vendimia, en sus primeras acepciones como nombre, y añejo, clásico o de época en su sentido como adjetivo, que es el que más se ajusta a como nosotros lo utilizamos. Por lo tanto, vintage se pronuncia así como ‘vintich’ (/’vɪntɪdʒ/ en transcripción fonética), que no ‘vinteich’, como podría dar lugar a pensar.
La verdad es que vintage tiene su origen en el término francés vendange (que significa exclusivamente vendimia), aunque ambos provienen del latín vindemia (de vinum ‘vino’ + demere ‘sacar’). Sin embargo, vintage es inglés, y su significado de antiguo, retro o clásico es originario de este idioma.
He dicho.
El bundle de los cojones
Yo que soy muy mío, cuando no entiendo algo, suelo dejar que parloteen durante algunos minutos más, a ver si siguiendo el hilo de su soliloquio consigo adivinar de qué coño me están hablando. Y es que en el mundo de la informática va todo tan deprisa, que muchas veces aparecen artilugios o conceptos que la primera vez que los oyes te tiras de los pelos hasta que consigues adivinar qué pueden ser. Posteriormente se hacen como de tu familia y se quedan grabados a sangre y fuego en tu memoria.
El caso es que en esta ocasión no me pude contener y no tuve más salida que frenarla en seco, porque el bundle de las pelotas me sonaba tan cercano y a la vez tan distante que mi cerebro, a golpe de provocar repeticiones de la chiquilla, intentaba inferir su significado.
Por fin, y cuando le pregunté qué carajos era un bundle, la chica esbozó una sonrisa burlona que a través del teléfono no pude ver, pero que intuí perfectamente. Un bundle, caballero es un pack. Es que en mi empresa están un poco americanizados, sabe.
Tócate los cojones, resulta que el bundle del demonio no era ningún nuevo método de almacenamiento masivo ni ningún sistema interactivo de réplica de contenidos, sino un pack, un triste y simplón pack (en este caso de una impresora de tiques y un lector de código de barras). Vamos, que lo que hace años era un kit y luego pasó a ser un pack, ahora se llama bundle.
Nunca termino de entender completamente ese complejo que tenemos en España (y supongo que en otros países también) que hace que despreciemos de una manera vil nuestra lengua y sus vocablos en favor de anglicismos estúpidos y rimbombantes (que muchas veces terminan por ser aceptados por la RAE). Pero claro, es que ofrecerme un conjunto o un grupo de artículos en oferta no es cool ni fashion. Es mejor vender un puto bundle que suena a yankee doodle que te cagas y me va a entrar por los oídos como alta tecnología americana.
Somos lo más de lo más en cuestión de modernidad llamando pines a las insignias, cómics a los tebeos y tuppers a las fiambreras de plástico. Las cosas en inglés suenan mucho mejor, dónde va a parar.
Los calzoncillos se han convertido en slips, los aparcamientos en parkings y los representantes en mánager. No nos ofrecen un aperitivo, sino un cóctel; ya no vemos ningún tipo de programa televisivo, vemos magacines, reality shows y spots; y si comemos bacón creemos que nos engorda menos que la panceta ahumada. Aunque ya da igual engordar, en cualquier gym podemos encontrar clases de aeróbic, fitness, step y spinning. Por cierto, esto último es pedalear al ritmo de la música en una bicicleta estática de toda la vida. ¿Se imaginan un gimnasio que oferte «bicicleta estática a ritmo de música»? No va ni Dios. Pero si colocan un rótulo que diga spinning o indoor cycling, aquello se llena hasta la bandera. Qué paletos somos.
Pues yo lo siento mucho, pero mientras pueda utilizar las palabras de nuestro rico idioma (más rico y complejo que el inglés, que es una de las lenguas más fáciles y simples del mundo) lo seguiré haciendo. Y digo mientras pueda porque esta invasión es imparable y nos lleva a todos por delante como una riada. Desde luego que no hablaré de disco digital óptico si puedo decir deuvedé, pero un conjunto es un conjunto. Y se mete usted su bundle por donde le quepa, señorita. Do you know?
Cómo pasar de amar a odiar ‘Lost’ en un solo capítulo
NOTA PRELIMINAR: Esta entrada NO contiene spoilers sobre el final de ‘Perdidos’, aunque es posible que sí exista información sobre otros capítulos de la serie, sus personajes y sus características especiales.
Escribo estas líneas después de ver el último capítulo de ‘Perdidos‘ y sin leer absolutamente ninguna impresión sobre él en ningún blog, página web u otro medio, por lo que este es un post virgen y no contaminado; es sólo mi opinión personal. No me gusta para nada salirme del topic del blog, pero mis lectores saben que a veces no hay más remedio cuando la causa lo merece o el tema es interesante.
He quedado tremendamente decepcionado con el final de la serie. La primera temporada, abanderada por un capítulo piloto que no desmerecía nada frente a las grandes producciones hollywoodienses, fue impresionante. Una trama intrigante y emocionante, con personajes sólidamente encajados en la urdimbre y definidos a la perfección mediante flashbacks puntuales de sus vidas.
El resto de temporadas la cosa se complicó mucho, hasta llegar a un punto que entre flashbacks, flashforwards, flashsideways (algo totalmente novedoso), viajes en el tiempo y el propio argumento de la realidad presente, como te perdieras dos o tres capítulos ya no te enterabas de nada. Sin embargo, el guión era muy bueno y parecía estar completamente asentado e intrincado en la historia, de la cual los guionistas ya conocían su final y no hacían más que llevarnos, pasito a pasito, hasta el inexorable conocimiento. ¡Qué equivocados estábamos!
Una vez visto este último episodio se aprecia con total pureza que el guión no ha sido más que un «a ver cómo salimos del paso hoy». Nada de lo visto hasta ahora en seis años tiene sentido con un final tan predecible como increíblemente impredecible. A mi modo de ver no creo que nadie esperara un desenlace tan manido y tan sinsentido como el visto hoy. Vamos, que sólo les ha faltado mostrar una imagen de Jack Shephard despertando de una borrachera y argumentar que toda la serie ha sido un sueño del doctor.
Pienso que los productores de ‘Perdidos’ idearon una primera temporada con el objetivo de ver qué alcance tenía en el público la serie. Una vez observada la tremenda reacción que produjo en la audiencia y lo bien que cayó en el saco de la crítica, decidieron alargar, como en una lenta agonía, una trama que no podía sostenerse de otra manera que de la forma más absurda posible. Y eso teniendo en cuenta que, en un principio, se dijo que ninguno de los sucesos ocurridos tendría una explicación fuera del ámbito científico. Menos mal.
Volviendo la vista atrás, una vez terminada la serie, observamos que nada ha valido la pena. ¿Qué oscuros secretos de la isla ansiábamos desvelar? ¿Secretos? ¿Qué isla? Me temo que nos vamos a quedar con las ganas, aunque ya ni ganas tenemos, porque con el recurso final utilizado todo puede tener la interpretación que a cada cual se le ocurra. Algunos dirán que no son tan importantes los secretos individuales como la experiencia vital de los protagonistas. Pues vale, pues me alegro.
Ya dan igual los números chungos, el humo negro, los contactos de Jacob con los personajes a lo largo de su historia, Los Otros, la Iniciativa Dharma, los osos polares, los problemas de embarazo, la historia de Ilana o de Annie, los caballos misteriosos, la estatua o por qué es Desmond inmune a los pulsos electromagnéticos. Todo da igual porque nada ha sido realmente.
Ha representado la manera más formidablemente estúpida de cargarse lo que parecía la madre del cordero de las series televisivas, aunque no es la primera vez que su cocreador J. J. Abrams perpetra algo así, pues ya lo hizo con ‘Felicity‘. No se puede improvisar durante seis años, capítulo a capítulo, sin saber dónde o cómo va a terminar todo, sin tener una línea argumental robusta. El ingenio que demostraban los guionistas para unir sucesos en el tiempo, cruzando historias del pasado que tienen consecuencias en el futuro, ha sido desacreditado de un brochazo al no saber resolver con coherencia los misterios engendrados. Es como si alguien te hace un truco con naipes y después te dice que no hay ningún truco real, que «es magia».
Lo único que se desveló en el penúltimo capítulo, a modo de «somos cojonudos, sabemos unir principio y final», fue la muerte de la madrastra de Jacob y su hermano, cuyo enterramiento es el que encuentra el doctor Shephard en la primera temporada. Además nos ponen ahí fogonazos de las imágenes antiguas por si se nos había pasado por alto. Chapuza.
La bola de nieve de absurdidades que habían creado, haciéndonos creer que todo tiene un porqué, había crecido tanto que han tenido que tomar la puerta falsa, haciendo mutis por el foro. No me extraña que los responsables de la serie hayan comentado que no tienen intención de hacer ninguna declaración posterior al capítulo final y que piensan retirarse del mundanal ruido durante una buena temporada.
No voy a decir que me sienta engañado, porque nadie me ha obligado a seguir la serie, pero sí me siento desilusionado. Esperaba mucho más de ‘Lost’, pero nos ha demostrado que sólo era un castillo de humo (negro) construido sobre la nada y que, como la nada, se ha esfumado. Mención especial aparte al pésimo sistema de subtítulos de Cuatro, que cuando no estaban desincronizados, se cortaban o, simplemente, no aparecían. Sí, ya sé que ha sido algo a la carrera, pero es un tema que deberían tener más que controlado.
Los misterios que supuestamente se revelarán en los DVD de esta sexta temporada se los pueden ahorrar. Ya nada tiene sentido. Un truño de final en toda regla. Igual yo soy uno de esos que no entienden los finales metafísicos inteligentes, o quizás no me he enterado de nada en todo este tiempo, pero desde luego la serie que comencé a ver no se corresponde con la de este final. No sé, ¿a vosotros qué os ha parecido?
Happy new year!
¡Feliz año nuevo a todos! Que este inminente 2010 nos traiga felicidad, salud y amor, y a poder ser también una Xbox 360, un iPhone 3GS y un Sony Vaio VGN-AW31M/H. Y que por lo menos lleguemos a ver la última temporada de Perdidos, después ya se puede acabar el mundo (pero poquito).