Complementa tu Kindle de Amazon con los accesorios de MicroCubo

MicroCubo

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Seguramente, si te decides a adquirir un eBook o libro electrónico habrás optado por examinar muy de cerca el Amazon Kindle, uno de los más publicitados, con mayor calidad de lectura, ligero, de batería duradera y a muy buen precio. Sin embargo, el Kindle viene desnudo, tal cual, sin ningún tipo de accesorio extra.

Para estos menesteres entra en juego la web MicroCubo, un sitio que se dedica a importar y a distribuir al cliente final, eliminando la mayoría de los intermediarios y consiguiendo unos precios más que competitivos en su nicho de mercado. Sus dos grandes bazas son los precios muy económicos y la gratuidad de los gastos de envío siempre.

En MicroCubo encontrarás todo tipo de artículos electrónicos, informáticos y gadgets, desde cables y adaptadores hasta repuestos para consolas de videojuegos, pasando por consumibles, accesorios para teléfonos tipo smartphone o navegadores GPS para tu vehículo.

Hoy nos vamos a centrar exclusivamente en los accesorios Amazon Kindle, donde te toparás con varios agregados que harán de tu Kindle más duradero a base de fundas de transporte y protectores de pantalla.

Por poner algunos ejemplos, encontrarás la funda Kindle, especialmente diseñada en piel para el Kindle 4. Elegante, en color negro, dispone de un discreto clip para cerrarla, dejando libres los botones de página de los laterales. A 12,00 €.

También el protector Kindle, una película plástica de alta durabilidad que protege la pantalla contra arañazos, rayones y otros daños. Sencilla de colocar (incluye un pequeño trapo con el que limpiar la superficie de la pantalla para no dejar motas ni burbujas) y muy fácil de retirar en el futuro. Por el increíble precio de 2,13 €.

Por último, la funda rosa Kindle, de piel y con acabado en un rosa ideal de la muerte para todas aquellas féminas (machotes también, por qué no) que quieran presumir de Kindle megafashion. Por la módica cantidad de 9,96 €.

Para finalizar, comentar que en MegaCubo hacen suculentas ofertas por la compra de varias unidades de productos, por lo que puedes llegar a conseguir unos precios increíbles a golpe de clic.

teknoPLOF! INTO alt-tab #5

teknoPLOF! INTO alt-tab

teknoPLOF! INTO alt-tab

teknoPLOF! en alt-tab publica su quinta entrada. Hoy nos centramos en el Thermaltake Level 10 M, un ratón especialmente diseñado para los jugones más extremos de la gamesfera.

Su diseño, su ergonomicidad, sus lucecitas, botones personalizables y su carcasa basculante hacen de él un periférico ideal para darle caña a los títulos lúdicos más exigentes.

El post, vía alt-tab, aquí: http://alt-tab.com.ar/el-raton-extremo-para-gamers-extremos/

Frases con historia (XVI)

La lotería es un impuesto que grava a las personas que no conocen las matemáticas.

Robert A. Heinlein, fallecido escritor estadounidense de ciencia ficción.

Reventando contraseñas guardadas con Google Chrome

Contraseñas con Chrome

Contraseñas con Chrome

Mira que a mí nunca me ha gustado eso de marcar la casillita de verificación para almacenar nombres de usuario y contraseñas en local, y parece que el tiempo me da la razón. Es una opción muy típica de sitios web en los que tienes que hacer login para acceder a tu cuenta de usuario y, además, en la mayor parte de ellos suele venir activada por defecto. Me refiero, claro está, a ese tick que contienen los formularios que dice algo así como «recordar mis datos», «guardar datos de acceso» o algo parecido.

Afortunadamente, cada vez menos sitios web incluyen la verificación de marras en sus formularios de inicio de sesión, sin embargo, desafortunadamente, no hace falta que lo hagan, porque son los navegadores, de manera predeterminada, los que se encargan de preguntarnos a ver si deseamos almacenar los datos para que, en futuros accesos, no tengamos que volverlos a escribir. Es el caso del famoso autocompletado para nombres de usuario y contraseña en Internet Explorer o del guardado automático de contraseñas en Google Chrome.

Y en este último nos vamos a centrar; primero porque trae ese almacenado automático activado de serie en forma de pregunta cada vez que hacemos login en un formulario de acceso y, segundo, porque dispone de una característica denominada «Inspeccionar elemento» que es una herramienta para desarrolladores que permite depurar el código de una página web en tiempo de ejecución.

La ventana Herramientas para desarrolladores que despliega Chrome en la zona inferior al utilizar dicha opción es un potente utensilio que permite trabajar con un tipo específico de información sobre una página o una aplicación, incluidos elementos DOM, recursos y secuencias de comandos. Admite auditorías en tiempo real, análisis de código JavaScript, detección de solicitudes HTTP, tiempos de gestión y hasta tiene una consola JavaScript para interactuar con la página de forma automática.

Lo que a nosotros nos interesa es únicamente el panel de elementos, que es el que nos deja ver la página web como la ve el navegador, es decir, el lenguaje HTML y los estilos CSS sin formato, así como el Modelo de Objetos de Documentos (DOM), manipulándolo todo on the fly (sobre la marcha, vaya).

Haremos una prueba muy sencillita para ver cómo se puede acceder a una contraseña almacenada de forma fácil y hasta divertida. Voy a entrar en mi cuenta de Facebook con Google Chrome.

Paso 1

Paso 1

Una vez he hecho login, Chrome me pregunta (en una barra superior) a ver si quiero que guarde la contraseña en una cookie para que no tenga que andar escribiéndola posteriormente. Le digo que sí, que la almacene, que soy un vago y no quiero volvérsela a meter.

Paso 2

Paso 2

Ahora cierro la sesión, me salgo y cierro también Chrome. Vuelvo a abrir una nueva instancia y accedo a la URL de Facebook. ¡Magia! Chrome ha reconocido el sitio y me ha colocado automáticamente nombre de usuario, en este caso la dirección de e-mail, y contraseña en sus respectivas cajas de texto, coloreándolas en amarillo para que yo sepa que son datos guardados por él.

Paso 3

Paso 3

Lo único que tendría que hacer en este momento es darle al botón Entrar y listo. Pero no lo voy a hacer, porque ahora es cuando viene lo mejor: el password crack. Me coloco sobre la caja de contraseña y hago clic con el botón derecho, seleccionando Inspeccionar elemento. En la zona inferior del navegador se despliegan los paneles de herramientas para desarrolladores. Automáticamente me habrá colocado en el panel Elements (el primero) y estaré viendo el código HTML de la página de inicio de Facebook.

Paso 4

Paso 4

Además, la línea automáticamente seleccionada (con sombra gris) es el HTML correspondiente al elemento en el que yo había hecho clic derecho, es decir, la caja de texto para la contraseña.

Paso 5

Paso 5

Como podemos observar, es, lógicamente, una etiqueta <input> del tipo password, esto es, un cuadro de introducción de caracteres en el que, al escribir, aparecen asteriscos o puntos, ocultando lo tecleado. Pues bien, si ahora hago clic derecho justo encima de password y selecciono la opción Edit attribute del menú contextual correspondiente, la herramienta me permite cambiar al valor del atributo type.

Paso 6

Paso 6

Sólo tengo que borrar password y escribir text, es decir, un valor de atributo que convierte la caja de texto en una caja normal y corriente, sin características de contraseña ni nada por el estilo. ¡Magia otra vez! Ahora estaré viendo en el cuadro de la contraseña mi fabulosa clave de acceso en todo su esplendor. ¿Cómo se te queda el cuerpo?

Paso 7

Paso 7

Evidentemente nadie quiere reventar su propia cuenta de Facebook, pero es cuestión de acceder a un cibercafé, a cualquier otro lugar donde haya ordenadores compartidos o al equipo de tu ex novia para conseguir robar, en cuestión de minutos, los datos de los facebookes, twitteres, googlepluses, yahooes y demás sitios con contraseña.

Mi recomendación es la de siempre: desactivad todos los autocompletados de datos importantes de vuestros navegadores. No cuesta nada escribir una dirección de correo, un nombre de usuario o una contraseña cada vez que se acceda. Y, por supuesto, los «no cerrar sesión» esos que veréis en el 99% de los formularios de acceso tampoco los activéis. Si vamos con prisa y cerramos la ventana del navegador sin haber matado la sesión, cualquiera que venga detrás tendrá las puertas abiertas a un mundo de fantasía sin igual.

Precaución, precaución y precaución. En Internet siempre precaución. Y una última notita aclaratoria, la contraseña de la última imagen de esta entrada no es, evidentemente, mi clave de acceso a Facebook, así que dejad ya de intentar entrar en mi cuenta cual malandrines.

Generando electricidad hace 2.200 años

Antigua batería de Bagdad

Antigua batería de Bagdad

En el año 1936, durante unas excavaciones arqueológicas en una antigua aldea iraquí situada a las afueras de Bagdad, los investigadores descubrieron una tumba repleta de abalorios, figuras de arcilla y diversas piezas más. Entre todos estos cachivaches, fechados durante el periodo del imperio parto (entre 248 a. C. y 226 d. C.), se encontraron también unas vasijas muy singulares: fabricadas de arcilla y con el tamaño y aspecto aproximado al de un florero, contenían, cada una, una especie de hoja de metal de cobre enrollada que, a su vez, incluía en su interior un delgado cilindro de hierro.

El envoltorio cuproso estaba sujeto al cuello de la vasija por algo parecido al betún, sobresaliendo un centímetro, y daba la impresión de haber estado revestido con una fina película de plomo. Los arqueólogos no supieron dar explicación a aquel descubrimiento, así que enviaron una muestra al Museo Nacional de Iraq para que lo investigaran más a fondo. Tres años más tarde, en 1939, y tras multitud de pruebas y reproducciones, el director del museo (a la sazón el alemán Wilhelm König) lanzó la noticia bomba que conmocionó a todos los científicos del mundo: aquello podría tratarse de la primera y más antigua batería de la historia. Desde entonces, aquel descubrimiento pasó a conocerse como la batería de Bagdad, a veces denominada batería parta también.

Se especuló con que el comportamiento del instrumento era exactamente igual que el de una pila eléctrica actual, pudiéndose haber unido varios de ellos en serie para aumentar el voltaje producido; no en vano, König relacionó el descubrimiento con multitud de varillas de cobre y cilindros de hierro similares procedentes de Mesopotamia. La corrosión que presentaban los cilindros metálicos del interior se supuso producida por algún tipo de elemento cítrico contenido en las vasijas, lo que actuaría como electrolito para generar electricidad.

El cobre y el hierro forman una muy buena pareja electroquímica, de modo que, en presencia de cualquier electrolito o solución iónica, son capaces de generar potencial eléctrico. De ello se encarga la llamada corrosión galvánica, un proceso en el que un metal menos noble, en presencia de otro más noble y de un electrolito, se corroe. Esta corrosión (que no es más que un movimiento de iones desde el ánodo hasta el cátodo) se aprovecha en pilas y baterías para generar una corriente de cierto voltaje.

Esquema y reproducción de las baterías

Esquema y reproducción de las baterías

Willard Gray, ingeniero estadounidense de la época, decidió tratar de hacer una réplica de las baterías después de apoderarse de algunos dibujos y planos del dispositivo realizados por el científico alemán Willy Ley. Rellenó el recipiente con sulfato de cobre y consiguió generar medio voltio de electricidad. Posteriormente declaró que, en los tiempos en los que se fabricaron las baterías originales, se podría haber utilizado otro líquido cítrico a modo de electrolito al alcance de los habitantes del momento, como, por ejemplo, zumo de uva corriente. Treinta años más tarde, el científico alemán Arne Eggebrecht volvió a reproducir el dispositivo, consiguiendo 0,9 voltios, con vinagre como electrolito.

Sin embargo, desde aquel momento hubo una corriente escéptica en favor de otras explicaciones más lógicas para aquellos instrumentos. Nunca se descubrió, en ninguna excavación, material alguno que hubiera podido funcionar como unión entre varias baterías (como cables metálicos), por lo que la conexión en serie quedó descartada. Además, ¿para que demonios iban a necesitar electricidad hace dos mil años?

La explicación más lógica a las baterías de Bagdad la ofreció el propio Willard Gray cuando afirmó que, en su reproducción de las vasijas, había introducido una estatuilla de plata en el interior que, dos horas después, se había vuelto de color dorado o cobrizo. Según él, había demostrado que la batería funcionaba y que su probable uso era el destinado a restaurar objetos de plata, lo que hoy conocemos como galvanización o galvanizado.

Sin embargo, y para vapuleo de esta información, científicos posteriores a Gray demostraron que, con el electrolito utilizado y la corriente generada, era imposible que en dos horas se pudiera haber galvanizado nada. Además, recordaron que en ningún lugar de estudio arqueológico en el mundo se ha encontrado jamás objeto alguno galvanizado.

Los más radicales afirman que esas vasijas se utilizaban simplemente para guardar legajos o cosméticos. El betún que tapa la boca de las vasijas, dicen, es aislante eléctrico, por lo que sería imposible sacar la electricidad hacia fuera sin modificar el diseño. Además, una celda galvánica requiere de un rellenado más o menos continuo de electrolito, por lo que habría sido una solemne tontería haber sellado herméticamente las vasijas con dicho betún. Es posible, afirman, que pergaminos guardados en estos recipientes se pudrieran por completo en su interior, dejando probablemente un rastro de residuos orgánicos ligeramente ácido.

Durante la invasión de Iraq del año 2003, llevada a cabo por una coalición de países encabezada por EE. UU., y que marcó el inicio de la Guerra de Iraq, el Museo Nacional fue asaltado y saqueado, perdiéndose infinidad de piezas de un valor incalculable, entre ellas las baterías de Bagdad. No se sabe a ciencia cierta qué es lo que fue de ellas y, aunque algunas versiones afirman que pudieron ser retiradas para su protección por el mismo gobierno iraquí como medida de protección ante los bombarderos, los más escépticos consideran que pasaron a formar parte del tráfico ilegal de antigüedades mesopotámicas. Una auténtica pena.

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