La Ley de Economía Sostenible para tontos de baba

Economía sostenible

Economía sostenible

Mucho se ha hablado y se hablará de la famosa Ley de Economía Sostenible, que es un anteproyecto de Ley aprobado en noviembre del pasado año, por el Consejo de Ministros español, y que pretende cambiar el modelo económico y renovarlo hacia un arquetipo más sostenible desde el punto de vista económico, social y medioambiental. En principio no comentaríamos absolutamente nada sobre ello en este blog si no fuera porque la primera disposición final de este texto pretende luchar contra el intercambio de archivos sujetos a derechos de autor a través de redes P2P. Que no sé qué mierda tiene esto que ver con la economía y su sostenibilidad, a no ser que sea por todos esos millones de euros que dicen perder las discográficas a causa de la piratería.

Esta situación está llegando a unos extremos en los que prácticamente ningún blog de Internet ha dejado de comentar la noticia desde hace meses. Sin embargo, me da la sensación de que existe todavía un montón de gente desinformada o con información errónea y sesgada sobre el tema. Es lógico, porque donde se pretende aclarar estos temas se utilizan palabras, términos y expresiones más propias de abogados y economistas que de la gente de la calle como tú y como yo. Es por ello que voy a intentar esclarecer y arrojar luz sobre esta ley de forma tal que lo entienda todo el mundo, hasta los tontos de baba, como reza el título del post y que no alude a ningún lector de este blog en particular, Dios me libre.

La ley es muy sencilla de elucidar y para tal propósito dividiré mi exposición en tres puntos clave: el primero, el segundo y el tercero. O, si se prefiere, el A, el B y el C, que tanto monta, monta tanto.

Punto 1º (o A): La SGAE (Sociedad General de Autores y Editores) es una entidad privada que gestiona los derechos de autor de los artistas españoles en general. Recauda el dinero que generan esos derechos de autor y lo reparte entre sus directivos autores afiliados. A la SGAE le molesta mucho todo el tema de las descargas de Internet, porque dice que sus socios pierden mucho dinero. Por eso se ha embarcado en una cruzada de denuncias contra sitios web que comparten enlaces de descarga o similares (caso Spanishare.com, caso Foro de Alejandría, caso Etmusica.com y otros). Hasta el día de hoy, la SGAE no ha ganado nunca, nunca, nunca, pero nunca, un solo juicio de estos. Todos los jueces han fallado a favor de los demandados y han desestimado los argumentos de la entidad.

Punto 2º (o B): Como parte de la profunda remodelación del Gobierno de España del pasado año, el día 7 de abril de 2009, Zapatero nombró a la señora (o señorita) Ángeles González-Sinde Ministra de Cultura. Esta mujer es una guionista y directora española que supongo que no conocerás como guionista y como directora tampoco, porque sólo ha rodado tres películas que batieron el récord de venta de entradas de parques de atracciones, teatros, chiquiparks y, en general, cualquier otro espectáculo que no supusiera ir al cine. Por supuesto, es una autora miembro (o miembra, que diría una compañera suya) de la SGAE. Como dirían los gaditanos: fite tú que casualidá.

Punto 3º (o C): Lo que propone la anteriormente citada primera disposición final de la Ley de Economía Sostenible es la creación de una Comisión de Propiedad Intelectual que tenga el poder suficiente para cerrar una web molesta sin necesidad de pasar el caso por los ojos de un juez. Vamos, que es una Ley a medida para que González-Sinde y sus colegas se reunan en torno a una mesa y decidan a quién censurar y quién no. Como han visto que los jueces nunca les dan la razón, pues se convierten ellos en jueces de un plumazo y punto pelota. Vaya, lo que viene siendo democracia en estado puro.

Si esta ley llegara a prosperar, que todo parece indicar que así será, sería como considerar que la legislación española prácticamente se ha vuelto loca, si es que no lo estaba ya. Leyes a medida sólo se las sacan de la manga los regímenes dictatoriales que pretenden dar valor legal a algo no muy popular que les conviene o les interesa. Pero es que además ocurriría un hecho inusitado, que es que sería una ley no aplicable por un juez en un procedimiento legal, sino por una comisión externa a lo judicial. Una locura en toda regla que reventaría el esquema de los tres poderes clásicos.

Pero, ¿cómo deberían responder los distintos implicados en esta trama? Está claro que la cosa no se puede quedar así y que se debe responder masivamente a este ataque contra la libertad. Los diferentes elementos que se implican son responsables de sus propios actos y tendrían la obligación moral de contestar al Gobierno mediante diferentes técnicas.

1.- Los internautas: Manifestándose masivamente no sólo en la Red, que ya se está produciendo en miles de blogs, foros y demás sitios web, sino también en la propia calle. No callarse nunca y responder con iniciativas como La lista de Sinde es muy importante para mantener la sensación de agravio que debemos sentir los usuarios de Internet.

2.- Los proveedores de acceso a Internet: Negándose a proporcionar datos de los sitios denunciados y a clausurar webs si no existe una previa orden judicial.

3.- Los jueces: Alzando la voz contra una medida que los desprestigia y que pone en tela de juicio sentencias anteriores.

4.- Los artistas: Si tuvieran un mínimo de dignidad, posicionándose en contra de esta medida y sacando la cabeza del yugo que la SGAE y las discográficas les ponen continuamente para dirigirlos por el «buen camino».

5.- El Gobierno: Aunque sólo fuera por lo socialista y lo obrero del nombre del partido que lo ostenta, debería darse cuenta de que medidas tan impopulares como ésta desgastan mucho al Ejecutivo. Es probable que ello, más el aumento del IVA, más el retraso de la edad de jubilación, entre otros temas, acaben con el Gobierno de Zapatero en la oposición el año 2012.

Espero que se recapacite acerca de este asunto y las aguas vuelvan pronto a su cauce. Esta ley es inadmisible y todo el mundo debería conocer sus efectos. En principio parece que contra el ciudadano que descarga no van a ir, pero vete tú a saber. Sólo me queda la esperanza de que cuando no se pueda descargar nada de la Red, nos quitarán el canon remuneratorio porque ya no tendrá sentido. ¿O no?

El legado de Microsoft

El tío Bill

El tío Bill

Sé que algunos me van a dedicar más de un improperio después de leer este post, pero creo que lo escribo desde la imparcialidad y desde la perspectiva de los años. No me gustaría decantarme hacia un lado o hacia otro, porque estoy convencido de que en el equilibrio está la virtud. Y eso precisamente es lo que promulgo: equilibrio.

Que Microsoft ha sido una de las empresas más influyentes de las últimas décadas pienso que nadie es capaz de ponerlo en duda. Bill Gates siempre fue un niño pijo, hijo de pijos y nieto de pijos. De familia más que acomodada y niño de papá, con posibles para poder acceder a los mejores colegios y universidades. Un, posteriormente, empresario elitista de la época dura de los empresarios elitistas, tiburones del mercado con ansias de comerse la tarta enterita sin dejar ni una mísera guinda al competidor.

Pero lo que no se le puede negar a Bill Gates es su cualidad de visionario. Fue capaz de vislumbrar en su época un negocio que los demás no supieron ver ni de lejos, o que atisbaron pero con muy pocas pretensiones. Eso sí, quizás no de manera filantrópica, porque su principal interés era forrarse de pasta. Que se puede esperar del hijo de un abogado.

El amigo Gates compró sistemas operativos, copio sistemas operativos y hasta robó ideas, presuntamente, de sistemas operativos. Pero con aquel batiburrillo de aquí y de allá consiguió amalgamar proyectos con una característica que sus rivales no tenían: la sencillez de uso. Hizo llegar a toda la población lo que en aquel entonces sólo disfrutaban cuatro frikis gafotas en los laboratorios de computación de las universidades y en las grandes compañías de informática.

Este hombre consiguió que el ordenador se popularizara y, de paso, hizo multimillonaria a IBM. Quizá sus sistemas operativos no fueran los mejores del mercado (que no lo eran), pero desde luego sí eran los más populares y los más fáciles de manejar. Igual su propia incompetencia en el tema le obligó a crear herramientas de manejo sencillo y así poder utilizarlas sin una curva de aprendizaje interminable, no sé, pero lo que está claro es que lo suyo cuajó de la noche a la mañana cuando los demás se andaban dando de hostias para vender cualquier pieza de software.

Otra contribución importante al éxito y a la divulgación fue el precio. Cuando los grandes del sector se afanaban en comercializar sus productos a precios desorbitados, atando de por vida a las empresas con contratos exclusivos de mantenimiento y actualización, Microsoft optó por la táctica de vender al menor precio pero vender más, desarrollando para plataformas compatibles con IBM y, por lo tanto, liberalizando su producto.

El problema vino años después. Cuando el virus de la codicia había infectado silenciosamente el mundo, los productos de Microsoft pasaron a convertirse en inexplicablemente imprescindibles. Tú tenías la posibilidad de adquirir otros sistemas operativos, pero debías olvidarte de factores como la facilidad de manejo, la compatibilidad de hardware o un amplio catálogo de software. Y eso le causo (y le causa) graves problemas monopolísticos al, hoy, gigante de Redmon. La invasión taimada y silenciosa a lo largo del tiempo se ha hecho visible.

El legado que deja Microsoft con el paso de los años es una dura losa que no puedes quitarte de encima porque te dejaría a la intemperie. Pero es que hoy por hoy no existe alternativa válida (aquí es cuando se me echan encima todos los linuxeros y los maqueros juntos). ¡Permiso para explicotearme, señor! Permiso concedido.

Particularmente soy usuario de Ubuntu y Debian a diario, además del Windows de rigor de la oficina. Soy pro Linux 100% y defensor del software libre; además es un sistema operativo que me fascina, porque tiene un encanto que nunca llegaran a tener todos los güindouses juntos. También hubo una época que manejé bastante un Mac, si bien es cierto que es un entorno que no conozco tanto como Linux o Windows. El caso es que no hablo desde la perspectiva del desconocimiento, sino precisamente desde el ángulo equilibrado del usuario informático que mira a uno y otro lado. Y esta perspectiva es la que me lleva a afirmar que ni Linux ni Mac OS son, a día de hoy, sistemas operativos que pudieran desbancar al todopoderoso Windows. Y no porque no tengan cualidades para ello, que las tienen y de sobra, sino por los efectos del virus invasivo y silencioso del que hablábamos antes. Windows está tan estandarizado que resultaría imposible hacer cambiar el chip al 90% de la población usuaria de ordenadores. Hay personas que piensan que un ordenador es una cosa con Windows dentro.

Hay que empezar de cero otra vez, y las bases ya se están sentando en muchos centros de estudios infantiles. Si a un niño le enseñas desde pequeño a utilizar una distro de Linux, por ejemplo, no acudirá a otro sistema operativo en su vida. Pero me da que habrá que hacerlo así, porque si no va a ser muy difícil. Está claro que existen millones de usuarios que serían susceptibles de cambiar a otro sistema operativo en poco tiempo, pero el ordenador personal está tan, tan extendido que la mayoría de personas de menos de 30 años y la práctica totalidad de los de más de 30 no sería capaz. Hay que tener en cuenta que el ordenador lo manejan en casa (o en el trabajo) mi padre, la vecina del cuarto, la peluquera, el dentista, la secretaria, el piloto comercial, el albañil, la abuela de mi prima, el chico de los recados, el tío ese tan raro que nunca saluda, la del perrito blanco, la cajera del súper, la que siempre me encuentro en el ascensor, el chaval del balón, la chica de la inmobiliaria y hasta yo. Es decir, todo Dios. Y para lo único que lo quiere la mayoría es para pasar las fotos del crío, para chatear con el Messenger, para hacer algún cartelito de la comunidad de vecinos en Word, para buscar algo por Internet y para bajarse películas con el eMule. ¿A esta gente la queremos migrar a openSUSE? Lo dudo mucho.

Microsoft acercó el mundo de la informática hasta al menos pintado; tiró el anzuelo, todos picamos y ahora es muy complicado evitar esa dependencia. Y lo cierto es que muchos de los talibanes de Linux que por ahí pululan no habrían olido un ordenador en su vida si no hubiera sido gracias a las fechorías perpetradas por Bill Gates en su época.

Microsoft y Windows popularizaron los ordenadores y también Internet, e Internet popularizó Linux. ¿Qué habría sido de la historia de la informática si Bill Gates no hubiera nacido? ¿Estaría yo escribiendo este post desde mi Firefox corriendo sobre un Ubuntu Karmic Koala? A Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César. Creo que es de recibo admitirlo sin que se nos caigan los anillos.

No sé cómo demonios funcionan las cosas

¿Funcionará?

¿Funcionará?

En la empresa en la que trabajo hacemos uso de una técnica muy complicada, basada en un algoritmo sumamente complejo, para saber si un programa que se está instalando se ha bloqueado o no. El procedimiento es ultrasecreto, pero, jugándome el puesto y la propia vida, lo voy a contar aquí. Consiste en colocar la puntita de la flecha del cursor justo en el borde final de la barra de progreso de la instalación; si el proceso continúa, la barra de progreso sobrepasará la flecha y nos pondremos todos contentos porque no ha cascado el tema.

¿Qué pasa? ¿No sirve el método aunque sea de baja tecnología? Por eso me descojono de risa cuando los ingenieros pijos me piden bolsitas antiestáticas para un disco duro a la hora de clonar una unidad, por ejemplo. ¿Bolsitas antiestáticas? Tú no tienes ni repajolera idea de cómo se trabaja realmente en el mundo de la informática. (Y lo que yo no sé es cómo demonios funcionan las cosas visto lo visto.)

El otro día me toco ver, atónito yo, el proceso de descarga de un camión lleno de discos duros hasta arriba por parte de unos operarios. Aquello era para llorar. ¿Cómo es posible que funcione un disco después de haber recibido no menos de cuatro o cinco golpes, caídas, vuelcos y demás perrerías? Desde luego discos no sé, pero duros, son duros de cojones. Y funcionaron todos a la perfección, por cierto.

Esto no es privativo del mundo de la computación y se puede hacer extensible a todo tipo de tecnología actual. Televisores, electrodomésticos, GPS, teléfonos móviles, en fin, cualquier cacharro que se supone frágil, es tratado a mandoblazo limpio en los diversos procesos de transporte y almacenaje. Los cargan a batacazos y los descargan prácticamente como el escombro. Da igual que aquello tenga un rótulo de FRÁGIL Arial Black tamaño 300, en negrita y subrayado. Da igual.

¿Y en los servicios técnicos y de reparación de los aparatos? Idem, eadem, idem. He visto discos colgando del cable IDE, unidades de DVD grabando mientras trataban de aguantar el equilibrio sobre una de sus aristas, placas base desmontadas y funcionando colocadas sobre un montón de chatarra metálica y hasta microprocesadores aguantados con el dedo para ver si rulaban. Digo yo que el técnico de este último caso, o lo que aguanta el tío o tiene un dedo protésico de titanio.

De la quema en la hoguera no nos libramos ni los usuarios finales. Tenemos los ordenadores pegando a calefactores al rojo vivo, o conectamos ciento cincuenta elementos USB, por medio de hubs anidados, a un ordenata con una fuente de alimentación cutre, o dejamos que nuestros portátiles acumulen en su interior un ecosistema independiente de pelotas de polvo del tamaño de una naranja. Los hay que enchufan su netbook las 24 horas a la toma de corriente sin quitar nunca la batería y luego vienen y te dicen que las baterías de esos ordenadores chiquitines son una mierda, que se estropean en cuatro días.

Pero lo más curioso de todo, es que al final todos estos aparatos funcionan. Por muchas faenas que les hayamos hecho, van y funcionan. Es increíble, pero es cierto. No sé si los fabricantes han tomado conciencia de que tratan con clientes del género humano y deben hacer las cosas resistentes, o son las propias cosas las que resisten más de lo que aparentan. Así que, la próxima vez no me toques los donetes con la bolsita antiestática de las pelotas, que uno está bregado en mil batallas y eso te hace duro (como el disco).

Frases con historia (VI)

La verdad es que ninguna base de datos online sustituirá a tu periódico diario, ningún CD-ROM puede reemplazar a un profesor competente y ninguna red de ordenadores cambiará el modo de trabajar del Gobierno.

Clifford Stoll, Físico y Astrónomo estadounidense. 1995.

Ingeniería social

Al acecho...

Al acecho...

La gente es más inocente que un balón de playa. De buenos que somos rayamos en lo ridículo, bordeamos la frontera con los tontos de baba. Nos gusta ayudar o, mejor dicho, quedar bien ante los demás. Si alguien que no conocemos nos pide algo por teléfono de buenas maneras y con voz sensual, le damos hasta la talla de ropa interior. Si un desconocido nos aborda por la calle y nos pide que le socorramos y le dejemos el móvil para llamar, le marcamos nosotros al pobre, que está muy nervioso. Bienvenidos al maravilloso mundo de la ingeniería social.

Una de las técnicas de hacking más antiguas (y eficaces) es la ingeniería social. Es la «ciencia» que permite obtener información confidencial mediante la manipulación psicológico social de los individuos usuarios legítimos. Se trata de técnicas muy antiguas que, probablemente, llegaron al mundo binario nacidas en otros contextos, porque a la gente se la ha engañado toda la vida. El principio que sustenta la ingeniería social referida a la computación es que en cualquier sistema informático el usuario es el eslabón más débil.

El gran Kevin Mitnick, uno de los hackers más famosos de los años ochenta y noventa en EEUU y ahora reconvertido en consultor de seguridad, fue el más alto representante en lo que a ingeniería social se refiere. Según sus propias tesis, este tipo de ataque para averiguar claves de acceso, contraseñas y datos sensibles de usuarios está fundamentado en cuatro pilares básicos que son:

  1. Todos queremos ayudar.
  2. El primer movimiento es siempre de confianza hacia el otro.
  3. No nos gusta decir que no.
  4. A todos nos gusta que nos alaben.

Bien es cierto que hoy día los usuarios estamos más alerta ante engañifas tales, porque vivimos mejor informados y vemos por la tele continuamente noticias de timos a través de Internet o del teléfono. Pero en la época de Mitnick, si a un empleado de una gran empresa le llamaba un hacker social haciéndose pasar por un superior (al que ni siquiera conocía) o por un compañero en apuros, el hombre soltaba por su boca contraseñas y la vida si era necesario.

Esto no quiere decir que a estas alturas de la existencia no siga habiendo gente que caiga en bulos y enredos. Y me viene a la memoria un mail, encadenado de esos, que recibí hace poco. En él se relataba una historia que venía a decir (y hablo de memoria) que una chica apurada solicitaba el móvil de otra persona en un restaurante para llamar a su marido, que debía pasar a recogerla y no había aparecido. El hombre le ofrece su móvil y la mujer, tras retirarse un poco, realiza una llamada. Pocos minutos después vuelve a pedir el teléfono porque su marido sigue sin aparecer, telefonea de nuevo y devuelve el aparato a su dueño; desaparece. Posteriormente el dueño del móvil recibe una llamada de su madre llorando y preguntado a ver si está bien. El hombre no comprende nada hasta que la madre le explica que una mujer la llamó diciéndole que su hijo estaba secuestrado y requiriendo un rescate inmediato. Además le dijo que aquello no era ninguna broma, y que como prueba estaba telefoneando desde el móvil de su hijo. Posteriormente la volvió a llamar para confirmar la recepción del rescate.

Dudo mucho que la historia sea cierta, pero podría haber sido totalmente verídica. La cantidad de correos electrónicos que llegan a nuestros buzones solicitando nuestras contraseñas de servicios de mensajería o nuestros datos bancarios es ingente, y estamos curados de espanto. Pero, aún así, se siguen produciendo timos a plena luz del día.

La ingeniería social no siempre es esencialmente delictiva, un ejemplo podría ser el de un vendedor que investiga las costumbres y aficiones de un cliente para establecer una relación de confianza o empatía y poder vender con mayor facilidad sus productos o servicios. Google, sin ir más lejos, nos espía continuamente para, según ellos, mejorar la experiencia del usuario. Pero, ¿quién no se ha encontrado un correo en su cuenta de, por decir algo, una empresa que fabrica cajas registradoras dos días después de haber realizado un búsqueda sobre ese mismo asunto? Aquí hay algo que no huele muy bien.

Los gobiernos utilizan continuamente diversidad de técnicas sociales para desviar la atención de temas inconvenientes, críticos, de escándalo, de corrupción, etcétera. Las denominadas «cortinas de humo» son técnicas de ingeniería social. Todo el mundo es capaz de mentir por algo que de verdad le importe, y cualquiera de nosotros es susceptible de caer en una trampa.

Lo más importante es dejarse llevar por la intuición y por el sentido común. Cualquiera debería saber que nuestros datos personales más confidenciales son absolutamente privados, y nadie puede solicitárnoslos por teléfono o por correo electrónico. Y que por mucho que te alaben y te den coba desde el otro lado de la línea, los altos cargos de tu empresa nunca te pedirían a ti directamente una contraseña. Además, créeme, el presidente de tu compañía no tiene una voz sensual, te lo aseguro.

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