El legado de Microsoft

El tío Bill

El tío Bill

Sé que algunos me van a dedicar más de un improperio después de leer este post, pero creo que lo escribo desde la imparcialidad y desde la perspectiva de los años. No me gustaría decantarme hacia un lado o hacia otro, porque estoy convencido de que en el equilibrio está la virtud. Y eso precisamente es lo que promulgo: equilibrio.

Que Microsoft ha sido una de las empresas más influyentes de las últimas décadas pienso que nadie es capaz de ponerlo en duda. Bill Gates siempre fue un niño pijo, hijo de pijos y nieto de pijos. De familia más que acomodada y niño de papá, con posibles para poder acceder a los mejores colegios y universidades. Un, posteriormente, empresario elitista de la época dura de los empresarios elitistas, tiburones del mercado con ansias de comerse la tarta enterita sin dejar ni una mísera guinda al competidor.

Pero lo que no se le puede negar a Bill Gates es su cualidad de visionario. Fue capaz de vislumbrar en su época un negocio que los demás no supieron ver ni de lejos, o que atisbaron pero con muy pocas pretensiones. Eso sí, quizás no de manera filantrópica, porque su principal interés era forrarse de pasta. Que se puede esperar del hijo de un abogado.

El amigo Gates compró sistemas operativos, copio sistemas operativos y hasta robó ideas, presuntamente, de sistemas operativos. Pero con aquel batiburrillo de aquí y de allá consiguió amalgamar proyectos con una característica que sus rivales no tenían: la sencillez de uso. Hizo llegar a toda la población lo que en aquel entonces sólo disfrutaban cuatro frikis gafotas en los laboratorios de computación de las universidades y en las grandes compañías de informática.

Este hombre consiguió que el ordenador se popularizara y, de paso, hizo multimillonaria a IBM. Quizá sus sistemas operativos no fueran los mejores del mercado (que no lo eran), pero desde luego sí eran los más populares y los más fáciles de manejar. Igual su propia incompetencia en el tema le obligó a crear herramientas de manejo sencillo y así poder utilizarlas sin una curva de aprendizaje interminable, no sé, pero lo que está claro es que lo suyo cuajó de la noche a la mañana cuando los demás se andaban dando de hostias para vender cualquier pieza de software.

Otra contribución importante al éxito y a la divulgación fue el precio. Cuando los grandes del sector se afanaban en comercializar sus productos a precios desorbitados, atando de por vida a las empresas con contratos exclusivos de mantenimiento y actualización, Microsoft optó por la táctica de vender al menor precio pero vender más, desarrollando para plataformas compatibles con IBM y, por lo tanto, liberalizando su producto.

El problema vino años después. Cuando el virus de la codicia había infectado silenciosamente el mundo, los productos de Microsoft pasaron a convertirse en inexplicablemente imprescindibles. Tú tenías la posibilidad de adquirir otros sistemas operativos, pero debías olvidarte de factores como la facilidad de manejo, la compatibilidad de hardware o un amplio catálogo de software. Y eso le causo (y le causa) graves problemas monopolísticos al, hoy, gigante de Redmon. La invasión taimada y silenciosa a lo largo del tiempo se ha hecho visible.

El legado que deja Microsoft con el paso de los años es una dura losa que no puedes quitarte de encima porque te dejaría a la intemperie. Pero es que hoy por hoy no existe alternativa válida (aquí es cuando se me echan encima todos los linuxeros y los maqueros juntos). ¡Permiso para explicotearme, señor! Permiso concedido.

Particularmente soy usuario de Ubuntu y Debian a diario, además del Windows de rigor de la oficina. Soy pro Linux 100% y defensor del software libre; además es un sistema operativo que me fascina, porque tiene un encanto que nunca llegaran a tener todos los güindouses juntos. También hubo una época que manejé bastante un Mac, si bien es cierto que es un entorno que no conozco tanto como Linux o Windows. El caso es que no hablo desde la perspectiva del desconocimiento, sino precisamente desde el ángulo equilibrado del usuario informático que mira a uno y otro lado. Y esta perspectiva es la que me lleva a afirmar que ni Linux ni Mac OS son, a día de hoy, sistemas operativos que pudieran desbancar al todopoderoso Windows. Y no porque no tengan cualidades para ello, que las tienen y de sobra, sino por los efectos del virus invasivo y silencioso del que hablábamos antes. Windows está tan estandarizado que resultaría imposible hacer cambiar el chip al 90% de la población usuaria de ordenadores. Hay personas que piensan que un ordenador es una cosa con Windows dentro.

Hay que empezar de cero otra vez, y las bases ya se están sentando en muchos centros de estudios infantiles. Si a un niño le enseñas desde pequeño a utilizar una distro de Linux, por ejemplo, no acudirá a otro sistema operativo en su vida. Pero me da que habrá que hacerlo así, porque si no va a ser muy difícil. Está claro que existen millones de usuarios que serían susceptibles de cambiar a otro sistema operativo en poco tiempo, pero el ordenador personal está tan, tan extendido que la mayoría de personas de menos de 30 años y la práctica totalidad de los de más de 30 no sería capaz. Hay que tener en cuenta que el ordenador lo manejan en casa (o en el trabajo) mi padre, la vecina del cuarto, la peluquera, el dentista, la secretaria, el piloto comercial, el albañil, la abuela de mi prima, el chico de los recados, el tío ese tan raro que nunca saluda, la del perrito blanco, la cajera del súper, la que siempre me encuentro en el ascensor, el chaval del balón, la chica de la inmobiliaria y hasta yo. Es decir, todo Dios. Y para lo único que lo quiere la mayoría es para pasar las fotos del crío, para chatear con el Messenger, para hacer algún cartelito de la comunidad de vecinos en Word, para buscar algo por Internet y para bajarse películas con el eMule. ¿A esta gente la queremos migrar a openSUSE? Lo dudo mucho.

Microsoft acercó el mundo de la informática hasta al menos pintado; tiró el anzuelo, todos picamos y ahora es muy complicado evitar esa dependencia. Y lo cierto es que muchos de los talibanes de Linux que por ahí pululan no habrían olido un ordenador en su vida si no hubiera sido gracias a las fechorías perpetradas por Bill Gates en su época.

Microsoft y Windows popularizaron los ordenadores y también Internet, e Internet popularizó Linux. ¿Qué habría sido de la historia de la informática si Bill Gates no hubiera nacido? ¿Estaría yo escribiendo este post desde mi Firefox corriendo sobre un Ubuntu Karmic Koala? A Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César. Creo que es de recibo admitirlo sin que se nos caigan los anillos.

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