Pomplamoose es un grupo indie friqui de esos que nos gustan tanto por aquí

El dúo de marras
La pareja de músicos se juntó hace algo más de tres años, en junio de 2008, y reventó las listas de éxitos interneteras, consiguiendo en sólo un año vender más de 100.000 canciones vía E-junkie y, también, iTunes. Su canal youtubero cuenta con casi 330.000 suscriptores a día de ahora mismo. Como instrumentistas son tremendos, la voz de ella es inmejorable y los vídeos tienen una edición impecable.
Pomplamoose se enmarca a sí mismo en el campo musical independiente y alternativo, contando con un buen puñado de temas que hacen las delicias de los aficionados más exigentes. Sin embargo, lo que nos llama la atención en teknoPLOF! es ese lado más friqui de su música, el lado de los cover, o versiones de temas de otros autores, que nos transportan automáticamente al universo paralelo del fanatismo extravagante que representa todo lo considerado como freak.
Hay versiones para todos los gustos, desde Lady Gaga a Aerosmith, pero aquí nos han enamorado profundamente dos. El siguiente vídeo se corresponde con la primera de ellas, un estupendo cover del tema «Mister Sandman«, la canción popularizada en 1954 por el cuarteto femenino The Chordettes y que a mí, particularmente, cada vez que la escucho me viene a la mente nada más y nada menos que Marty McFly entrando en la cafetería del Hill Valley de 1955, en la primera entrega de ‘Regreso al futuro‘. Y el que tenga más de treinta y menos de cuarenta y no sienta lo mismo, es que no ha vivido su infancia con rigor friqui. Por cierto, en este vídeo colabora el también artista indie Ryan Lerman.
Mister Sandman
El segundo tema es más geek que otra cosa (vídeo siguiente): es la versión inigualable del soniquete del afamado videojuego ‘Angry Birds‘. Un vídeo de manufactura impoluta con el que disfrutas, te ríes y alucinas con lo bien realizado y sonorizado que está. Los lectores habituales de este blog recordarán otro cover del tema de este juego que ya publicamos, en el que se decía que aquel era magistral e impresionante y… ¡paparruchas! Retiro todo lo dicho y me quedo con este hasta el infinito y más allá.
Angry Birds
El nombre de Pomplamoose deriva de la palabra francesa pamplemousse, que no significa otra cosa que «pomelo»; pomplamoose viene a ser la aproximación fonética inglesa de la pronunciación francesa de ese término. El sabor del pomelo es muy particular y desconcierta a mucha gente que lo prueba, que se encuentra con un gusto menos dulce que el de la naranja, menos ácido que el del limón y algo amargo. Pomplamoose es un pomelo dulce como el almíbar con ese toque ácido inconfundible y exquisito de la lima gallega. Menuda gilipollez de frase que acabo de escribir, pero cualquiera relaciona el nombre del grupo con los pomelos de los cojones.
Ver y disfrutar. Sin más.
La termodinámica de un botijo

Con ustedes, el botijo
Consiste en un recipiente de arcilla o barro poroso, de formas redondeadas y base comúnmente circular, que posee un asa de agarre y dos aberturas, una más ancha para echar el agua (boca) y otra más estrecha para beber (pitorro o pitón), inclinándolo por encima de la boca.
La procedencia etimológica de su nombre es romana, concretamente del término del latín tardío buttis (odre). De este mismo derivan también «bota» (la de beber), «botija» y, finalmente, «botella».
El botijo tiene la particular cualidad de enfriar físicamente el agua que contiene aun en los climas más cálidos, ya que puede llegar a reducir su temperatura interior hasta 10 grados en condiciones óptimas. Pero, ¿cómo demonios funciona un botijo? ¿Es posible que algo tan antiguo siga las leyes de la termodinámica? Pues sí, mire usted.
El mecanismo de enfriamiento es tan sencillo como compleja es su formulación matemática. El agua contenida en un botijo, al ser éste de un material poroso, se filtra hacia la superficie exterior donde, por efecto de las altas temperaturas, se evapora. Este cambio de estado líquido a gaseoso necesita de energía calorífica, y parte de esta energía se extrae de la propia masa de agua contenida en el interior, disminuyendo su temperatura. Ni más ni menos.
La teoría cinética nos permite interpretar también el fenómeno de refrigeración por evaporación desde el punto de vista microscópico o molecular. Así, nos encontramos con que las partículas de un sólido, líquido o gas se están moviendo o agitando continuamente. La temperatura es una medida de la energía cinética media de las partículas:mayor velocidad de éstas implica mayor temperatura, y viceversa. En un líquido las partículas se mueven deslizándose unas sobre otras, las más veloces se acercan a la superficie libre del líquido y, si tienen energía suficiente, pueden escapar de él, produciéndose la evaporación. Este cambio de estado (de líquido a vapor) provoca un enfriamiento del sistema, ya que, precisamente, desaparecen las partículas más energéticas.
El grado de enfriamiento depende de varios factores, fundamentalmente del agua que contenga el botijo y de las condiciones ambientales. Estas últimas deben implicar un clima cálido pero seco, es por ello que en la zona norte de España no tuviera tanta repecursión la utilización del botijo, porque la humedad ambiental dificulta la evaporación y, por lo tanto, la refrigeración del líquido elemento. El botijo, pues, es un elemento típico de la cultura española sobre todo en el tercio sur de la península (Extremadura, La Mancha, Levante y Andalucía). Sin embargo, difícilmente nos encontraremos una región o comarca que no tenga su botijo.
Asimismo, como hemos comentado, el material utilizado para la fabricación del botijo ha de ser poroso, por aquello de que el agua pueda filtrarse desde el interior hacia el exterior. Por tanto, los botijos esmaltados, lacados o pintados que hoy se utilizan como motivos ornamentales pierden sus capacidades refrescantes en cuanto son decorados.
Por el mismo efecto físico, las cantimploras metálicas de montañeros y exploradores enfrían el agua que llevan dentro. En este caso, el material en el que están fabricadas no es poroso, por lo que se les añade un abrigo o forro de fieltro que ha de ser humedecido convenientemente. El agua con el que se moja la tela se evapora de la misma manera que la de un botijo tradicional, utilizando parte de la energía calorífica del líquido que contiene la cantimplora para convertirse en vapor, refrigerando así el contenido.
En realidad es un fenómeno que existe desde que el mundo es mundo, y que está más cerca de nosotros de lo que pensamos. Nuestro propio mecanismo de refrigeración natural funciona de la misma manera, pues miles de gotitas de sudor (generadas por nuestras glándulas sudoríparas ecrinas de todo el cuerpo y enviadas hacia los poros de la piel) nos perlan de agua que, en el proceso de vaporización cuando la temperatura exterior es alta, utilizan nuestro propio calor como energía para evaporarse, rebajando nuestros grados corporales. ¿Qué cosas, eh?
Pero lo más curioso del tema es que, en el año 1990, un profesor de Química en la Escuela Técnica Industrial de la Universidad Politécnica de Madrid, el señor Gabriel Pinto, se empeñó en parametrizar en una ecuación matemática todas las variables y factores que influyen en el mecanismo refrigerador del botijo. Pinto desarrolló un modelo matemático que iba ajustando mediante datos experimentales. Había considerado multitud de factores, empero, existía algo que seguía sin cuadrar: las ecuaciones le conferían al botijo una capacidad ilimitada de enfriar.
Fue entonces cuando otro profesor de Química, José Ignacio Zubizarreta, aportó el detalle que faltaba, algo que Pinto había pasado por alto: el calor de radiación que aporta el aire que se encuentra en el interior del recipiente. La fórmula estaba terminada. En 1995, ambos profesores publicaron en la revista americana Chemical Engineering Education (en su número 29) el artículo titulado An ancient method for cooling water explained by means of mass and heat transfer. El resultado fue un par de ecuaciones diferenciales que relacionaban todos los parámetros; las que se pueden observar en la imagen siguiente.

Las ecuaciones del botijo; ahí es nada
Donde:
Suponiendo un botijo con geometría esférica perfecta, el siguiente esquema puede ayudar a comprender las ecuaciones.

Gráfico botijero
De ahora en adelante, siempre habremos de mirar a los botijos con otros ojos. Y con esto termino, y aludo a otra entrada de este blog que remata la afirmación aquella de que la física de los instrumentos modernos, la química de los seres vivos o la mecánica de los aparatos actuales siempre estuvieron ahí, esperando a que alguien los repitiera artificialmente y los plasmará en un papel. Nada nuevo bajo el sol.
La última obra maestra de animación…

Fotograma del clip
Este corto, en concreto, es un videoclip que el artista creó para el tema «Have you seen my sister Evelyn” de la banda independiente Evelyn Evelyn, un dúo musical (con toques humorísticos) formado por Amanda Palmer y Jason Webley. La pareja interpreta en el escenario a dos hermanas siamesas (Evelyn y Evelyn Neville) que tocan un mismo instrumento al tiempo mientras cantan las letras a coro.
La calidad del videoclip es simplemente impresionante. Dibujos de aspecto similar a las primeras animaciones de Disney de los años treinta y cuarenta americanos se deslizan por el vaho de los cristales empañados de unas antiguas ventanas de madera. La música del tema recuerda muy mucho a aquellos tiempos, pues tiene un agradable tufillo a las Andrew Sisters más auténticas y genuinas del Mineápolis de la Segunda Guerra Mundial.
Sin más, os dejo con esta gran obra maestra. Sólo queda disfrutarla.
Videoclip de Evelyn Evelyn
Cómo se autodestruye un JPG

Pérdida de calidad sucesiva
El algoritmo de compresión JPEG se basa en dos defectos visuales del ojo humano. El primero de ellos es el hecho de que nuestro ojo es mucho más sensible al cambio en la luminancia que al de la crominancia, es decir, que capta más claramente los cambios de brillo que de color. El segundo se refiere a que percibimos con más facilidad pequeños cambios de brillo en zonas homogéneas que en áreas donde la variación es grande, por ejemplo en los bordes de los cuerpos de los objetos.
No es raro que los métodos de compresión con pérdida utilicen deficiencias en los sentidos del ser humano. Por ejemplo, el archiconocido formato de compresión de sonido MP3 se sirve de las imperfecciones del oído de las personas para eliminar toda aquella información acústica que no somos capaces de percibir (oír, en este caso).
Esa forma de trabajar que tiene el algoritmo de compresión de JPEG hace que la pérdida de calidad, cuando se realizan sucesivas compresiones, sea acumulativa. Esto es, el simple hecho de abrir un fichero JPG y, sin realizar cambio alguno, guardarlo de nuevo, revierte en una pérdida sustancial de la información del archivo. Cuantas más veces se realice el proceso, más cantidad de información se pierde, llegando a obtenerse, con el paso del tiempo, un archivo objeto totalmente desfigurado y diferente al archivo origen.
La manera de comprobar esto es muy sencilla. Tomemos un archivo JPG cualquiera, lo abrimos con un software de edición de imágenes y lo guardamos, simplemente. Volvemos a guardar, volvemos a guardar y volvemos a guardar. Repetimos este proceso cien veces y, al final, comparamos el último fichero con el primigenio. La diferencia ha de ser notable.
El problema es que la mayoría de los programas profesionales de edición no permiten guardar si no ha habido cambios en el lienzo. Así que el procedimiento se puede convertir en algo eterno, pues habría que cerrar y volver a abrir o, en su caso, hacer algún cambio y deshacerlo (mover la imagen un píxel a la izquierda y otro a la derecha, por poner un ejemplo).
Si queremos ahorrarnos el tiempo de hacer esta prueba, podemos visionar el siguiente vídeo, donde se aprecia la progresión de deterioro ocasionado al abrir y guardar una misma imagen JPG 600 veces seguidas.
Sucesiva pérdida de calidad de un archivo JPG
Como decíamos, pues, la pérdida es acumulativa. Cada vez que guardamos un archivo JPG el algoritmo de compresión actúa eliminando información del archivo previo. Si se comprime una imagen y se descomprime, se perderá calidad de imagen, pero si se vuelve a comprimir una imagen ya comprimida se obtendrá una pérdida todavía mayor. Cada sucesiva compresión causará pérdidas adicionales de calidad. La compresión con pérdida no es conveniente en imágenes o gráficos que tengan textos, líneas o bordes muy definidos, pero sí para archivos que contengan grandes áreas de colores sólidos.
Con pocos guardados de imagen, la diferencia no es perceptible por el ojo humano, sin embargo, se recomienda no trabajar directamente sobre imágenes JPG en el proceso de edición, sino utilizar otro formato (normalmente el nativo de cada software de retoque) para, al final, convertir y comprimir como JPEG. Que lo sepas.
La eterna pugna entre dos tipos duros: Arial y Helvética

Helvética/Arial
Helvética es una familia tipográfica diseñada en 1957 por Max Miedinger, un afamado tipógrafo suizo, para la fundición experta en esta lides conocida como Haas (por supuesto, hablamos de cuando los tipos eran piezas metálicas de imprenta con los caracteres en realce). Su desarrollo se basó en una tipografía anterior denominada Akzidenz Grotesk, datada en 1896.
Más tarde, Haas se unió con Linotype, una empresa norteamericana formada para comercializar la máquina Linotipia y que se convirtió en la mayor compañía de equipamiento para impresión de libros y periódicos del mundo. En esta unión se promovió el uso de la Helvética fuertemente, y durante la segunda parte de siglo XX fue uno de los tipos más populares en el mundo occidental.
Helvética fue acuñada como un tipo de estilo sencillo y de palo seco, es decir, sin remates, gracias o serifas; lo que los anglosajones (proviniendo del francés) llaman sans serif, esto es, sin serifa. Las serifas (o gracias) son pequeños adornos ubicados generalmente en los extremos de las líneas de los caracteres tipográficos.

Con y sin serifa
Ambas tipografías (Helvética y Akzidenz Grotesk) eran asombrosamente iguales, aunque no al cien por cien. El principal cambio que realizó Max Miedinger en su Helvética fue la conocida como «altura de la x» (el alto que tiene una letra x
minúscula y que establece la altura del ojo medio de todas las letras), haciéndola mayor que en la Akzidenz Grotesk, lo cual la hace parecer un poco más oblonga, mientras que la su antecesora mantiene su forma sutilmente aplastada.

Tipografía Helvética
Por su lado, Arial nace en 1982 de la mano de los diseñadores Robin Nicholas y Patricia Saunders, de la fundición americana Monotype, la competencia directa de Linotype y la única compañía que fue capaz de hacerle sombra a su rival en el mercado de la impresión. En un principio, la idea de Arial surge de la necesidad de responder a la alta popularidad de Helvética, y se desarrolló como fuente principal para las primeras impresoras láser de IBM.
En un principio llamada Sonoran San Serif, Arial tuvo la gracia de caer el manos de Microsoft, ya que la empresa de Redmond no estaba dispuesta a pagar lo que se pedía por Helvética. Cuando el tío Bill hizo de TrueType el formato estándar de fuente para Windows 3.1, se optó, pues, por utilizar Arial en lugar de Helvetica; sabían que la mayoría de la gente no notaría la diferencia ni se preocuparía por ella.
Apple, por otro lado, también hizo estándar el formato TrueType (lo habían desarrollado ellos para competir con el PostScript de Adobe) al mismo tiempo, pero ellos incluyeron Helvetica, y no Arial, como fuente principal, pagando religiosamente los derechos a Linotype.
En aquella época, el dominio de Windows sobre los sistemas de Apple fue aplastante, y ello popularizó de tal forma la fuente Arial que, hoy en día, es la más conocida del mundo. Microsoft siguió apostando fuerte por Arial como tipo base hasta Windows Vista, cuando fue sustituida por la fuente Calibri. Durante todos estos años, Arial ha sido la tipografía más popular sin ningún género de dudas.

Tipografía Arial
Sin embargo, Arial es considerada por los expertos tipógrafos como una copia burda y barata de Helvética, careciendo de las características que distinguieron al diseño original suizo. A pesar de ser casi idéntica a Helvetica en proporciones y peso, el diseño de Arial es una variación de la serie Grotesque de Monotype y fue concebida para ser usada en computadoras, más que para ser leída en papel. Este tipo de letra tiene cambios sutiles en la forma y el espacio entre caracteres con el fin de hacerla más apta para ser leída en una pantalla a distintas resoluciones de imagen.
Lo cierto es que la preeminencia de la Helvética de Linotype en el mercado hizo que Monotype se empeñara en diseñar un tipo de letra prácticamente igual. Sin embargo, y en lugar de fabricar una copia exacta como hicieron otros en la época, se encargó de añadir o quitar pequeños matices que hacían de Arial una fuente muy parecida pero diferente. Aunque, como veremos a continuación, las desemejanzas son tan sutiles, que los profesionales la consideran simplemente un calco de baja calidad gráfica.
Los chicos de ‘I Love Typography’ desarrollaron hace tiempo una simple pero estupenda herramienta a la que llamaron Fontometer (algo así como «fontómetro») y que colgaron en una de las entradas de su blog. Este Fontometer permite comparar los glifos de ambas tipografías haciendo uso de las distintas letras minúsculas del alfabeto inglés. Se encuentra a continuación y su forma de uso es muy sencilla. Únicamente debemos pasar el puntero de nuestro ratón por encima de los caracteres de la línea superior (en letra más grande los que más diferencias tienen a simple vista) para observar la comparación en la zona inferior (a la izquierda, en gris, Arial; a la derecha, en rojo, Helvética).
Una vez seleccionada la letra en cuestión, disponemos de la posibilidad de arrastrar el carácter Arial sobre el carácter Helvética. En este momento, cuando los superpongamos, nos percataremos de las verdaderas diferencias entre ambas fuentes. Nimias pero importantes diferencias (¡en todas las letras!).
La confrontación entre Arial y Helvética viene de viejo. El hecho de que Microsoft se decantara por Arial y Apple por Helvética avivó más las llamas del fuego cruzado. Los diseñadores y maquetadores expertos, muy inclinados hacia Mac OS desde siempre, hacen llagas sobre Arial y la tildan de estafa tipográfica. La verdad es que de Helvética se podría decir lo mismo con respecto a Akzidenz Grotesk. Es la historia de la humanidad y sus derechos de autor: basarse en algo y realizar un duplicado prácticamente exacto, ¿es copia y calco o es homenaje y veneración?
La controversia, por supuesto, ha alcanzado las lindes del friquismo más guasón. Desde ‘Ironic Sans’ nos proponen un divertido juego: han cogido 20 logotipos de famosas empresas diseñados originalmente con Helvética y los han reconstruido en Arial. ¿Sabrías distinguir el original de la imitación? También se puede realizar un test vía ‘I live on your visits’ en el que se propone diferenciar textos escritos en ambas fuentes.
Además, en ‘Mimeartist’ disponen de un juego en Flash en el que has de tomar la identidad de diversos caracteres en Helvética para derrotar y aplastar a letras Arial. Como última curiosidad, comentar que existe una película documental llamada ‘Helvética’ (2007) en la que diferentes diseñadores y tipógrafos hablan sobre este tipo, algunos alabándolo y otros atacándolo.
En fin, una pelea que, como otras tantas, nunca tendrá fin. A mí, personalmente, la verdad es que no me convence ninguna de las dos demasiado. Eso sí, antes que la maldición entre las maldiciones, me quedo con cualquiera de ellas del tirón. Faltaría más.