Mujeres y videojuegos y viceversa

Marina Amores (Blissy)

Marina Amores (Blissy)

¿Cómo es posible que siendo ellas la mitad de gamers de este país, a las chicas todavía se las siga mirando de malas maneras dentro del orbe de los videojuegos? Pues esto y muchas otras cuestiones más se pregunta Marina Amores (la Blissy binaria que todos conocemos) en su nuevo documental, titulado ‘Mujeres + Videojuegos‘.

En pleno año 2015 de la era de nuestro Señor Jesucristo, las mujeres siguen recibiendo malos modos por parte del sexo masculino cuando aseguran que les gustan los videojuegos o cuando se dedican a ello profesionalmente. Y esto no representa nada más que los coletazos del machismo recalcitrante que ha reinado siempre en este país, y en los otros también.

El mundo de los jugones fue, desde los ochenta, un terreno muy masculino, y las chicas han ido llegando poco a poco durante treinta y tantos años. Sin embargo, hoy día, cuando se supone que la igualdad de sexos en terrenos tan estúpidos como éste debería estar más que superada, parece que los nuevos cachorros digitales siguen la antigua directriz de «las mujeres no servís para estas cosas».

Marina Amores no es nada nueva en estos terrenos farragosos. En septiembre del año 2014 se embarcó con unas cuantas amigas del mundillo en el proyecto ‘True Gamers Girls‘, una publicación en línea de un único número que venía a responder a la aparición de ‘Gamer Girls’, la revista erótica masculina vinculada al mundo videojueguil femenino de una manera bastante poco acertada y muy ridícula.

'Mujeres + Videojuegos'

‘Mujeres + Videojuegos’

También, en noviembre de ese mismo año y junto con Xabier Pou, se aventura en el rodaje de otro documental, ‘Detrás del juego‘, que cuenta los entresijos de la programación de videojuegos en España, pero desde un punto de vista que incluía no sólo a los desarrolladores, sino también a otros agentes del mercado, como profesores, personal de la prensa especializada, jugadores, etcétera.

En estas páginas llenas de bits ya hemos hablado alguna vez de los problemas a los que se enfrentan las mujeres dentro de las disciplinas tecnológicas, en general, y alrededor de los videojuegos, en particular. Comentamos en su época la polémica de Jade Raymond y, años después, la historia del acoso a Jenny Haniver. Asimismo, hemos hablado de los casos de Rachel Giordano y Charlotte Benjamin, y nunca llegamos a escribir nada de las controversias de Anita Sarkeesian, Zoe Quinn o el Gamergate, pero quizás lo hagamos algún día.

Y esto parece que no tiene fin ni forma de solucionarse más pronto que tarde. El mundo real sigue siendo machista, y la copia digital del mundo real es igual o peor, pues proporciona esa falsa sensación de anonimato que ofrecen las teclas conectadas.

Marina, además, no ha encontrado fácil la realización del reportaje, pues resultó complicado buscar mujeres y, sobre todo, mujeres que quisieran hablar frente a una cámara. Llámalo miedo, complejos o llámalo equis, pero, aún así, el reportaje consigue dar algo de voz a las chicas del sector para que puedan expresarse y compartir sus experiencias y puntos de vista.

‘Mujeres + Videojuegos’ ya ha sido estrenado, pero no se puede ver aún online, aunque próximamente será publicado en YouTube. De todas maneras, y para el que quiera darse una vuelta, el 9 de julio (19:00 horas), en la Escola de Noves Tecnologies Interactives de Barcelona se proyectará otro pase. Por el momento, nos tenemos que conformar con el tráiler que os ofrecemos a continuación.

[Retropapelote de la semana] ‘Moon Cresta’

Cartel publicitario de 'Moon Cresta' (clic para ampliar)

Cartel publicitario de ‘Moon Cresta’ (clic para ampliar)

¡Accción explosiva! Así rezaba este cartel publicitario de Taito anunciando el ‘Moon Cresta‘, un shooter de scroll vertical que apareció en julio de 1980 y que heredaba directamente de videojuegos como ‘Space Invaders’ (Taito, 1978) o ‘Galaxian’ (Namco, 1979).

Desarrollado por Shigeki Fujiwara y distribuido por varias compañías, ‘Moon Cresta’ apareció como versión arcade primero y, después, según iba pasando el tiempo, para ZX Spectrum, Commodore 64, Microtan 65, Atari 7800, BBC Micro, Amstrad CPC, Dragon 32, Sharp X6800 y SNES. En los últimos años ha sido portado también a PlayStation 2 y para la consola virtual de Wii.

Con su flamante procesador Z80 por bandera, fue uno de los primeros shoot ‘em up de varios niveles, algo que era muy sofisticado en su época. Además, el concepto de las tres naves acopladas fue algo bastante único para el momento, e incluso anterior a ‘Galaga’ (Namco, 1981).

‘Moon Cresta’ tuvo unos cuantos clones, pero no debemos confundirlos con la licencia original que obtuvo la distribuidora Gremlin en septiembre de 1980.

Un gran juego digno de ser recordado por aquí.

Cómo una tipografía puede arruinarte una campaña electoral (o no)

Jeb! 2016

Jeb! 2016

O eso es lo que creen los expertos en estas lides, que se están quedan más a gusto que un arbusto despotricando contra el logotipo de la campaña a la candidatura presidencial del señor Jeb Bush, el que fue gobernador de Florida y el que es hijo del expresidente George H. W. Bush y hermano del también expresidente George W. Bush.

Steven Heller, experto mundial que ha escrito docenas de libros de todo aquello relacionado con el diseño de marcas y la tipografía para infografía y carteles, se desquita tranquilamente así: «Es un pedazo de mierda, y usted puede citarme así». Y no es el único en ser tan crítico, el famoso tipógrafo Chester Jenkins también opina parecido, aunque es un poco más suave al respecto en sus formas: «El logotipo no es malo como gráfico, pero como pieza tipográfica tiene demasiados problemas«.

Logo Jeb! 2016

Logo Jeb! 2016

Bush, el tercer miembro de la dinastía política republicana que aspira a la Casa Blanca, reveló su logo (escrito en fuente Baskerville) en Twitter este pasado domingo. Desde ese momento han corrido ríos de tinta-e acerca de la fuente y los colores, y todo lo que ello conlleva y significa, y parece que no dice absolutamente nada del hombre que podría ser presidente. La conclusión final de expertos diseñadores gráficos y críticos es que el logotipo tiene unos pocos problemillas.

El primero de todos ellos parecen ser las letras, que son muy grandes si se considera que representan esencialmente el conjunto de logotipo. Además, no existen los típicos estereotipos iconográficos de la cultura norteamericana, como barras y estrella o un águila, algo que ayude a guiar el ojo lejos de los cuatro caracteres de color rojo brillante en una fuente o tipo de letra que Jenkins describe como «un peso no muy agradable» para unos tipos del siglo XX.

Para él, pues, es muy ordinario. La persona que diseñó «Jeb!» utiliza una fuente fuera de cualquier convenio o estándar gráfico razonable, y el resultado es un logotipo que podría haber sido creado por cualquier niño con un Mac.

Más allá de todo eso, no es en absoluto original. Bush ha estado utilizando alguna variación de este «Jeb!» desde 1994, cuando intentó llegar (sin éxito) a gobernador de Florida. Encontramos por ahí una cápsula del tiempo perfecta, y no es otra cosa que la siguiente fotografía que muestra a Jeb junto a su radiante padre, George H. W. Bush, luciendo una gorra de béisbol blanca estampada con «Jeb» en Benguiat, una fuente diseñada en 1978; el mismo tipo de letra utilizada en los títulos de apertura de ‘Star Trek: Generations’ (1994).

Jeb Bush y su padre en 1994

Jeb Bush y su padre en 1994

El equipo de Bush ha ganado algunos puntos por la actualización de la fuente, pero ha perdido muchos más por hacerlo tan mal. Jenkins, además, comenta que algo más de espacio entre la «J» y «e» habría creado mucho más equilibrio y, también, que el signo de exclamación está fuera de cualquier proporción con respecto al resto de las letras: «No está del todo claro si la admiración ha sido escalada una cantidad de tamaño específica, ya que sus dimensiones no casan con nada dentro del logotipo». La parte baja de las curvas de la «J» y del signo «!» casi de alinean, pero no lo suficiente. Es lo que los expertos conocen como rebasamiento (overshoot, en inglés), que es el efecto de hacer sobresalir una letra por debajo de la línea de base, o por encima de la altura de las minúsculas, con el fin de compensar la sensación de empequeñecimiento óptico. En este caso confunde al ojo.

Y claro, ¿ese 2016 debajo? Si bien no es la parte más ofensiva del logo, podría haberse situado un poco más arriba y la derecha. Además, dice el tipógrafo Tobias Frere-Jones que el año «se encuentra en un tipo sans [paloseco] que es demasiado mecánico para armonizar con la forma de las letras principales y demasiado débil para crear un contraste deliberado«.

A fin de cuentas, el logotipo es más adecuado para el alfiler de una corbata presidencial perfectamente anudada. Como diseñador gráfico, David Carson dice: «Es lo que me habría esperado del personaje Jed Clampett, de la serie de los sesenta ‘Los nuevos ricos’, si hubiera optado por la alcaldía al ayuntamiento de Beverly Hills. Este logotipo no indica nada nuevo, emocionante o progresiva; no es ni serio, ni demasiado educado«.

El reconocido tipógrafo Jonathan Hoefler está igualmente impresionado: «No tiene ninguno de los toques profesional del logo de Hillary, aunque no puedo evitar preguntarme si es un intento deliberado de hacer que ella parezca menos accesible». Todo ello envuelto en el alboroto que también rodea a la enseña de Hillary Clinton para las presidenciales de 2016. Asimismo, Mike Murphy, estratega político que ha trabajado con la familia Bush en el pasado, ha llegado en defensa del logotipo: «funciona bien, es limpio, fácil de ver desde lejos, optimista y, más que nada, coherente».

Y, así las cosas, embebidos en estas batallas campales por la identidad gráfica de un candidato, los estadounidenses se preguntan si realmente es esto tan importante. ¿Una tipografía puede arruinarte una campaña electoral? No lo sé.

Sinclair ZX Microdrive: auge y caída de una tecnología de almacenamiento «revolucionaria»

Sinclair ZX Microdrive

Sinclair ZX Microdrive

Clive Sinclair afirmó el 23 de abril de 1982 que tenía intención de revolucionar el mundo del almacenamiento del ordenador personal. Un sistema significativamente más barato que el establecido en el momento por las 5,25 pulgadas y, también, que los formatos emergentes de unidades de disquete de 3,5 pulgadas, el juguete nuevo del tío Clive iba a «cambiar el panorama de la computación personal». Quizás exageró un poco; este notable avance tardó más de dieciocho meses en llegar al mercado y se convirtió en un sinónimo de retrasos y decepción. Esta es su historia.

En el lanzamiento del ZX Spectrum, que tuvo lugar el primer día de la Earl’s Court Computer Fair de 1982, Sinclair presentó el prototipo de ZX Microdrive a los periodistas reunidos allí y proporcionó una breve descripción de las capacidades prometidas del dispositivo. Muchos quedaron impresionados. El semanal ‘Popular Computing’ llegó a decir que «tal vez es el mejor conejo que Clive ha sacado de su chistera de mago. Se trata de una unidad de disco muy pequeña que utiliza dos disquetes de un cuarto de pulgada, con una capacidad por cada disquete de 100 KB y una tasa de transferencia de 16 KB por segundo. Además, seremos capaces de conectar hasta ocho de estas unidades a un ZX Spectrum. Y todo ello a un precio de 50 £«.

Y es que el precio era realmente extraordinario e innovador, teniendo en cuenta, por ejemplo, que un disco duro de 5,25 pulgadas de Commodore para el ordenador VIC-20 (lanzado en la misma época) costaba un poco menos de 400 £, esto es, ocho veces el precio de la oferta de Sinclair (aunque con un poco más de capacidad). Incluso los agresivos precios que llevó Sony al Reino Unido en noviembre de 1982 para su unidad de disquete de 3,5 pulgadas eran todavía bastante superiores a los de Microdrive, 235 £ (también de mayor capacidad).

Publicidad de Microdrive (clic para ampliar)

Publicidad de Microdrive (clic para ampliar)

En aquel lanzamiento de ZX Spectrum, Sinclair admitió que el Microdrive no podría llegar a las estanterías hasta finales de año. 1982 llegó a su fin, y, mágicamente, la estrategia publicitaria con la que se describía al ZX Microdrive comenzó a cambiar. Los anuncios de 1982 habían descrito el producto como «un único microdisco intercambiable«. Pero hacia finales de año, ese texto se cambió para que dijera «un único medio de almacenamiento intercambiable«. La ventana de lanzamiento del dispositivo que se barajaba en la publicidad era de «finales de este año [1982]» a «principios de 1983». ¿Qué estaba sucediendo?

En la primavera de 1983 todavía no había indicios del producto prometido. Nigel Searle, a la sazón jefe de la división de computadoras de Sinclair, tuvo que dar la cara: «El diseño ha sido finalizado y ahora estamos a la espera de que nos lleguen unos chips semiconductores fabricados a medida», dijo a la prensa. Y agregó: «El retraso en el Microdrive ha sido el resultado de dificultades mecánicas que no habíamos previsto. Pero ya han sido resueltas y, además, se ha mejorado el rendimiento de las unidades; ahora son mucho más fiables de lo que esperábamos lograr».

Por aquel momento ya se rumoreaba que el Microdrive no estaba basado en tecnología de disco rotatorio, tomando como referencia el cambio en el eslogan publicitario antes comentado. Parecía que, en lugar de ello, se utilizaría un rollo de cinta de alta velocidad, como apuntaba la revista británica ‘Your Computer’. De hecho, la publicación añade que, probablemente, las unidades de Microdrive ya estaban pensadas así desde hace mucho antes.

Sinclair ZX Microdrive

Sinclair ZX Microdrive

Entre tanto fue pasando el tiempo, y el trabajo de desarrollo de Sinclair Research estaba hecho. En julio de 1983, la compañía anunció que comenzaría el envío de unidades ZX Microdrive, junto con la ZX Interface 1 (complemento necesario para conectarlas al Spectrum), en el siguiente mes de septiembre. Las primeras 1.000 unidades se ofrecían específicamente para la gente que había comprado ya ordenadores ZX Spectrum, como compensación por haber tenido que esperar tanto tiempo.

Cartucho Microdrive

Cartucho Microdrive

En aquel momento, y para sorpresa de muchos y afirmación de otros, se confirmó que cada cartucho Microdrive (de 43 × 30 × 5 mm) no contenía un disco dentro, sino un bucle o rollo de cinta magnética de 2 mm de ancho y fabricada (y en esto Sinclair fue tajante e insistente) con los mismos materiales que la cinta de vídeo de alta calidad, y no con lo que te encontrarías dentro de un casete de audio normal y corriente. Aún así, bastantes fueron aquellos que acusaron a Sinclair de mentir en un primer momento y de vender humo, pues su Spectrum parecía estar condenado a utilizar unidades de cinta de por vida; llámalo casete, llámalo Microdrive.

David Southward, que supervisaba el trabajo de Sinclair Research en los dispositivos periféricos, tomó el control general del proyecto Microdrive en 1982 y puso al frente del trabajo de electrónica analógica del producto a Ben Cheese, un ingeniero electrónico.

El diseñador industrial de Sinclair Rick Dickinson fue el encargado de darle forma a aquel aparato. Dickinson, que dejó la empresa en 1986 para establecer su propia agencia de diseño, comentaba que el aspecto del Microdrive surgió directamente desde el propio Spectrum en sí, replicando la carcasa de plástico de la computadora con su sección trasera levantada como distintivo, e incluso con una placa frontal superior de aluminio pintada de negro, de acuerdo al característico diseño del ZX Spectrum.

Interior del cartucho Microdrive

Interior del cartucho Microdrive

La interfaz ZX Interface 1, que conectaba el Microdrive al ZX Spectrum, fue diseñada por Martin Brennan, que posteriormente trabajaría en la consola de videojuegos Jaguar de Atari. Brennan diseñó la electrónica de la interfaz y produjo el chip ROM de la unidad, escribiendo el código por sí mismo. El diseño mecánico fue dirigido por John Williams.

Ian Logan, un programador independiente de Lincolnshire, también escritor y médico, fue el encargado de escribir los comandos adicionales para el BASIC del Spectrum con el fin de que los usuarios del microordenador pudieran interactuar con Microdrive. Dichos comandos fueron alojados en el chip ROM de 8 KB de la ZX Interface 1, por lo que parcheaban el repertorio original de comandos del ordenador cuando la interfaz se conectaba.

La participación de Logan se detalla en un libro que, en aquella época, tuvo un gran éxito, ‘The Complete Spectrum Rom Disassembly‘, escrito junto con Frank O’Hara. Logan repasa el firmware del equipo, detallando las rutinas, las ubicaciones de las tablas de salto y demás. El resultado fue un manual de referencia muy completo, no sólo para la gran demanda de aspirantes a escritores de código máquina del momento, sino también para los propios empleados de Sinclair Research, pues la compañía no ofreció un compendio de referencia tan detallado como este.

Esquema del circuito de Microdrive (clic para ampliar)

Esquema del circuito de Microdrive (clic para ampliar)

Los primeros Microdrives salieron al mercado con chips EPROM con el objeto de que pudieran ser actualizados con nuevo código posteriormente. Y es que Sinclair quería rediseñar la placa de circuitos en algún momento, y la grabación de un chip ROM definitivo tendría lugar sólo cuando se hubieran dado por depurados algunos errores en el código vigente con el que en ese momento salió a la venta el dispositivo. Rápidamente se supo que había otros problemas añadidos también. La velocidad era la cuestión principal, y también el uso regular de las unidades que revelaría los puntos débiles del diseño.

Como todos los medios basados en una cinta magnética muy estrecha y delgada, los Microdrives acumulaban partículas del material de óxido magnético, un problema exacerbado por la necesidad de tirar de la cinta de 2 mm de ancho y la fricción adicional que ello inducía. La cinta se movía envuelta en una rueda de goma en el interior del pequeño cartucho, manteniéndola entre ella y una pequeña rueda de plástico. Al encender la unidad, la velocidad de la cinta sobre la cabeza lectora pasaba de 0 a 750 milímetros por segundo, lo cual se traducía en un gran tirón que llevaba a un estiramiento tal de la cinta en el punto que, comúnmente, se descentraba de su paso entre las ruedas del mecanismo. Las versiones posteriores de la unidad incorporaban un condensador de 22µF para permitir al motor llegar a la velocidad de funcionamiento completo más paulatinamente y sin tantos problemas.

Mecanismo del cabezal de Microdrive (clic para ampliar)

Mecanismo del cabezal de Microdrive (clic para ampliar)

Incluso Sinclair, en el propio manual del dispositivo, tuvo que admitir que «los cartuchos de Microdrive no durarán para siempre y, con el tiempo, tendrán que ser reemplazados. El síntoma de envejecimiento de un cartucho es que el equipo invierte más tiempo y más tiempo para encontrar un programa o archivo antes de cargarlo. Así que resulta una buena idea mantener copias de seguridad de los programas y archivos importantes en otro cartucho o en una cinta». Empezábamos bien si esto venía ya en el manual.

Más pegas. Mientras que las unidades de Microdrive costaban 49,95 £, lo cual era considerado como muy barato, con los cartuchos de repuesto ocurría todo lo contrario, pues salían por 4,95 £ cada uno, y eso es alrededor de tres veces el precio de un disquete de 5,25 pulgadas del momento. Además, la capacidad de almacenamiento, que se dijo inicialmente que iba a ser de 100 KB, se había convertido durante la publicidad de lanzamiento en «no menos de 85 KB«, para permitir las pérdidas por pequeñas diferencias en la longitud de la cinta de diferentes cartuchos, por motores funcionando a velocidades ligeramente diferentes en diferentes unidades y, en menor medida, por los sectores defectuosos en la cinta.

Más problemas. Cada cartucho no podía contener más de 50 archivos, y la información tenía que ser leída directamente en la memoria del Spectrum por lo que, para modificar un fichero, el aparato borraba el original y escribía la nueva versión en la cinta. No había manera de modificar los archivos directamente, una consecuencia de la falta de un verdadero acceso aleatorio en la unidad.

Y seguimos. Las propias unidades físicas tenían defectos de diseño. Agregar unidades adicionales (hasta 8 en serie) parecía una tarea fácil: bastaba unir unas con otras con un cable plano que se conectaba en el lateral de cada dispositivo. Pero cada unidad, también, había de ser unida a la siguiente mediante un soporte especial de anclaje, porque en Sinclair estaban muy preocupados de que un Microdrive fuera golpeado inadvertidamente y rompiera o cortara su conexión, dando al traste con el sistema y pudiendo, potencialmente, perder todos los datos de un usuario.

Además, algo más tarde, se descubrió que el montaje del sistema que detectaba si la pestaña de protección contra escritura de un cartucho había sido retirada, fue colocado de manera tal que una inserción demasiado vigorosa de dicho cartucho en la unidad podría causar que se doblara, provocando un funcionamiento incorrecto del sistema.

Sistema de expansión a la venta

Sistema de expansión a la venta

A principios de 1984, Sinclair dio a conocer que habían sido vendidas menos de 1.000 unidades Microdrive (incluyendo las nuevas del Sinclair QL) y, aunque aparecieron un par de aplicaciones que habían sido adaptadas para hacer uso de este sistema en almacenamiento de datos, para la mayoría de los desarrolladores de juegos la tecnología era demasiado cara: los jóvenes jugadores, que eran sus clientes, no tenían dinero suficiente en sus bolsillos. Por supuesto, esto ayudó a limitar el número de juegos disponibles en Microdrive. A principios de 1985, Sinclair baja estrepitosamente el precio de los cartuchos a 1,99 £ con el fin de ponerlos en línea con los precios de los disquetes.

Sinclair QL queda suspendido de producción en 1985 para ahorrar dinero (la compañía admitió una pérdida de 18,3 millones de libras). Cuando Amstrad adquirió la empresa en crisis en 1986 por 5.000.000 £, se le dió la puntilla formalmente a la computadora y a la plataforma Microdrive. Amstrad estaba interesada en el formato de disco de 3 pulgadas que había comprado en Asia para su nuevo equipo orientado a eliminar las máquinas de escribir de los escritorios, el PCW8256, y quiso extenderlo, además, a otras máquinas para lograr precios más bajos a través de mayores volúmenes de compra, haciendo crecer así la base de usuarios. Así pues, Amstrad se cargó el polémico Microdrive de un plumazo.

Juego en Microdrive

Juego en Microdrive

El hecho de que el Sinclair ZX Microdrive pueda haber sido, pues, una especie de callejón sin salida en la evolución del almacenamiento de datos, no resta valor a la novedad tecnológica, ni a los esfuerzos de las personas que trabajaron en aquello, ilusionadas, para convertirlo en un sistema de almacenamiento comercial viable para los microordenadores de 8 bits. El tiempo los almacenará en su justa estantería de honor, junto a su hermano mayor, ZX Spectrum.

[Retropapelote de la semana] El primer reloj inteligente

LINUX Journal

LINUX Journal

En el retropapelote de esta semana os traemos la portada de la revista LINUX Journal de julio del año 2000. En ella podemos observar el anuncio del «primer» reloj inteligente que montaba GNU/Linux como sistema operativo: el proyecto WearComp Linux Project, dirigido por Steve Mann de la Universidad de Toronto, Canadá.

La competición por ser el primero de los relojes inteligente está muy reñida. Unos apuntan a los relojes de Seiko de últimos de los años setenta y primeros de los ochenta, pues algunos disponían de teclado externo y de la capacidad de almacenar hasta dos mil caracteres, con ciertas capacidades de computación.

Otros expertos señalan hacia el IBM WatchPad como primer smartwatch. Este reloj corrió diversas versiones de Linux y, en sus más avanzados modelos, disponía de Bluetooth, 8 MB de RAM, memoria flash de 16 MB, acelerómetro, vibración y sensor de huellas digitales, entre otras características.

Sin embargo, la mayor parte de los entendidos opinan que el WearComp fue el primer reloj realmente inteligente, pues es anterior al de IBM y, además, no consideran a los de Seiko como «inteligentes».

El proyecto WearComp se presentó en 1998 como un prototipo totalmente funcional y, en el año 2000, se realizó una demostración de la primera videoconferencia vía reloj. Y es que este aparato, realmente, sólo servía para dar la hora y para realizar llamadas de vídeo. Necesitaba de un transmisor que se ocultaba bajo la ropa y transmitía imágenes a razón de 7 fotogramas por segundo, con una profundidad de color de 24 bits y que podían verse en su pantalla VGA de 640×480 píxeles.

El reloj corría una versión de Linaccess (Linux + Accesibilidad). Todo un aparato molón de hace quince años.

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