El ‘Chess Wizard’ de la película ‘La cosa’ era, en realidad, un Apple II

'La cosa'

‘La cosa’

En la película ‘La cosa (El enigma de otro mundo)‘ (‘The Thing’, 1982), en una de las escenas iniciales, se nos muestra al piloto de helicóptero R. J. MacReady (interpretado por Kurt Russell) en un momento de asueto jugando, en una estancia de la estación experimental, al ‘Chess Wizard‘, una supuesta computadora de ajedrez.

La máquina, que interactúa con el hombre por medio de una voz femenina sintetizada, realiza un movimiento de pieza y gana la partida por jaque mate. MacReady, con un cabreo monumental, acusa de tramposa a la computadora y derrama en su interior, a través de una tapa abatible, un vaso de güisqui, destruyéndola. Tras el siguiente párrafo, podemos ver el vídeo completo del momento.

Chess Wizard

Chess Wizard

‘Chess Wizard’ es, en concreto, un software real de juego de ajedrez que corría sobre un Appel IIel ordenador doméstico de Apple de 1977—, que no es otro que el que aparece en estos planos del telefilme, algo rotulado y modificado.

Curiosamente, el equipo de grabación de la película tenía la intención de colocar a Kurt Russell y a la pantalla de la máquina en el mismo plano, pero los resultados fotográficos de las pruebas fueron inaceptables. Finalmente, se hubo de convertir la imagen en vídeo analógico de 25 FPS y tuvo que grabarse en un cinta U-matic de 3/4 de pulgada, que se reproducía después.

Apple II

Apple II

Como curiosidad final, comentar que la única presencia femenina en toda la película es la voz de esta computadora de ajedrez, doblada por la entonces esposa del director John Carpenter, Adrienne Barbeau.

Los arquetipos de videojuegos más adictivos

Videojuegos adictivos

Videojuegos adictivos

Si bien cada género de videojuegos tiene sus propios adeptos, fieles e incondicionales, también es cierto que existen según qué prototipos o patrones de entretenimiento que seducen más a los jugadores y que captan su atención desde el minuto uno. Y todo ello porque determinados modelos de pasatiempos entran por los ojos más que otros al común de los mortales, como los videojuegos de lógica, los puzles, los juegos de realidad aumentada, la estrategia en tiempo real, los juegos clásicos de casino o los mundos abiertos.

Lo que atrae de un juego de vídeo a nuestro cerebro (de forma muy básica) desde el principio de los tiempos digitales es el conjunto de imagen, sonido y movimiento, tres conceptos que se pueden aplicar a otros muchos estilos de entretenimiento clásicos, como la televisión, el teatro o el cine. Aquello que existía en las antiguas consolas y microordenadores primigenios, hoy ya no tendría sentido sin otras variables como los millones de colores, las bandas sonoras, los movimientos realistas, la división en niveles, reglas sencillas, los puntos de experiencia, las metas, las mejoras, manejo intuitivo o la posibilidad de ganar dinero físico real.

El hecho de que un videojuego se convierta en un algo adictivo —entendiendo adicción como entretenimiento atractivo y no como una enfermedad—, se establece fundamentalmente de manera bioquímica en nuestro cerebro como una respuesta neurológica que produce placer. Y eso está muy relacionado con los modernos entretenimientos.

Un simple juego de puzle como ‘Tetris‘ (1984), cientos de miles de veces imitado y copiado, propone una tarea sencilla, una mecánica simple y una musiquilla pegadiza que lo convierten en un pasatiempo tan adictivo como efectista, sin hacer alarde de increíbles gráficos realistas o composiciones musicales grandiosas. Los videojuegos de lógica, por su lado, como el antiguo ‘Buscaminas‘ (1989) que nos acompaña desde los primeros sistemas operativos de Microsoft, buscan localizar inteligencia y agilidad mental en el jugador por medio de problemas matemáticos simples, de estrategias visuales o de movimientos programados.

¿Por qué ha triunfado ‘Pokemon GO‘ (2016)? Un juego de realidad aumentada siempre es un punto a favor en este momento de la historia del entretenimiento digital y hasta que se pase la fiebre o esta tecnología ya no interese. Localizar animalitos imaginarios en tu mundo real tiene mucho de intentar mezclar o fundir ambos universos, el digital y el tangible, aderezando el asunto con interacción social, competitividad, superación de logros y cierto grado de controversia.

Los juegos de estrategia en tiempo real, como el clásico ‘Age of Empires‘ (1997) o el de cartas coleccionables ‘Clash Royale‘ (2016), son divertimentos sociales en los que se eliminan los turnos de competición y se hace transcurrir la acción de forma continua, convirtiéndolos en juegos de estrategia mucho más dinámicos. Lo que aquí importa es la interacción entre jugadores, ya sea para formar equipos o para destruirse entre adversarios. Este aspecto convierte a la estrategia en tiempo real en una diversión muy competitiva que provoca que los jugadores tiendan a la mejora continuamente, un componente tan social como real que se repite a lo largo de la vida de los seres humanos de continuo.

Y no podemos completar este repaso sin referirnos a los clásicos videojuegos de casino, donde las máquinas tragamonedas, la ruleta, los dados, el blackjack, entre otros muchos, dan su salto desde el mundo real hasta las plataformas digitales en línea. Los juegos de azar nos acompañan desde hace más de tres mil años antes de nuestra era, y las personas siempre han tenido una debilidad especial por el azar y el destino, por aquello de no saber qué extrañas fuerzas hacen que la suerte se incline de tu lado o no. Hoy día, los casinos online se han convertido en un negocio muy prolífico, y el hecho de poder ganar un poco de dinero haciendo pequeñas apuestas llama mucho la atención de estos jugadores, los cuales representan una porción muy importante de la tarta de los videojuegos bastante adictivos.

Para terminar, nos hacemos eco de los videojuegos de mundo abierto, aquellos que ofrecen la posibilidad de deambular por un entorno virtual en el que prácticamente no hay reglas ni barreras y en el que la historia no es lineal. ‘Minecraft‘ (2015) basó su éxito en estas premisas, y es que un videojuego en el que no debes seguir unas reglas prefijadas y en el que puedes moverte de forma más o menos libre hace las delicias de los jugadores más independientes.

Como decíamos al principio, cada género tiene sus propios adeptos, y si bien los comentados pueden ser los más arquetípicos, cualquier jugón con clase podría viciarse con los ochenteros videojuegos de plataformas, las aventuras gráficas de toda la vida, los juegos de carreras, los shoot ‘em up, las mascotas virtuales, simuladores de vuelo, simuladores de vida o los survival horror. Nunca es un mal momento para echar una partidita.

‘Bradley Trainer’: el proyecto militar secreto de Atari

Atari 'Battlezone'

Atari ‘Battlezone’

El arcade de Atari ‘Battlezone‘ vio la luz en 1980 generando una gran expectación por lo novedoso del videojuego, su entorno vectorial, la libertad de movimientos y una simulación fuera de serie para la época. Era un shoot ‘em up que ponía al jugador a los mandos de un tanque, en una llanura de horizonte montañoso, y con el objetivo claro de aniquilar tanques enemigos, misiles guiados y hasta ovnis.

Atari fabricó 15 000 de aquellas máquinas de pantalla de orientación horizontal, dos mandos de manejo (uno de ellos con botón de disparo), pantalla CRT en blanco y negro con una cubierta de color y sonido monoaural. Pero un inesperado interés militar por ‘Battlezone’ cambió el rumbo de la empresa estadounidense en aquel momento. Entrenar soldados era un negocio muy costoso, y el ejército americano estaba buscando alternativas virtuales para que los reclutas pudieran ser instruidos en un ambiente seguro y por una fracción del costo. Acababa de nacer el proyecto ‘Bradley Trainer’.

Muchos detalles de esta historia son vagos debido a su naturaleza misma de secretismo, y hasta hace bien poco se creyó que simplemente era una leyenda urbana o un cuento de hombres de negro y secretos de estado al más puro estilo de ‘Polybius‘. Pero hoy, los actores principales de aquella historia han asegurado su veracidad, y es que el proyecto no era, ciertamente, el cometido habitual de Atari, pero representó un negocio redondo para la compañía.

Atari 'Battlezone'

Atari ‘Battlezone’

Tras la salida pública de ‘Battlezone’, un grupo de oficiales retirados del ejército se acercó a las puertas de Atari con una propuesta en un maletín: adaptar el código de ‘Battlezone’ para fabricar un simulador adecuado a la formación de nuevos reclutas. Los militares querían, concretamente, un simulador de un M2 Bradley, un vehículo de combate de infantería que tomó su nombre en honor al general Omar Nelson Bradley, fallecido en 1981.

El equipo de desarrollo de Atari que trabajaba en el simulador estaba dividido en lo que respectaba a su compromiso con el proyecto, ya que algunos trabajadores no querían formar parte de una colaboración tal con militares y proponían dedicarse exclusivamente a programar videojuegos. Sin embargo, la dirección de la empresa no tenía la menor intención de dejar escapar su porción de aquella jugosa tarta.

Pero primero tuvieron que convencer a Ed Rottberg, el desarrollador original de ‘Battlezone’. En una entrevista que concedió a la revista Retro Gamer en el año 2007, Ed aseguraba que, en esa época, él era un pacifista que no deseaba ayudar a entrenar a gente para matar. Además, comentaba que si tienes un contrato militar, el gobierno puede imponerte una gran cantidad de restricciones, por lo que nunca pensó que aquel trabajo fuera saludable para Atari. Pero la gerencia estaba por encima de sus pretensiones.

Otro programador de Atari, Dave Theurer —el creador de ‘Missile Command‘, del mismo año que ‘Battlezone’— fue muy insistente en que, si querían su participación en el proyecto, el simulador debía de ser esencialmente un juego defensivo, nunca ofensivo. Ambos desarrolladores hacían referencia a las fábricas de automoción que fueron rediseñadas durante la Segunda Guerra Mundial para producir aviones y tanques, algo que ellos no deseaban que sucediera con Atari.

Con toda esta controversia encima de la mesa, Atari tuvo que llegar a un acuerdo de trabajo con la condición de que no terminaran por convertirse en un contratista de defensa; la compañía sólo construiría los arcades y programaría el software, los vendería y se volvería con un abultado cheque debajo del brazo. Y así comenzó el trabajo, con el ingeniero Rick Moncrief al frente del recién creado Atari’s Special Projects Group; el programador Hans Hansen, que trabajó en la conversión de imágenes reales de hardware militar a gráficos vectoriales; el ingeniero Otto De Runz, responsable de traducir a software los controles de la vida real de un vehículo Bradley; y los dos desarrolladores antes mencionados, Ed Rotberg y Dave Theurer, además de otras personas.

Tormenta de ideas del equipo del proyecto

Tormenta de ideas del equipo del proyecto

Pero había todavía un aire de incertidumbre sobre este proyecto en cada recoveco de la empresa. Muchos ingenieros creían, por principio, que los videojuegos no deberían participar de la actividad militar; después de la Guerra de Vietnam, Estados Unidos se llenó de un gran sentimiento en contra de todo lo bélico. En este contexto, pues, el equipo estuvo bajo presión desde el principio: el proyecto debía ser entregado en diez meses, y el plan era que el simulador fuera exhibido en una conferencia militar en 1981.

El nuevo «juego» se denominó inicialmente ‘Army Battlezone‘. Se hicieron un montón de cambios al código original de ‘Battlezone’ para que reflejara mejor los matices de un vehículo Bradley. También cambiaron los controles en forma de joysticks gemelos del arcade original, sustituyéndolos por mandos de artillería adaptados para poder moverse en ejes x e y. Las armas incluidas fueron una ametralladora, un cañón de munición perforadora de blindaje, proyectiles incendiarios y un misil TOW. El simulador, en definitiva, colocaba al aprendiz de artillero dentro del vehículo de Bradley que, tras identificar con éxito un objetivo enemigo, debía decidir cómo destruirlo utilizando una de las armas mencionadas. El fuego amigo terminaba automáticamente la partida.

Imagen original del software

Imagen original del software

Los plazos se cumplieron sin problemas, y Atari entregó dos prototipos de ‘Bradley Trainer’ para que se mostraran durante la conferencia más arriba mencionada. Lo que ocurrió después es pura especulación; algunos creen que el proyecto no fue más allá, otros que Atari construyó cientos de máquinas para que los militares entrenaran su puntería. Lo cierto es que, si hubiera habido cientos de ‘Bradley Trainer’ por ahí, es seguro que muchos militares hoy día asegurarían haberla utilizado para su entrenamiento, y eso no ha sucedido. Los teóricos de la conspiración señalan que es posible que Atari, físicamente, eliminara todos los indicios del proyecto de su sede. Quién sabe.

Máquina original de 'Bradley Trainer'

Máquina original de ‘Bradley Trainer’

Lo que apunta a ser más fiable es que la compañía produjera aquellos dos prototipos y, por causas desconocidas, el proyecto se diera por terminado en ese punto. De manera increíble y casi fantástica, uno de aquellos dos prototipos de ‘Bradley Trainer’ apareció al lado de un contenedor de basura a la salida de unas oficinas cerradas de la desarrolladora Midway Games, en Chicago (Illinois), en el año 2003. Lo encontró el coleccionista Scott Evans, que tiene a la disposición de quien le interese un sitio web dedicado al arcade simulador, con varias fotografías e información variada.

Máquina original de 'Bradley Trainer'

Máquina original de ‘Bradley Trainer’

Es evidente que gran parte de la historia detrás de ‘Bradley Trainer’ se ha perdido entre la niebla del tiempo. El folclore, el rumor y la especulación se mantienen, pero lo que sí conocemos es la realidad del desarrollo de esta inusual pieza de hardware basada en un arcade y en un videojuego.

El código fuente que llevó al hombre a la Luna (y dónde descargarlo)

La NASA envía el Apollo 11 a la Luna

La NASA envía el Apollo 11 a la Luna

Cuando los programadores del laboratorio de instrumentación del MIT se dispusieron a desarrollar el software de vuelo para el programa espacial Apollo 11 —a mediados de los años sesenta del siglo pasado—, la tecnología necesaria no existía, por lo que tuvieron que inventarla. Así pues, se les ocurrió una nueva manera de almacenar programas informáticos en dispositivos ROM, a la que llamaron «memoria de núcleos cableados«, y que era un paso siguiente a la memoria ordinaria de núcleos magnéticos de ferrita del momento.

También, tuvieron que inventar una versión especial del lenguaje ensamblador que llevaba en su interior miles de líneas de código; y todo ello para el computador Apollo Guidance Computer (AGC), el alma de la misión, esencial para la navegación del módulo de mando y, también, del módulo lunar; y uno de los primeros ordenadores basados circuito integrados.

En la siguiente imagen podemos ver a Margaret Hamilton, directora de ingeniería de software del proyecto, mostrando la montaña de listados de código que conformaban los archivos fuente de las distintas aplicaciones.

Margaret Hamilton

Margaret Hamilton

El código del AGC ha estado disponible para el público general desde hace bastante tiempo, concretamente desde el año 2003, cuando el investigador en tecnología Ron Burkey se preocupó de colgarlo en Internet después de haber transcrito (mecanografiado), a mano, una a una las líneas que aparecían en las imágenes escaneadas de las copias impresas originales del MIT. Aquellas copias fueron digitalizadas originalmente —en Colorado— por un piloto aeronáutico llamado Gary Neff. Posteriormente, el MIT se hizo con aquellos documentos y los puso en línea en forma de imágenes de página, pero la falta de fortuna quiso que muchas de ellas quedaran mutiladas al punto de ser ilegibles en algunos lugares de las fotografías. Burkey reconstruyó manualmente las partes que se podían rescatar, utilizando sus habilidades en ingeniería para rellenar los huecos en blanco. Algo después, consiguió reunirse con Gary Neff y logró hacerse con los escaneos originales, completando el paquete de documentos al cien por cien.

Aunque esta documentación de tan enorme proyecto ha estado un poco escondida y confinada a reductos universitarios, a mediados del año 2016, el extrabajor de la NASA Chris Garry comenzó a colgar completamente en GitHub la totalidad de los archivos fuente del software espacial. Estos archivos se han ido actualizando hasta hace un par de meses, y podemos asegurar que la integridad del proyecto está hoy a la disponibilidad del total de los internautas que deseen consultarlo.

Una de las cosas que más ha llamado la atención de este código fuente es la ristra de comentarios humorísticos que acompañan al código del ACG a modo de chistes, mensajes y referencias locales a los sesenta estadounidenses. Un buen ejemplo se corresponde con los comentarios iniciales del archivo llamado BURN_BABY_BURN--MASTER_IGNITION_ROUTINE.agc (imagen siguiente).

Comentarios jocosos al código (clic para ampliar)

Comentarios jocosos al código (clic para ampliar)

O el fichero denominado LUNAR_LANDING_GUIDANCE_EQUATIONS.agc, en el que parece que dos líneas de código destinadas a ser temporales acabaron siendo permanentes, en contra de las esperanzas de un desolado programador.

Comentarios en el código (clic para ampliar)

Comentarios en el código (clic para ampliar)

Todo un ejemplo de ingeniería e ingenio de los primeros programadores espaciales. Ron Burkey, incluso, utilizó el código para crear un simulador del ACG. Podemos, pues, y para terminar, verlo y disfrutarlo en el siguiente vídeo.

Así era el ingenioso y curioso puzle ‘Crossover’ que comercializó Nintendo en 1981

Crossover

Crossover

Aun estando ocupado el jefe de investigación y desarrollo de Nintendo, Gunpei Yokoi, supervisando el despliegue de las series Silver y Gold de las maquinitas Game & Watch, encontró tiempo para crear una especie de segunda parte de su afamado puzle Ten Billion Barrel de 1980. Aquel nuevo rompecabezas se dio en llamar Nintendo Crossover.

A diferencia de Ten Billion Barrel que fue un gran éxito en todo el mundo, del Crossover sólo se fabricaron unas pocas unidades que no salieron del mercado japonés y estadounidense, por lo que es uno de los artículos más raros, buscados y cotizados de la época juguetera de Nintendo.

El Crossover, anunciado a bombo y platillo como «rompecabezas de luz polarizada«, fue puesto en el mercado en el año 1981 en tres variantes de color diferentes: verde, rojo y morado; costaba 1.000 yenes de la época.

Crossover

Crossover

Era un puzle muy japonés, de mecánica harto sencilla y dificultad endiablada; un artilugio de sección cuadrada y bordes redondeados, con controles deslizantes en los lados que mueven pequeñas teselas o baldosines para crear distintos patrones de color. El objeto del divertimento es sencillo: mover los cuadraditos hasta que todos tengan el mismo color. Cada tesela puede cambiar entre dos colores, el del propio Crossover y blanco (más bien gris, realmente).

Crossover

Crossover

El rompecabezas consta de dieciséis teselas cuadradas dispuestas dentro de una carcasa de plástico en forma de cuadrícula de cuatro filas y cuatro columnas. Las teselas son visibles a través de una tapa transparente, y el objetivo del juego es organizar correctamente la cuadrícula de cuatro por cuatro azulejos de manera que todos muestren el mismo color.

Los pequeños azulejos cambiar de color al moverse siguiendo un patrón que, a primera vista, parece producirse completamente al azar, y es que, a veces, cambian de color y, otras veces, no lo hacen. La verdad es que es bastante desconcertante e intrigante, aunque la culpa de todo la tiene la ingeniería mecánica que lleva por dentro. El juguete tiene cuatro controles deslizantes verticales y cuatro horizontales. Los deslizadores en los extremos opuestos de cada fila y columna están unidos entre sí, por lo que se mueven al unísono. Usando estos deslizadores, podemos mover cuatro teselas al mismo tiempo, en una fila o en una columna.

 

Plano de despiece del Crossover

Plano de despiece del Crossover

¿Y cómo demonios funciona este extraño aparato? La magia de los colores cambiantes se consigue de manera inteligente al polarizar las hojas de plástico que filtran las ondas de luz en una dirección: vertical u horizontal. El interior del Crossover contiene dieciséis pedazos de hojitas de plástico polarizadas, ocho de manera vertical y ocho de forma horizontal. Cada uno de los azulejos del rompecabezas también contiene una pieza de plástico polarizada (ocho verticalmente y ocho horizontalmente), lo que produce que, al mirarlos, lo hacemos a través de dos capas de lámina polarizada. Si ambas capas tienen el mismo tipo de polarización, la luz brilla y el mosaico se ve de color blanco; si las polarizaciones son diferentes, la luz se bloquea y lo que se ve es el color del plástico (verde, rojo o morado).

Esquema de funcionamiento del Crossover

Esquema de funcionamiento del Crossover

Debido a este mecanismo, cada azulejo es capaz —aparentemente y como por arte de magia— de cambiar o de mantener su color cuando se mueve una posición deslizando por una fila o una columna.

El rompecabezas Crossover fue una invención original Gunpei Yokoi para Nintendo, a la que se le concedió la patente estadounidense número 4.402.510 en 1983. Fue un ingenioso rompecabezas que ofrecía un verdadero desafío, el cual podía llevar bastante tiempo solucionar.

Patente del Crossover

Patente del Crossover

En el sitio web de rompecabezas Jaap’s Puzzle Page podemos encontrar los pasos para solucionar el Crossover, así como todas las combinaciones de movimientos y posiciones posibles, algo que se nos antoja una auténtica locura.

Crossover

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