¡Qué lío se está haciendo la gente con la TDT, madre mía!

TDT

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En los últimos meses he tenido que abrir los ojos (y callar la boca) a más de uno a cuenta de la nueva Televisión Digital Terrestre (TDT). No pocos han sido los que han recurrido a mí por ser incapaces de poder grabar con sus grabadores de DVD, comprados hace dos o tres años, de la televisión digital; otros me preguntan por qué si el cable SCART viene del DVD, pasa por el sintonizador TDT y, de ahí, va a la tele no son capaces de grabar más que la niebla de la antigua televisión analógica; y hasta los hay que me dicen que les instale su antiguo vídeo VHS para grabar de canales TDT.

Vamos a ver, porque la explicación es tan sencilla, pero tan sencilla, que de fácil que resulta no voy a saber explicarme. Empecemos por el principio y vayamos poco a poco, procuraré ser lo más cristalino posible.

Remontémonos to the past, cuando teníamos una TV analógica de tubo en casa y nuestro padre compraba el primer vídeo Beta, VHS o V2000 que entraba en nuestro hogar. Si hacéis un poco de memoria os acordaréis de que en el vídeo había que buscar los canales al igual que lo hacíamos en el televisor. Acordaos también de aquel amigo que, como su aparato de TV no tenía mando a distancia pero el del vídeo sí, visualizaba siempre la tele a través del canal habilitado para el reproductor, utilizando el control remoto del mismo. Recordad, por último, cuando se descojonaba el orden de los canales del vídeo, perdiendo la sincronía con los memorizados en el televisor, y de las veces que nos habremos agarrado un buen cabreo por haber puesto a grabar la peli de la tarde de Telecinco y haber terminado grabando el informativo vespertino de Antena 3.

Pues bien, todo ello era debido a que los antiguos vídeos disponían, al igual que las televisiones, de un sintonizador de TV interno. Los vídeos VHS grababan la señal de dicho sintonizador, y no, como muchos piensan, de la imagen de la tele directamente (¿?). Eso nos permitía, por ejemplo, estar grabando un canal y visualizando otro distinto, o tener incluso la tele apagada, porque el que grababa era el propio vídeo de su propio sintonizador.

Hoy en día la manera de sintonización ha cambiado, y si bien la señal sigue llegando por el cable de antena de toda la vida, esta señal es distinta, y necesitamos de sintonizadores diferentes para poder interpretarla. Antiguamente, las ondas televisivas las descifraba (por así decirlo) un sintonizador analógico, hoy hay que hacerlo con uno digital.

Los DVD grabadores que se vendían hasta hace cuatro días venían con un sintonizador analógico (que no digital) incorporado, porque la TDT no era todavía una realidad. Con esos DVD, así, a pelo, nunca podremos grabar la señal digital. Nunca.

Además, por mucho que hayamos comprado un aparato de TDT para la televisión, y por mucho que el cable SCART pase del vídeo a él y de éste a la TV, eso no nos proporciona lo necesario para efectuar grabaciones TDT, porque el sintonizador sólo envía la señal a la tele y su comunicación con el vídeo es un mero puente para televisiones que sólo disponen de un único euroconector.

¿Qué es lo que necesitamos, entonces, para poder disfrutar de nuestro centro multimedia ‘TV-DVD grabador’ como a la antigua usanza, como cuando era el combinado ‘TV-vídeo VHS’? Vamos a desgranar las distintas soluciones de más cara a más barata, entendiendo por la más cara como también la más lógica y la que más nos acerca al futuro y nos une con aquellos montajes del pasado.

SOLUCIÓN 1: Un televisor con TDT + un DVD grabador con TDT. Esta es, obviamente, la mejor solución y, como decíamos, también la más cara. Lo que está claro es que necesitamos dos sintonizadores de TDT, uno para la tele (ver imagen) y otro para el deuvedé (grabar imagen). Es como lo teníamos antiguamente pero en formato digital.

Actualmente ya todas las teles vienen con sintonizador TDT, y todos los grabadores de DVD también. De esta forma deberemos sintonizar los canales en la TV, por un lado, y también en el DVD, por otro, procurando mantener el mismo orden en ambos aparatos para luego no tener confusiones a la hora de grabar. De este modo sólo tendríamos que tener el DVD encendido para grabar (se activan solos al llegar la hora, igual que los VHS) y, por supuesto, podríamos estar viendo un canal por la televisión y grabando otro.

SOLUCIÓN 2: Nuestro televisor antiguo + un sintonizador externo de TDT + un DVD grabador con TDT. Esta sería una segunda opción más económica, ya que no tenemos necesidad de cambiar el aparato de TV. El sintonizador externo enviaría la señal a la tele (ver imagen) y el sintonizador del DVD alimentaría su propia señal (grabar imagen).

La mayoría de los sintonizadores externos de televisión digital vienen con dos tomas de euroconector en su parte trasera, de una llevamos un cable a la tele (OUT) y de la otra llevamos otro cable al DVD (IN). Es un error pensar que este montaje hace llegar la señal TDT al DVD, porque, como su nombre (IN) indica, esta toma es una entrada al TDT que viene del vídeo. Su misión es servir de puente o pasarela para la señal que emite el vídeo y, así, ahorrarnos cables por detrás del mueble. Además, si nuestra tele es muy antigua y sólo tiene un euroconector, nos permite enchufar tanto TDT como DVD a un solo punto de entrada.

Podríamos hacer una analogía entre esta pasarela y la que traían las antiguas unidades de disco Zip (de Iomega) de puerto paralelo para poder conectar la impresora y utilizar un único puerto para dos cacharros.

Existen otros aparatos de TDT que tienen dos salidas de señal (OUT) pero internamente un solo sintonizador. Esto podría llevar la señal a una TV y a un DVD, pero con el inconveniente de que sólo podríamos grabar el programa que estemos visualizando en ese momento; en cuanto cambiemos de canal cambiaría también la grabación. Así mismo tampoco podríamos apagar el TDT, porque el DVD dejaría de recibir la señal. Estos instrumentos están pensados para enviar la señal a dos televisores o para salir del paso someramente si no queremos programar grabaciones muy avanzadas.

SOLUCIÓN 3: Nuestro televisor antiguo + nuestro DVD grabador antiguo + un aparato externo de TDT con doble sintonizador. Esta es la opción más barata y también la menos recomendada, aunque dependiendo de la economía familiar es totalmente válida para tirar adelante. En este caso no tendríamos que deshacernos ni de la tele ni del deuvedé, porque el doble sintonizador de TDT nos provee de dos vías de llegada de señal totalmente separadas.

Hay que atender a dos pequeñas puntualizaciones, y es que, en este supuesto, nuestro DVD deberá de disponer de una entrada (IN) de señal externa vía euroconector (que no siempre es el caso) y, además, el aparato de TDT deberá estar encendido cuando dejemos programada una grabación.

Otra opción enmarcada en esta última sería realizar una burrada tal como adquirir dos sintonizadores independientes externos para cada uno de los elementos. Esto, a parte de que multiplica cables de señal y corriente, puede hacer elevar la temperatura del entorno en varios grados, porque estos cacharros se calientan un huevo.

Reseñar también que ahora muchos receptores de TDT vienen con conexiones de diversa naturaleza y, además del típico euroconector, tienen salidas de señal RGB, VGA, DVI y hasta HDMI, por lo que las posibilidades que tenemos son inmensas.

Lo que tenemos que tener claro es que tanto el DVD como el televisor necesitan de una señal sintonizada para funcionar independientemente, y la única opción es disponer de dos sintonizadores autónomos para cada acción y, a poder ser, integrados en los propios aparatos.

Y el que quiera grabar TDT desde su viejo vídeo VHS, que se vaya quitando esa idea de la cabeza porque, aunque no hay nada imposible (si el vídeo tiene una entrada SCART de señal), la calidad de grabación con respecto a la de emisión dejaría bastante que desear y no merecería la pena en ningún caso.

Por último, comentar que la cosa se puede complicar si añadimos servicios como el MHP o la TDT de pago. En ambos casos, los sintonizadores (internos o externos) deberán estar preparados para tales fines. En lo que a la plataforma MHP se refiere, el decodificador TDT no puede ser cualquiera, y si hemos comprado uno de los baratitos lo más seguro es que no tenga dicha funcionalidad. Si el aparato es integrado, habrá que consultar al fabricante si dispone de esta tecnología; en caso contrario toca comprar tele nueva o sintonizador externo.

Por su lado, la TDT de pago (el caso, por ejemplo, de Gol Televisión) requiere de sintonizadores especiales con una ranura para la tarjeta de abonado (al estilo Canal+). Si el sintonizador es interno, deberemos comprobar que la TV tenga una ranura PCMCIA (como los antiguos portátiles, sí) donde se coloca una tarjeta especial que, a su vez, viene provista de la ranura de marras. Si no es así, lo mismo de antes, toca comprar tele nueva o sintonizador externo.

Estamos en pleno despegue de la Televisión Digital Terrestre y es normal que la gente se líe y que se nos llene la casa de cables y aparatitos. Esperemos que dentro de unos cuantos años, en los que el parque de televisores y DVD grabadores se vaya renovando de forma natural, el mercado regularice sus productos y sea normal disponer de todas las funcionalidades de manera nativa y completa.

1 KB no es 1 Kb

Bits

Bits

Frecuentemente vemos representadas las siglas «KB» y «Kb» de forma errónea, incluso en publicaciones informáticas de las serias, en manuales de instrucciones oficiales y en páginas web importantes. Es un fallo muy común y lleva a confusión a muchos usuarios noveles y no tan noveles; incluso cuando están bien reflejadas desconciertan a las personas que manejan ordenadores. Y es que no será la primera ni la última vez que alguien me pregunte por qué retrancas si tiene una conexión de «tres megas» los archivos le bajan como mucho a «trescientos y pico kas».

Comencemos por el principio. El bit (acrónimo de binary digit) es la unidad de información más pequeña que puede representar una computadora. Técnicamente sólo puede contener un 0 o un 1 (uno de los dígitos del sistema binario) y físicamente, para los componentes electrónicos de un ordenador, se genera con el paso (1) o no (0) de corriente eléctrica por un circuito (aunque muchas veces los valores pueden aparecer invertidos).

En las primeras épocas de la informática se decidió juntar grupos de bits para manejar la información de manera más eficaz, porque un bit por sí solo poca cosa puede representar. Entonces se crearon los conceptos de nibble y byte, que se corresponden con grupos de 4 y 8 bits, respectivamente. En un principio, el nibble (o cuarteto) les resultó más que suficiente para sus propósitos, pero pronto se dieron cuenta de que agruparlos en conjuntos superiores era mucho más eficaz, y fue entonces cuando se definió el byte (u octeto), que si bien tuvo otros valores, terminó por agrupar a 8 bits por convenio, ya que se podían representar hasta 256 (28) caracteres codificados como bits.

El bit se abrevia como «b» (be minúscula), mientra que el byte se decidió sintetizar como «B» (be mayúscula) para distinguirlo del anterior. Con el paso de los años las capacidades fueron aumentando de manera exponencial, partiendo del 8 inicial: 8, 16, 32, 64, 128, 256, 512 y 1024. Cuando se llegó a este poco más de millar de bytes, se decidió ponerle un nombre y, por simplicidad y similitud con el Sistema Internacional de Unidades, se acordó llamarlo Kilobyte, aunque realmente no tenga 1.000, sino 1.024 bytes. Además se abrevió como «KB» para distinguirlo de «Kb», prosiguiendo así con la diferenciación acordada anteriormente entre bits y bytes.

Entonces, ¿cuándo aparecen los problemas a la hora de interpretar una unidad? Vamos a enumerar algunas situaciones en la que puede dar lugar a error una unidad mal entendida. Y comenzaremos por el ejemplo del que hablábamos al principio y que es muy típico, me refiero a la situación de descarga de archivos de Internet y a su velocidad.

Velocidad de transferencia

En telecomunicaciones e informática, el término tasa de bits (en inglés bit rate) define el número de bits que se transmiten por unidad de tiempo a través de un sistema de transmisión digital o entre dos dispositivos digitales. Así pues, es la velocidad de transferencia de datos en una red. Es decir, la velocidad de transmisión en el mundo de las redes se mide en bits por segundo (representado, aunque no del todo correctamente, como bps). Actualmente las velocidades han aumentado mucho y tenemos que recurrir a unidades mayores, como el Kilobit (Kb) y, más común hoy, el Megabit (Mb) por cada segundo.

Cuando contratamos una conexión a Internet se nos aturulla hablándonos de «megas» de velocidad únicamente. Además, en las especificaciones técnicas del proveedor aparecerán siglas como «Mb/s», «Mbps» o, incluso mal escrito, «MB/s». Esta situación hace que el usuario neófito confunda «Mb» (megabit) con «MB» (megabyte); y de ahí nace el problema.

Si disponemos, por ejemplo, de una «conexión de 3 megas», esto quiere decir que nuestra velocidad de bajada (la de subida es comúnmente bastante inferior) es de 3 Mbps (megabits por segundo). Sin embargo, el tamaño de los archivos o ficheros dentro de un ordenador se mide en bytes y sus múltiplos (no tendría sentido hacerlo en unidades tan pequeñas como los bits). Asimismo, los navegadores muestran la velocidad de bajada en el momento de la descarga en Bps o KBps (kilobytes por segundo). Por lo tanto, podemos convertir las unidades para saber cuál es nuestra velocidad en KB (kilobytes).

Lo primero es calcular el número de bits que son 3 Mb:

3 (Mb) × 1024 (Kb/Mb) = 3072 Kb
3072 (Kb) × 1024 (b/Kb) = 3145728 bits

Después dividimos estos bits entre 8 para convertirlo en bytes:

3145728 (b) ÷ 8 (b/B) = 393216 bytes

Ahora lo dividimos entre 1.024 para transformarlo en KB (kilobytes), una unidad más próxima a nosotros:

393216 (B) ÷ 1024 (B/KB) = 384 KB

En conclusión, nuestra flamante conexión de «3 megas» podrá descargar, como mucho, a 384 KB por segundo. Teniendo en cuenta que estas velocidades son picos y raramente se alcanza el pico máximo, esos «trescientos y pico kas» a los que dices que descargas con tu ADSL no están nada mal.

Capacidad y tamaño

Con respecto a la capacidad de los discos duros y de la memoria RAM de un ordenador, la unidad que se utiliza es el byte y sus múltiplos, que es la misma que se usa para medir el tamaño de los archivos. Por lo tanto, un disco duro de 500 GB es de quinientos gigabytes, al igual que una memoria de 2 GB o de 512 MB son tamaños medidos en gigabytes y megabytes.

Un error, o mejor dicho treta, que suelen utilizar los vendedores informáticos a la hora de meterte por los ojos algo es acudir al recurso de los millones de datos. Yo he escuchado personalmente decir a un vendedor que «en este pendrive de 1 GB le caben a usted un millón de datos». El abuelete se lo llevó sin pestañear y con la boca abierta, creyendo que iba a poder guardar allí una base de datos con el millón de contactos de su libreta de direcciones.

Esto, por supuesto, no es cierto. Para empezar porque técnicamente no serían un millón, sino 1.048.576 (1 × 1.024 × 1.024), y además porque lo que se puede guardar es algo más de un millón de bytes (no de datos), y en un byte sólo cabe una letra, un dígito decimal o un carácter especial de la tabla ASCII extendida. Es una engañifa muy utilizada con personas mayores y novatos de carné.

La palabra de Dios

Existe una nomenclatura, relacionada con esta cuestión también, que vuelve locos a los primerizos; me refiero a la condición de que un ordenador sea de 32 ó 64 bits. Este término se refiere a la palabra. En el contexto de la informática, «palabra» es una cadena finita de bits que son manejados como un conjunto por la máquina. El tamaño o longitud de una palabra hace referencia al número de bits contenidos en ella. Por simplificar, podemos decir que la palabra es la cantidad de bits que se envía a la vez entre los diferentes componentes de un ordenador (microprocesador, memoria…) en cada golpe de reloj.

Los microprocesadores disponen de un reloj interno que no marca las horas, pero sí genera una serie de impulsos a los cuales se tienen que someter el resto de elementos internos del equipo. Es algo así como aquel tamborilero que, con golpes de bombo, mantenía el ritmo de los esclavos remeros (galeotes) en las galeras romanas. El reloj oscila en frecuencias muy altas (para nuestro entender humano), ya que entre pulso y pulso pasan intervalos de tiempo computados en nanosegundos (milmillonésimas de segundo). Estas velocidades se miden en Hz (hercios) y son las que nos indican la velocidad del micro. Por ejemplo, un Pentium IV a 3,0 Ghz determina que el reloj emite 3.000 millones de impulsos cada segundo. Ahí es nada.

En cada uno de estos impulsos, los elementos internos de un ordenador son capaces de enviar una palabra de información cada vez. Un equipo de 32 bits trabajará con palabras o bloques de 32 bits en cada impulso; uno de 64 bits enviará y recibirá el doble de información en cada golpe de tambor.

Esta característica informática también se mide en bits, y habremos de tenerla en cuenta a la hora de comprar un ordenador, ya que todos sus componentes de hardware y de software deben estar diseñados para esa palabra o, al menos, soportarla hacia atrás.

Los computadores cada vez van a ser más rápidos y van a tener mayores capacidades. Así mismo, las conexiones de red serán más veloces y alcanzarán puntos que ahora somos incapaces de imaginar. De todas las maneras, siempre habremos de tener en cuenta las unidades en las que se mide cada función, no vayamos a mezclar churras con merinas que nada tienen que ver. Los múltiplos superiores del byte están ya definidos hasta 1024 (kilobyte, megabyte, gigabyte, terabyte, petabyte, exabyte, zettabyte y yottabyte). La mayoría han sido más que implantados, y los otros son sólo utopías, por ahora, en el ámbito doméstico.

Sin embargo, en cuando a velocidades de red se refiere, dudo mucho que del megabit por segundo pasemos. Teniendo en cuenta que los japoneses, que son los más adelantados menos engañados en esto, van por los 60 ó 65 Mbps, hasta llegar a los 1.024 Mb que tiene un Gb queda tanto tiempo como para que ni tú ni yo lo veamos en vida.

10 añitos de elRellano

elRellano

elRellano

Muchas, pero que muchas felicitaciones a elRellano en su décimo cumpleaños. Diez años (¡madre mía!) regalándonos humor y haciéndonos pasar un buen rato en cualquier momento del día. En todo este tiempo, este gran sitio web ha ido crecido poco a poco, generando otros webs satélites de contenido muy divertido e interesante y, desde luego, se merece un gran «cumpleaños feliz» por el buen hacer y, además, el hacer tan bien.

Para celebrarlo con todos nosotros, han publicado un vídeo recopilatorio con los mejores momentos de la historia del elRellano, con música original de D.O.S y presentado por el mismísimo… (no os desvelo la sorpresa).

Los que prácticamente lo vimos nacer, los que hemos crecido con él, los que sentimos la muerte de Trini, en fin, todos los que llevamos por aquí mucho tiempo y os conocemos desde siempre os deseamos otros 10 años más de prosperidad (si es que pasamos del 2012, claro).

Frases con historia (IX)

Las computadoras del futuro podrían llegar a pesar poco más de una tonelada y media.

‘Popular Mechanics’, Conocida revista americana sobre avances mecánicos. 1949.

El cine en 3D, 4D y 6D

Cine 3D

Cine 3D

La primera película que vi en 3D en el cine fue ‘Pesadilla final: La muerte de Freddy‘, en 1991 (¡hace ya casi 20 años!), que fue la sexta entrega de la saga ‘Pesadilla en Elm Street‘ y que, aunque nos mataran al señor Krueger, reaparecería (y volverá a reaparecer este año 2010) en nuevas secuelas. Los últimos 15 minutos de este film estaban rodados en tres dimensiones, y sus responsables se preocuparon muy mucho por publicitarlo a bombo y platillo como el súmmum de la tecnología de visionado.

Un poco de historia

Lo cierto es que el cine en 3D surgió bastante antes; antes incluso de que apareciera el sonido y el color. En 1915, en el Teatro Astor Place de Nueva York, se emitieron los tres primeros cortos utilizando esta tecnología y, posteriormente, en 1922 se produjo el primer largometraje 3D, ‘El que ella quiere‘, dirigido por Nat G. Deverich.

Fotograma de antigua película en 3D

Fotograma de antigua película en 3D

En 1936, el director italiano Guido Brignone presentó la primera película 3D sonora (‘Nozze vagabonde‘), y en 1947 apareció ‘Robinzon Kruzo‘, un telefilme soviético de Aleksandr Andriyevsky que fue la primera proyección 3D con sonido y en color.

Casi cuatro décadas de investigación después de los primeros intentos, en 1953, la Warner Bros. estrenó ‘Los crímenes del museo de cera‘, que fue el primer largometraje en 3D con sonido estereofónico. La primera proyección de la película tuvo lugar en el Paramount Theater, Nueva York, y se utilizaron 25 altavoces, hecho que provocó cierta cacofonía, con sonidos rebotando en todas las direcciones. El director André de Toth (fallecido en 2002) pudo haber notado ese problema con el sonido, pero jamás llegó a ver el efecto 3D, dado que tenía un solo ojo.

A partir de este momento se produjo el gran auge del cine en 3D, que hizo que miles de salas cinematográficas (sobre todo en EEUU) se equiparan adecuadamente para exhibir este tipo de películas. Varios años después este procedimiento quedó como un buen recuerdo, hasta que salió ‘Un septiembre borrascoso‘ (1960), dirigida por Byron Haskin, que fue la primer película sonora en 3D exhibida en el fastuoso Cinemascope.

A España, como todo, las tres dimensiones llegaron tarde, pero llegaron, y fue aquella película de Freddy Krueger el pelotazo cinematográfico que nos quisieron colar (y nos colaron por toda la escuadra).

Desde aquellos gloriosos años del 3D americano hasta ‘Avatar‘ (2009), de James Cameron, han ocurrido muchas cosas. La tecnología ha avanzado mucho, y aquellas gafas de cartón con papel celofán en dos colores que nos regalaban a la entrada de los cines han pasado a mejor vida.

La tecnología 3D

En el sistema de visión humana, cada ojo, por separado, tiene un campo visual de unos 150º. Ambos ojos no trabajan de forma independiente, sino que están enfocando al mismo punto. Si el sistema visual del ser humano estuviera pensado como el de un camaleón, el de un pez o el de un pájaro, para que cada ojo actuara por separado, podríamos mirar a zonas diferentes y podríamos tener un campo visual en conjunto de hasta 300º. Pero es justo al contrario, los dos ojos se enfocan al mismo lugar, y eso significa que una buena parte del campo visual de un ojo se solapa con el otro, es decir, un objeto que vemos con un ojo, si no está muy periférico, también lo vemos con el otro. Por tanto, el cerebro recibe información redundante. Y esa misma información, recibida por dos receptores oculares a la vez colocados en el mismo plano y a la misma altura pero algo separados entre sí, es precisamente lo que nos hace percibir las tres dimensiones; nuestro cerebro recoge información de profundidad, altura y anchura.

Por ejemplo, si nos fijamos en la siguiente imagen vemos cómo funciona básicamente el sistema de visión humano. Al mirar un objeto tridimensional con ambos ojos (separados entre sí) obtenemos la visión derecha con un ángulo y la izquierda con otro ángulo. Es decir, vemos el objeto por los dos lados. Esa información en nuestro cerebro se transforma en volumen de tres dimensiones.

Sistema de visión humano

Sistema de visión humano

La imagen en una pantalla de cine es plana y se emite en sólo dos dimensiones. Si deseamos crear un efecto tridimensional en el espectador debemos engañar a su cerebro, enviando imágenes distintas a cada ojo (en realidad es la misma imagen pero tomada con ángulos diferentes, como hacen los ojos). La primera vez que se realizó esta ilusión fue en 1840, cuando Sir Charles Wheatstone inventó el estereoscopio, un dispositivo muy simple que consta de cuatro pequeños espejos, ubicados de forma tal, que permiten desviar dos imágenes de manera que, al verse montadas una sobre la otra, dan el efecto estereoscópico o tridimensional.

Estereoscopio

Estereoscopio

En el cine era una misión imposible aplicar técnicas estereoscópicas a una película, porque sólo un espectador, acomodado en una posición de la sala muy precisa, podría llegar a recibir la sensación de 3D; en cuanto se variara el ángulo de visión, el efecto desaparecería. El primer proceso utilizado en las películas en blanco y negro, desarrollado por Edwin S. Porter y W.E. Waddell, consistía en el uso de dos lentes (roja y verde) con las que se creaba una imagen individual a través de dos proyecciones (con filtro de color), fotografiadas a una distancia de 2’5 pulgadas. Sin embargo, el experimento estuvo destinado al fracaso, porque las imágenes se difuminaban bastante.

Posteriormente, y ya con la posibilidad de emitir una película en color, se mejoró el sistema de división en colores reinventándolo como un procedimiento de tonos rojo y azul. El espectador utilizaba unas gafas especiales (lentes anaglíficas pasivas) que cubrían un ojo con un celofán semitransparente de color rojo y el otro con uno de color azul. La película consistía en dos imágenes superpuestas, con las porciones que deben ser vistas por uno u otro ojo del color opuesto al del celofán. El resultado es que cada ojo sólo ve la imagen que le corresponde. A pesar de lo simple del sistema, se percibe una relativamente buena sensación de 3D y, si miramos la película sin las gafas, vemos únicamente una imagen doble en color azul y rojo.

Lo que sucede en esta situación es que cada lente de color absorbe la luz emitida por cada una de las imágenes, es decir, la lente roja filtra la imagen roja para un ojo y la lente azul hace lo mismo para el otro. Esto produce que cada ojo vea el contorno de la imagen opuesta en color y posición, haciendo que el cerebro interprete una única imagen con profundidad.

Dentro de este tipo de  gafas 3D pasivas podemos encontrar sistemas más avanzados que las gafas anaglíficas, como por ejemplo las gafas polarizadas. Las gafas polarizadas emplean unas lentes que filtran las ondas de luz y las proyectan a ciertos ángulos. Cada lente sólo permite pasar la luz que es polarizada de una forma compatible, es decir, cada ojo sólo verá una composición de imágenes en la pantalla, algo imprescindible para poder tener la sensación 3D.

La tendencia actual, de la que ‘Avatar’ ha sido fiel embajadora, es la utilización de las llamadas gafas 3D activas. Gracias a la microelectrónica se han reemplazado las gafas de celofán (y las polarizadas) por otras que tienen un filtro LCD que se sincroniza con el sistema de proyección para tapar uno u otro ojo según corresponda. Concretamente, se proyectan dos películas a la vez, una para cada ojo, con frames intercalados. Cuando en la pantalla se proyecta la imagen correspondiente al ojo derecho, las gafas oscurecen el cristal frente al ojo izquierdo, y viceversa. Si la frecuencia de proyección es suficientemente elevada, el ojo (y el cerebro) no detecta parpadeos de ninguna clase y la sensación 3D es muy convincente.

Estas gafas se comunican con la pantalla a través de un conector de señal estereoscópico sincronizado. El conector estereoscópico es un elemento de conexión estandarizado que utiliza 3 pines para sincronizar las lentes LCD con la pantalla 3D. Cada uno de los pines tiene su función, esto es, un pin lleva la carga eléctrica, otro actúa como tierra y el tercero transporta la señal estéreo sincronizada.

Gafas 3D ELSA

Gafas 3D ELSA

Por supuesto, para que todo esto funcione es necesario disponer de películas que hayan sido filmadas con el formato adecuado para su proyección mediante estos sistemas. Para ello se necesitan al menos dos cámaras de vídeo que capturen las escenas a la vez: una recogerá las imágenes que luego se proyectaran para el ojo izquierdo y la otra hará lo propio con las correspondientes al ojo derecho.

El equipo utilizado por Lucasfilm (imagen siguiente) se compone de dos cámaras, pero que no se ubican una al lado de la otra (horizontalmente) copiando la disposición de los ojos en un rostro humano, sino que una de ellas se encuentra apuntando hacia el objetivo, en forma normal directa, y la otra apunta hacia el suelo, perpendicularmente respecto de la primera. En el punto de la línea imaginaria en que se cruzan las visiones de ambas cámaras, hay un espejo semitransparente colocado en un ángulo de aproximadamente 45º, el cual actúa como un divisor del haz y ayuda a crear el efecto 3D.

Sistema de cámaras 3D de Lucasfilm

Sistema de cámaras 3D de Lucasfilm

Mientras que la cámara vertical permanece fija, la otra se desliza horizontalmente de izquierda a derecha. De este modo la intensidad del efecto 3D varía en función de la posición relativa entre ambas cámaras y de la escena que se va a registrar.

Este moderno sistema se está ahora popularizando para la visualización tridimensional de películas en casa. Multitud de marcas tienen ya preparados sus televisores 3D, que este mismo año empezarán a comercializar. Estos aparatos disponen de sus propios emisores de sincronización que se basan en uno de los cuatro sistemas actualmente vigentes (XpanD/Nuvision, IMAX 3D, RealD y Dolby 3D) y que necesitan tipos de gafas diferentes según dicho sistema.

Por supuesto que esta tecnología es aplicable también a los videojuegos, con lo que no tardando mucho podremos deleitarnos con títulos 3D que poseerán efectos impresionantes y nos meterán dentro de la acción un poco más.

Todo tiende al 4D y al 6D

El futuro del cine son las cuatro y seis dimensiones. Los cines 4D ya llevan tiempo implantados en nuestro país, pero de manera tímida y con cuentagotas. El concepto de 4D se basa en unir lo que ya conocemos de 3D más varios efectos especiales que permiten recrear sensaciones físicas, como luz, rayos láser, efectos climatológicos (viento, lluvia…), olor, etcétera.

Imaginemos una película en la que una escena nocturna disminuya la luminosidad de la sala y, por el contrario, una tremenda explosión produzca un destello cegador por medio de focos de distintos colores. Podríamos, asimismo, notar el agua que salpica una ola gigante mediante aerosoles que pulvericen agua en nuestra cara, o sentir el viento que mece los tulipanes haciendo uso de ventiladores, mientra olemos su fragancia emitida por dispensadores de aroma estratégicamente colocados en el local. Todo ello perfectamente sincronizado con las diversas escenas de la película que, por supuesto, estará preparada para ello.

Las seis dimensiones nacen de incorporar a todo lo anterior el movimiento de las butacas, propiciando una espectacular sensación de realidad y una total inmersión en la película. Un terremoto o un fuerte impacto podrían ir acompañados de una sacudida del asiento. El colmo del realismo.

Y precisamente esta estrategia hacia el cine 6D es la que deberían seguir las grandes productoras con el fin de terminar con lo que ellos llaman piratería. En lugar de andar todo el día lloriqueando y quejándose de las enormes pérdidas económicas que dicen tener, adaptarse a la realidad actual y evolucionar hacia la denominada «experiencia completa» sería un buen paso adelante.

‘Avatar’ recaudó prácticamente 2.000 millones de dólares en todo el mundo. Ha sido la película más taquillera de la historia del cine, por encima de Titanic, y eso que sólo ha recurrido a una novedosa técnica 3D. Estoy convencido de que un nutrido mercado de películas y cines 6D reduciría la piratería a la mínima expresión, porque son tecnologías que, por ahora, son muy difíciles de implementar en el ámbito doméstico. La gente se descargaría los filmes seguramente, pero previo paso por taquilla para disfrutar completamente de una experiencia única.

FUENTE: La última de las imágenes es propiedad de Gizmodo.

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