Maya Pixelskaya, esa gran artista, esa gran friki

Maya Pixelskaya
Me llama poderosamente la atención el momento en el que alguien desoye los dictados del común borregueo de los mortales y se lanza a la piscina, pariendo al mundo sus propuestas alternativas y alejadas de lo usual, lo corriente, lo colectivo. Si además sus proposiciones se adentran en el terreno de lo friki, mi interés se multiplica por pi, y si encima se relacionan con el noble arte del retrogaming no puedo más que dedicarle, al menos, unas líneas a tan interesante personaje.
Es precisamente lo que me sucede con la genial artista que se hace llamar Maya Pixelskaya, una joven de mente abierta y despejada que, un buen día, le dio por unir sus dos pasiones más apasionadamente pasionales: el arte y los videojuegos retro. Noble fin.

Maya luciendo creaciones
Maya Pixelskaya, seudónimo artístico que combina el vocablo digital «pixel» con el nombre de la afamada bailarina rusa Maya Plisétskaya, trabaja en la empresa española de animación que produjo el largometraje animado ‘Arrugas‘, premiado con el Goya a la mejor película de animación y el Goya al mejor guión adaptado. Maya llegó justo cuando comenzaban la película y participó de lleno en su manufactura. En su tiempo libre se dedica a dar rienda suelta a su imaginación friki elaborando o, mejor, personalizando distintos elementos con motivos artísticos de videojuegos antiguos.

Zapatillas deportivas Converse
Corbatas, zapatillas deportivas, maletines, tartas y hasta guitarras pasan por sus manos para ser rediseñados con ilustraciones hechas a mano de títulos tan significativos como ‘El día del tentáculo‘, ‘Street Fighter‘, ‘Monkey Island‘ o ‘Maniac Mansion‘, artículos que suele poner a la venta en eBay y que se los quitan de las manos rápidamente. Entre sus clientes punteros, cuenta con nombres tan conocidos en el panorama videojueguil y animacionil como Ron Gilbert (programador de ‘Monkey Island’, entre otros), Tim Schafer (ex compañero del anterior) o Bill Plympton (animador estadounidense, conocido por su nominación al Oscar al mejor cortometraje animado por ‘Your Face’). Además, esta chica también apunta, de vez en cuando, hacia los diseños peliculeros frikis o del mundo de la animación como ‘Star Wars‘, ‘Idiotas y Ángeles‘ o ‘Mars Attacks!‘.

Maletín personalizado
Sus proyectos han aparecido en numerosas páginas web, blogs y revistas, y es considerada como una de las más punteras «retrogame artist», concepto que, por cierto, ella misma acuñó. Estudió Comunicación Audiovisual y participó en el largometraje estudiantil ‘Billy Freud’s Last Night‘ en 2005, como directora de arte. Posteriormente estudió animación tradicional en la Escuela Superior de Dibujo Profesional, aunque no terminó porque comenzó a trabajar en el estudio 12 Pingüinos, de dónde salió el largometraje ‘Arrugas’ anteriormente comentado. En su afan por el diseño gamer, llegó a realizar ilustraciones para el videojuego gratuito ‘Bye Bye Brain‘, originalmente para Windows Phone y ya disponible en cacharros con iOS.

Corbata del ‘Príncipe de Persia’
Y es que esta gran ilustradora diseña lo que se le ponga delante, como ella misma dice por ahí «desde una portada para un libro hasta una corbata de ‘Grim Fandango‘» (¡e incluso sus propias uñas!). Sus piezas son únicas e inimitables, y todo se vende. Pueden ser planteamientos por encargo o ideas que alumbra su privilegiado cerebro, a todo ello se le puede seguir el rastro desde su web, desde su blog, su cuenta en Twitter, su página de Facebook o su sitio en deviantART. Es una chica muy dos punto cero.
Por aquí nos gustan los frikis, por aquí nos gusta el arte y los videojuegos ochenteros y noventeros. Maya Pixelskaya es la novia de todos los internautas gafotas que dedicamos en su día horas y horas al entretenimiento digital más genuino, auténtico y puro. El original.
Wololo

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El hámster trol
Un hámster de peluche que repite todo lo que dices, un conductor y un policía, todo ello mezclado y agitado en Rusia, puede provocar una de las situaciones más desternillantes que te puedes imaginar.
Un meme digno de nuestra sección de memes irrealizables que nunca quisieron ser, pero que lo tendrían que haber sido sin lugar a dudas: el hámster que trolea al policía.
El hámster trol
Lynn Conway: un transexual en la corte del rey IBM

Lynn Conway
Todo comienza un 10 de enero de 1938, en Mount Vernon, una pequeña ciudad ubicada en el condado de Westchester del estado de Nueva York. Aquel día de invierno nace el pequeño Robert Sanders, primogénito de un ingeniero químico que trabajaba en Texaco y una profesora infantil. Realmente, Robert Sanders no fue su verdadero nombre de pila, sino un posterior seudónimo que Lynn Conway pusiera a su yo infantil, nacida varón, para proteger a su familia; su nombre real no se conoce.

Con tres años
Desde pequeño a Robert se le apreciaron indicios de tener la mente muy despierta y de ser un niño muy curioso y creativo. En sus primeros años de vida, Robert parecía desear jugar únicamente con niñas, pues se veía a sí mismo como una de ellas. A los cuatro años de edad se encaprichó de un precioso vestido estampado que su amiga Janet poseía y le preguntó a su madre a ver por qué demonios él no podía simplemente ponerse el vestido y ser así una niña. Pero la identificación del chico con las niñas iba mucho más allá que el hecho de querer probarse vestidos o jugar con muñecas.
El hecho de no poder alcanzar su anhelo de llegar a convertirse en una niña produjo una angustia terrible en el pequeño, quedándose con la sensación de que había algo terrible en él que nunca le iba a permitir ser feliz. Además de ello, cuando tenía siete años, sus padres se divorciaron, algo que terminó por sumir al muchacho en el más terrible de los retraimientos.

Primer telescopio a los 16
En su época adolescente, Robert comenzó a destacar de manera sobresaliente en las materias de ciencias de su instituto. La gente de su alrededor comenzó a alabar su desmesurada capacidad para las matemáticas, la electrónica o la óptica, hecho que propició en el muchacho una inyección de la autoestima anteriormente perdida. Se dedicó a diseñar y llevar a cabo proyectos con amigos que, en varios de los casos, llegaron a convertirse en novios. A una edad muy temprana construyó su primer telescopio reflector astronómico con el que pudo observar claramente la luna.
Tras la escuela secundaria, con diecisiete años, y después de conseguir las mejores calificaciones del estado en matemáticas y ciencias y de graduarse con honores, fue aceptado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), matriculándose en física. Vivía en el campus, por lo que estar lejos de su casa por primera vez en su vida propició una nueva libertad para explorar sus sentimientos de género y expresar su yo real. Comenzó a comprar gran cantidad de ropa femenina que se probaba en la intimidad de su habitación.

Con 20 años y apariencia andrógina
En 1958, sus impulsos para convertirse en fémina alcanzaron un nivel que parecía un imperativo biológico para él. No era una sensación genital sexual, sino una sensación general corporal, una sensación de ser femenina y núbil. Comenzó a inyectarse estrógenos bajo ningún tipo de supervisión médica, basándose únicamente en libros médicos que había leído y empezando poco a poco a transformar su cuerpo en el de una mujer.
En 1959 se interesó por el cambio definitivo de sexo, pero las técnicas de la época no eran nada fiables y no le prometían buenos resultados. Aquello le hundió y terminó dejando el MIT, dedicándose a trabajar como técnico electrónico durante unos cuantos años. Posteriormente se matriculó en la Universidad de Columbia de Ingeniería y Ciencias aplicadas, obteniendo muy altos títulos en su carrera.
En 1964 fue contratado por IBM Research y, al poco de entrar a trabajar, fue reclutado para unirse a un equipo destinado a diseñar la arquitectura de una supercomputadora, trabajando codo con codo junto a gente como John Cocke, Herbert Schorr, Ed Sussenguth, Fran Allen y otros investigadores de IBM. En aquella época se casó con una mujer y llegó a tener dos hijos.
De su estancia en IBM se le considera el inventor de lo que se conoce en inglés como generalised dynamic instruction handling, de importancia para el paradigma de ejecución fuera de orden (OoOE) de los microprocesadores. Pero cuando el gigante azul se enteró de que era transexual y de que estaba planeando cambiar de sexo le despidió, en 1968. Tras perder su empleo, se decidió a realizar su profunda transformación de una vez por todas y recomenzó su carrera como programadora con el nombre de Lynn Conway y siendo completamente una mujer. Alguna vez confesó: «no habría sobrevivido dos años más en la vida que estaba viviendo».
En 1971, Lynn Conway tenía una nueva vida. Estaba trabajando en arquitectura de computadores en Memorex, donde sus contribuciones llamaron la atención de los ingenieros de Xerox que, en 1973, la reclutaron para trabajar en el centro de investigación de la compañía en el Xerox PARC. Allí, su trabajo como ingeniera en el campo de la VLSI (integración a muy gran escala), junto con el profesor Carver Mead, reconceptualizó el procesamiento de los chips. Ambos escribieron un libro de texto que se convirtió en un estándar de todas las universidades de informática del mundo, y su estudio sobre el potencial del silicio fue el precursor del desarrollo del microchip Pentium por parte de Intel.

Artículo en el USA Today
Cinco años después de su operación de cambio de sexo, Lynn Conway se había convertido en una mujer líder en el campo de la investigación, y había llegado a ser una persona feliz y llena de vida en el ámbito personal. Dejo Xerox porque quería encontrar una pareja desesperadamente, y sabía que aquel no era el entorno en el que aquello iba a suceder. Trabajó brevemente para el Departamento de Defensa y, posteriormente, aceptó un puesto en la Universidad de Míchigan como profesora de ingeniería eléctrica y ciencias de la computación y, más tarde, como Decana Asociada de Ingeniería. Allí conoció a Charlie, quien ha sido su compañero sentimental hasta la época actual.

Con su actual marido, Charlie
Todo un ejemplo de superación con un final feliz que enseña a aquellos que algo desean que el propósito y la perseverancia llevan siempre a buen puerto, no queriendo decir ello que el camino no sea pedregoso. Por cierto, su nombre de mujer, Lynn Conway, lo tomo de la protagonista femenina de la novela ‘The Salzburg Connection’, escrita por la autora escocesa-americana de novelas de espionaje Helen MacInnes.
¡Por fin… un módem de 1.200 baudios por menos de 400 $!

Antiguo módem
Algo así rezaba la publicidad del TRS-80 DC-2212, un módem de Radio Shack Computer Centers (hoy Tandy Corporation) de mediados de los ochenta, que no hace mucho nos recordaban desde Vintage Computing and Gaming. El aparato, a la sazón de alto rendimiento, presumía de ser el más barato del mercado, pues se vendía por el módico precio de 399,95 dólares americanos, algo que al cambio de hoy por estas latitudes costaría alrededor de 630 euros, siendo bastantes millones de veces más lento que cualquier ADSL o conexión de fibra actual.

Publicidad del TRS-80 DC-2212
Pero la historia del módem comercial de consumo arranca mucho antes, concretamente con el afamado Bell 101, un producto de AT&T Corporation lanzado al mercado en 1958 para ser utilizado por SAGE, un entorno automático de detección, seguimiento e interceptación de aeronaves enemigas del NORAD, el Mando Norteamericano de Defensa Aeroespacial.

Bell 101
El módem Bell 101 dio el salto al consumo público en 1959 tras la divulgación por parte AT&T de la velocidad del mismo: la nada desdeñable frecuencia de modulación de 110 baudios, algo impensable para la época y que ponía cachondos a propios y a extraños. Además, fue el primero en utilizar una tabla de caracteres ASCII, cuando hasta la época, y desde 1908, el estándar había sido el conocido como código Baudot, aparecido originalmente del mundo del teletipo. Y es que la idea primigenia del módem surgió de la necesidad de conectar teletipos entre sí a través de las modernas líneas telefónicas existentes en el momento, evitando así los altos costes que implicaba alquilar los antiguos tendidos anteriormente utilizados por los telégrafos automáticos. Podríamos decir, pues, que la semilla la plantó IBM en 1943 cuando adaptó su tecnología para lograr transmitir tarjetas perforadas a 25 bits por segundo. Todo un hito.
Tras el éxito del Bell 101, y antes del TRS-80 DC-2212, otros muchos modelos de módems invadieron el mercado con mayor o menor éxito. Entre los más famosos podríamos destacar el Bell 103 (segundo instrumento comercial de AT&T) en 1962, que transmitía a 300 baudios; el Hayes 80-103A de 1981, compatible con el anterior y diseñado para el hoy desaparecido bus S-100, que montaban máquinas como el Altair 8800 o el IMSAI 8080; o el Apple Modem 1200 de 1983, compatible con los productos de la época de los de Cupertino.

El IMSAI 212 A de la película ‘Juegos de Guerra’ (‘WarGames’) y su acoplador acústico
Posteriormente, la tecnología quiso que los módems fueran avanzando en prestaciones a una velocidad de vértigo. Desaparecieron los acopladores acústicos, y las cajas que contenían el conjunto de circuitos se hicieron cada vez más pequeñas y con más lucecitas. A mediados de los años noventa, cuando las velocidades ya oscilaban entre 28,8 kbps y 33,6 kbps, los módems internos (en formato de tarjeta PCI) ocuparon el mercado. Irrumpieron los módems de voz y, poco después, los formatos PCMCIA y USB, dejando el techo fijo de velocidad en los 48 kbps de subida y los 56 kbps de bajada.

Moderno módem USB
Y como llegaron fueron desapareciendo. Las conexiones RDSI y, posteriormente, ADSL y de fibra óptica desbancaron el uso de los módems más allá del envío de algún que otro fax digital por parte de pequeñas y medianas empresas (o de los actuales cablemódems que nada tienen que ver ya con sus predecesores). Las redes 3G y 4G han puesto la puntilla a aquellos aparatos de estridente sonido que nos conectaban a una Internet precaria.
Como curiosidad, comentar que la NASA está trabajando en un sistema de comunicación óptico basado en láser que disminuirá drásticamente el tiempo que se invierte en transmitir archivos multimedia desde el espacio, con velocidades 100 veces superiores a los métodos actuales. Algo que poco tiene que ver con los módems antiguos, pero que nos trae el progreso y la tecnología.