Echa un vistazo a los primeros storyboards de la trilogía original de ‘Star Wars’
Lucasfilm se ha estirado y ha abierto sus archivos para ofrecernos esta joyita. El precio: 28,63 $.
A continuación, disfruta del teaser en formato videotubo. Que la fuerza te acompañe.
Edad del pavo 2.0
Como toda la vida ha ocurrido, y seguirá ocurriendo hasta el infinito y más allá, los púberes siempre han hecho cosas que, a los ojos de los adultos, son una estupidez, una terrible irresponsabilidad o un torpe despropósito espantoso. Quizás los adultos no recuerden el momento en que ellos atravesaron por esos desajustes hormonales, o quizás es que cuando cumples cuarenta te vuelves gilipollas integral. Realmente, nadie sabe con certeza qué es lo que sucede en la mente de los mamíferos bípedos para que cambie tanto su forma de ser con el paso de los años.
Los jóvenes imberbes siempre han gustado de pintarrajear el mobiliario urbano, estampando sus nombres y los de sus amoríos en paredes, bancos públicos, farolas, vallas, pasamanos y buzones de correo. Eternamente ha sido así, y que levante la mano aquel que no haya escrito nunca su nombre en algún lugar prohibido o aquel que no haya manchado nunca un muro de manera clandestina con un «Te quiero Chari» o algo similar.
Pero estamos en el mundo de la Web 2.0, a puertas de la Web semántica, y los hábitos han cambiado. Y para muestra un botón. La siguiente fotografía la saqué yo, personalmente, a la espera de una cola en el Parque de Atracciones de Madrid esta Semana Santa pasada (hágase clic en ella para ampliarla).
Como se puede comprobar en la imagen, no sin grato asombro tecnológico, los adolescentes actuales ya no escriben su nombre en las paredes, sino su cuenta de Twitter, el nombre de usuario de su perfil en Instagram, su cuenta en Facebook o su perfil de Tuenti. En la foto no se pueden apreciar más ejemplos, porque solamente tomé una, pero en otros vallados consecutivos había varios ID online de PlayStation, cuentas Windows Live ID de Xbox e identificadores de Nintendo Network para el Miiverse; también cuentas de correo electrónico, números de teléfono en los que se especificaba «sólo guachap» y nombres de usuario de Skype; vi identificadores de usuario de videojuegos, perfiles de MySpace, de Flickr, cuentas de youtubers, usuarios de Tumblr y hasta nombres de artistas de deviantART.
La verdad es que me resultó curioso, muy curioso, esta forma de solicitar atención hacia sí mismos mediante sus identidades digitales en redes sociales o similares. Esta manera que maneja todo el orbe hoy para relacionarse con los demás es la que hay, y ya nadie puede pararlo así como así. Los jóvenes están ávidos de amistades desconocidas, y siempre que se haga con cabeza y con conocimiento de causa, bienvenido sea el mundo 2.0 a las vallas de nuestras ciudades.
Buscando el «ponce» desde la más tierna infancia
No tengo ni la menor idea de por qué, pero uno de los recuerdos más vívidos que tengo de mi infancia en el colegio, allá por los once o doce años de edad, es la búsqueda del «ponce» en las ilustraciones de nuestros libros de texto de la época. La búsqueda del «ponce» era una competición a sangre y fuego en la que dos o más críos disputaban la victoria por averiguar la caprichosa localización de la firma del autor de aquellos dibujos que encabezaban temas y lecciones. El dibujante se deleitaba, de manera traviesa y granuja, escondiendo su rúbrica en los rincones más peculiares de la pintura, recurriendo en muchas ocasiones a jeroglíficos y acertijos que jugaban con su escondrijo.
El autor de aquellos divertidos dibujos no era otro que el conocido, y reconocido, José María Ponce Saiz, ilustrador español nacido en 1950, técnico en publicidad de profesión titulado por la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Madrid que, desde que pasara a trabajar como autónomo o freelance en 1978, desarrolló su prolífica obra como dibujante y diseñador que tanto nos atrajo a los que éramos prepúberes a mediados de los ochenta del siglo pasado.
Y es que el tal Ponce, además de ser el encargado de las ilustraciones de los libros de texto de la época de editoriales como Santillana, Anaya o McGraw-Hill, también trabajó para grandes marcas de distintos sectores, como Tabacalera, Coca-Cola, Kodak, Eroski o MAPFRE; para prensa periódica como El País, ABC, Diario 16 o El Correo; y para revistas como Cambio 16, Muy Interesante, Natura o Gran Auto. Sin embargo, por lo que más nos entusiasma a nosotros el trabajo de este gran hombre, como frikis tecnológicos que somos y como retrotrastornados que nos consideramos, es por sus tremendas portadas en las revistas MicroHobby y Micromanía de la época (sobre todo en la primera), buques insignia de la informática de usuario a pedales, cuando los ordenadores eran negros y tenían teclas de gomas.
Ponce ya era un figura cuando le llamaron de MicroHobby a finales de 1984; por eso le llamaron. Las ideas para las ciento cuarenta y pico portadas que hizo para aquella publicación semanal provenían siempre de su cabeza y de su experiencia, pero la primera revista debía ser un pelotazo a nivel gráfico, tenía que llamar poderosamente la atención de los adolescentes, pues era una publicación para adolescentes. El tema de la imagen se lo impusieron desde la editorial: tenía que ser un dibujo relacionado con la película ‘E.T., el extraterrestre’, algo que evocara la escena en la que Elliott vuela en su bicicleta con el extraterrestre en la cesta y que tan famosa se había hecho para aquel momento. El resultado fue la archiconocida portada en la que aparece el niño volando en una bici que no es otra cosa que un ZX Spectrum modificado.
El resto de diseños fueron obras completas de Ponce en las que, por supuesto y como no podía ser de otra manera, su firma aparecía escondida y mimetizada con la pintura, lo que provocaba aquel ansia de obtener la revista en el quiosco para, lo primero de todo y nunca antes de nada, buscar el «ponce» en la portada. A José María le prestaban el juego de turno que sería portada, y él, con el Spectrum que se había comprado para aquel trabajo, echaba un vistazo al desarrollo, la carátula y demás y se inspiraba para realizar el dibujo de la revista, siempre sobre soporte de papel y utilizando diversas técnicas pictóricas, como el aerógrafo para los fondos y las bases o la acuarela para los detalles. Pueden consultarse todas las portadas de MicroHobby desde el portal español del Spectrum Speccy.org.
Pero aquel trabajo era muy estresante, pues las portadas de las revistas se decidían a última hora y a Ponce le encargaban el trabajo con muy poco tiempo de antelación, teniendo en cuenta, además, que él tenía otros compromisos con otros clientes, pues no quería trabajar en exclusividad para uno solo debido a un par de malas experiencias con ese tema. Al final, MicroHobby terminó por prescindir de su exclusivo trabajo para encargar las portadas a otras personas y para, en último momento, terminar como la mayoría de revistas de la época, esto es, tirando de carátulas de videojuegos para ilustrar la revista.
Por su lado, en Micromanía las colaboraciones de Ponce fueron menos intensas y menos agobiantes. Las antiguas portadas pueden consultarse también en Internet desde la página actual de Facebook de la revista. Micromanía es una publicación centrada exclusivamente en los videojuegos que sigue existiendo hoy en día. Desde su fundación, en mayo de 1985, y sobre todo es sus dos primeras épocas, fue una de las principales impulsoras y difusoras de la conocida como Edad de oro del software español. Y Ponce estaba allí muchas de las veces, adornando con sus espléndidas portadas el momento más radiante de nuestros recuerdos retroinformáticos.
No dejaremos nunca de buscar el «ponce». Desde aquellos libros de Santillana hasta las mejores portadas de MicroHobby, los que vivimos nuestra infancia a lo largo de los ochenta seguiremos esbozando una sonrisa de complicidad y satisfacción cada vez que observemos de soslayo la firma de José María rebuscadamente escondida en una de sus ilustraciones. Y el que encuentra el «ponce» gana, recordadlo.
Se puede escuchar una entrevista muy interesante a Ponce en el podcast 1×03 del blog El Mundo del Spectrum. En ella cuenta todos los entresijos aquí comentados y muchos más.
¡La leyenda era cierta!
¡La leyenda era cierta! Hablamos aquí de ello hace cuatro años y ahora se confirma. No tenemos nada más que añadir. Estamos en una nube.
Baja tecnología + reciclaje = luz nocturna en Mali
El arquitecto italiano Matteo Ferroni, nacido en 1973 y graduado en la AAM de Suiza, comenzó, hace cuatro años, un estudio geográfico y antropológico de las comunidades rurales de Mali con el que constató el impacto que la falta de luz y la oscuridad tiene en estos lugares, a los que no llega luz artificial ninguna y donde una buena parte de las actividades rurales se realizan por la noche, a causa del excesivo calor diurno. Este proyecto, con el soporte de la Fundación eLand, terminó por dar con el diseño y fabricación de una sencilla y ligera farola portátil en 2011. A ella le siguieron otras muchas y en otras poblaciones del entorno, gracias a la iniciativa de la Asociación ADM Faso Gnietaa, creada por los jóvenes de la comunidad para difundir el invento en la zona.
Ferroni ideó y aunó, con materiales reciclados, una rueda de bicicleta y parte de su cuadro, una barra metálica telescópica de las que se utilizan para apuntalar y afirmar elementos en una obra, latas de refresco fundidas para el cabezal de la lámpara, una fuente de luz LED y una batería recargable mediante pequeñas placas solares. Terminó siendo el proyecto conocido como ‘Foroba Yelen‘, nombre local otorgado por las mujeres de Cinzana que significa algo así como «luz colectiva«.
La farola ‘Foroba Yelen’ tiene la particularidad de que puede ser llevada de un sitio a otro; ha conseguido adaptarse perfectamente a las peculiaridades sociales propias de la comunidad de habitantes de la zona. No se trataba de crear luz para ser situada en farolas en las calles o cualquier otro punto estático, sino que la idea era que estas luces fueran el foco (nunca mejor dicho) de actividades sociales específicas que, antes, sólo podían ser desarrolladas en las noches de luna llena. Asimismo, una vez que la farola llega a las aldeas, los propios usuarios pueden repararla o incluso fabricar otra nueva. Esto es muy importante para garantizar una larga vida al proyecto y, además, para crear puestos de trabajo locales.
El proyecto fue premiado con una mención de honor en el ‘City to City Barcelona FAD Award 2012‘ y con el galardón ‘Lamp Lighting Solutions 2013‘. Actualmente, y hasta el próximo 4 de mayo de 2014, se puede visitar la exposición temporal «Foroba Yelen: Luz colectiva para Mali rural» en el Museo Nacional de Antropología de Madrid. En ella se puede ver todo el proceso creativo del plan, desde los primeros bosquejos hasta la implantación final, todo ello acompañado de fotografías, gráficos y farolas físicas reales que muestran cómo un proyecto ambicioso, con muy pocos recursos y mucha imaginación y ganas, puede hacer más fácil la vida de las personas menos agraciadas con el reparto de la riqueza en este mundo.
Pequeños gestos; grandes resultados. El siguiente vídeo muestra un resumen de todo el proceso.