Los ‘walkie-talkies’ de nuestra primera comunión

Combat Communicators
Combat Communicators

Cuando allá por la década de los ochenta del siglo pasado llegaba una celebración importante para un niño, siempre teníamos en el cuerpo esa doble sensación de ilusión excitante y desesperanza nerviosa que traían aparejada los regalos que estábamos a punto de recibir: un bolígrafo de marca y un diario, pues vaya; una Game & Watch de ‘Donkey Kong’ y unos walkie-talkies Combat Communicators, ¡toma ya!

De los walkie-talkies de juguete que pulularon en tiendas de electrónica y bazares de aquella época, los Combat Communicators de Boxer eran a la transmisión de voz inalámbrica lo que el Casiotone de Casio a las primeras clases de piano sintetizado. El diseño de la caja, con ese amenazante robot de tamaño gigante inspirado en el universo de los Transformers de Hasbro sobre una trama ortogonal de líneas azules y fondo negro, era el anzuelo perfecto para los melopidos de aquel momento.

Y aunque el hecho de que fueran atractivos influía muy mucho en nuestro subconsciente, lo cierto es que los aparatos funcionaban un poco mejor que dos vasos de yogur con un hilo comunicante. Menos captarse el uno al otro eran capaces de sintonizar cualquier cosa: emisoras de taxi, señales de radio, camioneros buscando rutas alternativas a un atasco, interfonos y hasta transmisiones de la policía local o las ambulancias. Y, básicamente, la función que desempeñaron para los ociosos de los ochenta fue totalmente de espionaje lúdico infantil, porque entre ellos no se enviaba señal alguna ni a un metro de distancia.

Combat Communicators
Combat Communicators

Los Combat Communicators fueron diseñados y comercializados en 1982, por la británica Boxer, para niños de cinco o más años. Eran blancos y con forma de teléfono de teclas, con una antena telescópica, un interruptor de encendido y apagado y un par de botones de acción, uno para hablar y otro para enviar mensajes en morse, que era lo que más nos entretenía de pequeños. Tras conectar una pila de 9 voltios, que no venía incluida, se encendía el aparato poniendo el interruptor en la posición ON. El botón PUSH TO TALK permitía hablar, al apretarlo, y escuchar al soltarlo, por medio de dos rejillas transceptoras en la parte superior e inferior de los walkie-talkies. Funcionaban en la banda de 27 MHz.

Combat Communicators
Combat Communicators

El modo morse era el más divertido. La tecla CODE KEY hacía las veces de straight key telegráfico, y el aparato tenía serigrafiado en el frontal las claves del código para letras y números. El efecto era de un hipnótico corte y apertura de comunicación continua con un pitido de ultratumba, haciendo las veces de puntos y rayas, que permitía comunicarnos entre pares y, sobre todo, hacer el majadero y jugar con algo que, sinceramente, no entendíamos.

Combat Communicators
Combat Communicators

Sin duda alguna, fueron los walkie-talkies ochenteros por excelencia que terminaron siendo carne de cajón; y sus antenas —que se doblaban con la mirada y terminaban por romperse— acababan convirtiéndose en punteros físicos de la época para imitar a los hombres del tiempo, a los maestros de escuela o a los militares peliculeros mientras planeaban un ataque desde el aire señalando los objetivos en un mapa de cartón. Toda una época increíble, los ochenta.

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