Bigtrak: un vehículo programable de MB en 1979
En el último año de la década setentera del siglo pasado, la compañía estadounidense Milton Bradley (MB) lanzó al mercado juguetero un vehículo programable de aspecto lunar llamado Bigtrak. Tenía seis ruedas —con tracción sólo a dos de ellas—, una luz azul frontal al más puro estilo de un cañón de fotones y un teclado de membrana superior con el que se podían programar hasta 16 órdenes secuenciales que se ejecutaban por lotes una detrás de otra: avanzar, girar, retroceder, disparar, etcétera. Aquel aparato hizo las mil delicias de niños y adolescentes en un momento en el que concebir juguetes como este era algo poco menos que impensable.
Del Bigtrak aparecieron dos versiones oficiales distintas: una la estadounidense, que era gris y venía rotulada como «BIG TRAK», y otra la europea, de color blanco y con el texto «bigtrak» en las pegatinas. Los teclados de ambas versiones también eran sensiblemente diferentes (imagen siguiente) en tipo de letra, colores y leyendas de las teclas. Además, los aparatos de la versión de Estados Unidos montaban placas base con revisión C, D y E, mientras que los europeos tenían serigrafiadas las revisiones L y posteriores en sus plásticos. El microprocesador para todos ellos fue un TMS1000 de Texas Instruments que se alimentaba de una pila de 9 voltios, la cual se insertaba extrayendo una escotilla superior; para los motores eléctricos, el Bigtrak llevaba otras cuatro pilas más del tipo D de 1,5 voltios.
La forma de programación era muy sencilla. Una vez borrada la memoria, se procedía a introducir mediante las teclas los comandos uno a uno, comandos como «avanzar 5 (unidades de longitud del cuerpo del aparato)», «parar», «girar 45 grados a la derecha», «disparar el láser», etcétera, terminando cada orden con la tecla de verificación. Asimismo, el Bigtrak disponía de algunas teclas especiales, como una tecla de prueba del aparato o una de repetición, una especie de bucle simple para los comandos. Una vez terminado el proceso de programado, se ejecutaban todas las acciones pulsado la tecla GO
. El estilo recuerda al lenguaje de programación Logo, donde se le daban órdenes a una «tortuga» para que las ejecutara secuencialmente.
El juguete, además, disponía de un remolque (se compraba por separado) que se conectaba a su parte trasera, pudiendo actuar sobre él para que soltara la carga mediante la tecla de comando correspondiente en cualquier momento de la programación. Realmente, el Bigtrak era capaz de comunicarse con accesorios externos a través de un conector eléctrico tipo jack de 3,5 milímetros, pero la empresa sólo llegó a sacar este remolque. En previsión de futuro pues, diseñaron la tecla OUT
, la que se usaba para mover el remolque, y la tecla IN
, que nunca se llegó a utilizar; incluso desapareció en los teclados de la versión europea.
Este juguete se hizo muy popular y llegó a aparecer en la película ‘E.T., el extraterrestre’ (1982). Costaba unas 6.000 pesetas de la época, y, a principios de los ochenta, el departamento de psicología de la Universidad Carnegie Mellon de Pittsburgh (Pensilvania) lo adoptó como vehículo de investigación para el estudio del aprendizaje y el desarrollo cognitivo.
Posteriormente salieron al mercado varios clones del Bigtrak, como el Elektronika IM-11 soviético, pero también ha ido renovándose con versiones oficiales posteriores. Un claro ejemplo de ello es la réplica del juguete original que comercializó la empresa Zeon en el año 2010, que era casi exactamente igual pero con algunas variaciones, como la posibilidad de programarlo para moverse sobre alfombras o sobre suelos lisos mediante un interruptor. Asimismo, la compañía Dubreq, bajo licencia de Zeon, también lanzó una versión pequeña de escritorio, llamada Bigtrak Jr, que incluía un lanzador de cohetes y hasta un soporte para latas de bebidas.
Todo un baño de nostalgia para los niños de aquellos años, el Bigtrak fue el primer acercamiento a la programación informática que algunos experimentamos en nuestras propias carnes.