Cuando programar software era considerado un «trabajo de mujeres»

Ann Richardson, IBM (1967)

Ann Richardson, IBM (1967)

Si nos retrotraemos virtualmente a los años sesenta y visualizamos mentalmente cualquier anuncio comercial de aquella época, seguro que recordamos que las mujeres no salían muy bien paradas en el ámbito de la publicidad (y en los demás tampoco). El sexismo discriminatorio reinaba de una manera tan obscena, que hoy nos resultaría de todo punto impensable que algo así se mostrara en nuestras televisiones o revistas sin que saltaran todas las alarmas y la sociedad se pusiese en pie dando un respingo.

En los sesenta se conminaba a las mujeres a trabajar como mulas dentro de sus casas para que sus maridos encontraran todo a la perfección al llegar del trabajo: comida lista, casa limpia, zapatillas y copa de jerez en mano mientras se espera al señor del castillo. Sumisión y no protestar, porque encima te puedes llevar un soplamocos que habrá estado bien merecido.

Las mujeres, mejor si no trabajaban, y si lo hacían tenía que ser en oficios que estuvieran especialmente diseñados para ellas (y pocas se salían del redil), como enfermeras, cocineras, asistentas, niñeras o desarrolladoras de software. ¿Cómo dices? Lo que oyes.

En abril de 1967, la edición estadounidense de la revista Cosmopolitan llevaba en su interior un artículo a página completa titulado «The Computer Girls» y firmado por Lois Mandel (imagen siguiente). En él se explicaba cómo las mujeres estaban perfectamente capacitadas para el trabajo de programadoras. Sin embargo, hemos de recordar que estamos en los sixties americanos, y este escrito no valoraba a las féminas en su justa medida ni procuraba reivindicar la incorporación laboral de ellas a puestos importantes, sino que definía a las mujeres como perfectas para escribir software por causa de sus capacidades femeninas. Sexismo again.

Cosmopolitan, abril de 1967 (clic para ampliar)

Cosmopolitan, abril de 1967 (clic para ampliar)

El relato echa mano de todos los topicazos posibles para asegurar que las mujeres son perfectas para este tipo de empleos, y es que asegura que programar «es justo como planificar una cena» (¡toma ya!). Y añade que «la programación requiere de paciencia y de habilidad para manejar los detalles», y las mujeres tienen un «componente original» para ello. Y esto, para más inri, lo cuenta una mujer, Grace Murray Hopper, pionera en el mundo de la computación y, a la sazón, empleada de IBM.

De lo que habla Grace es de la aptitud como la cualidad más importante que una chica necesita para convertirse en programadora. Lamentablemente, esto es bastante indicativo de la forma en la que los «trabajos para mujeres» se devaluaban constantemente por su propio mérito hasta que los hombres los legitimaban con su presencia. Y esto ocurría continuamente; un ejemplo meridianamente claro es el hecho de que cocinar para la familia era generalmente considerado un deber de la mujer, mientras que la mayoría de los chefs con multitud de estrellas eran todos hombres. Algo que, por cierto, sigue sucediendo hoy día.

En los últimos años, el número de mujeres que se especializan en la Universidad de Harvard en Ciencias de la Computación casi se ha duplicado, pasando del 13% al 25%, sin embargo todavía no se acerca al 37% de 1984, momento en el cual comenzó a descender drásticamente, seguramente por ser considerado un «trabajo de mujeres».

Por cierto, la que aparece en las fotos del artículo es Ann Richardson, una ingeniera de sistemas de IBM en aquel momento.

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