Entradas de la categoría ‘Ciencia’

La homeopatía es 100% agua

100% agua

100% agua

Desde Círculo Escéptico se ha impulsado una campaña denominada 100% agua para, y copio literalmente, denunciar los problemas que plantea regularizar los preparados homeopáticos como lo ha propuesto el Ministerio de Sanidad y presentar alegaciones exigiendo que proteja al consumidor de preparados que aseguran tener poderes curativos, siendo únicamente agua.

El proyecto de orden ministerial propuesto permitiría que sustancias que no han demostrado curar nada se anuncien y vendan como medicamentos reales. Esto va en contra de la protección de la salud que es responsabilidad del Ministerio y contradice lo determinado por su propio comité de expertos en diciembre de 2011, que dictaminó que la homeopatía «no ha probado definitivamente su eficacia en ninguna indicación o situación clínica concreta» y que sus resultados en ensayos clínicos son indistinguibles del placebo.

Ante el evidente engaño y el riesgo para la salud que conlleva la comercialización como medicamento de algo que no cura nada, el Círculo Escéptico pide al Gobierno de España que cumpla lo dispuesto en la legislación europea y española para proteger al consumidor, prohibiendo a los productos homeopáticos que no demuestren su efectividad que hagan ningún tipo de indicación o promesa terapéutica.

El Círculo Escéptico también reclama retirar inmediatamente del mercado todos los preparados que, en la actualidad, carecen de autorización de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, y que se exija a los fabricantes el pago de las tasas correspondientes a la evaluación, autorización e inscripción en el registro de cada uno de sus productos, sin privilegios.

Además de todo ello, los grupos parlamentarios han recibido esta información vía carta, y se ha promovido una petición de firmas en Change.org. Se puede colaborar también con esta campaña dándole difusión en blogs, webs y redes sociales, colocando uno de los logotipos que nos ofrecen desde Círculo Escéptico y enlazando convenientemente con su web.

Más información en http://circuloesceptico.org/.

Torres altas, física de fluidos y perdigones de plomo

Jackson Ferry Shot Tower

Jackson Ferry Shot Tower

En 1782 el británico William Watts patentó en el Reino Unido el diseño de lo que sería la primera torre de disparo del mundo. Una torre de disparo (shot tower en inglés) no era otra cosa que una construcción, bastante alta y esbelta, dedicada a la producción de perdigones de plomo para las armas de fuego de la época. Lo curioso de la historia es el proceso que se utilizaba para la fabricación de proyectiles que, lejos de lo que pensaba su ocasional inventor, poco tenía que ver con la casualidad y mucho con la física o mecánica de fluidos.

En una torre de disparo, el plomo se calienta hasta que se funde. Posteriormente se deja caer el líquido fundido a través de un tamiz de cobre desde lo alto de la torre. El plomo se divide en pequeñas porciones al pasar por los orificios del tamiz para, de seguido, caer más de veinte metros a lo largo de la altura de la construcción, hasta terminar en una cuba de agua. Debido al fenómeno físico conocido como tensión superficial, el plomo líquido va formando pequeñas esferas en la caída, mientras se solidifica por enfriamiento. Cuando llega al agua, el perdigón ya formado termina por enfriarse y endurecerse del todo.

Clifton Hill Shot Tower

Clifton Hill Shot Tower

Simple, pero ingenioso. Probablemente William Watts nunca oyó hablar de tensión superficial, fuerzas intramoleculares o velocidad terminal, pero observó y, de la observación, sacó conclusiones y definió procesos. Algo que ha ocurrido desde los albores de la historia.

Una vez fabricados los perdigones, se revisaba su esfericidad dejándolos caer sobre una tabla de madera inclinada y, luego, se ordenaban por tamaños y se pulían con una ligera cantidad de grafito para lubricarlos y evitar su oxidación. Si se deseaban perdigones más gruesos, se cambiaba la rejilla del tamiz por otra con los orificios más grandes. Sin embargo, existía un límite de tamaño máximo condicionado por la altura de la torre, ya que, a mayor tamaño, mayor altura se necesita para el proceso de enfriamiento y esferificado.

Dubuque Shot Tower

Dubuque Shot Tower

William Watts, en el mismo año en que patentó su invento, amplió su casa en Redcliffe, Bristol, para construir la primera de las torres de disparo. Su peculiar descubrimiento vino a suplir a las antiguas técnicas de inyección en moldes, que eras caras, y a las de goteo de plomo fundido sobre un barril de agua (a mano y a baja altura), que producían perdigones con una esfericidad más que cuestionable.

¿Por qué sucede esto? La explicación es bien sencilla. Cuando el plomo fundido pasa a través del tamiz, se convierte en una capa fina, como el agua de un grifo. Al caer después, se rompe en pequeñas gotas (a causa del principio conocido como inestabilidad de Plateau–Rayleigh), y estas gotitas se hacen esféricas debido a la tensión superficial. En la superficie de la gota se produce una tensión por culpa de las fuerzas intramoleculares que actúan entre las moléculas del plomo. Las fuerzas en la gota empujan en todas direcciones, excepto en su superficie, donde sólo tiran a lo largo de ella. Eso produce que la gota «se redondee».

Coops Shot Tower

Coops Shot Tower

Es exactamente lo mismo que sucede con las gotas de agua al llover. A pesar de la creencia popular, las gotas de lluvia no tienen forma de lágrima, con una parte inferior redondeada y un parte superior terminada en punta. Las gotas de lluvia sufren de la misma tensión superficial que los perdigones de plomo al caer desde las nubes, con lo cual, en principio, son esféricas. Lo que sucede es que, en función del tamaño, la gota no es capaz de superar la presión del aire al caer, por lo que se puede deformar por la parte de abajo ligeramente (o mucho). Tras diversos estudios, se llegó a la conclusión de que existen tres clases de gotas de lluvia en función de su morfología: tipo esfera, tipo pan de hamburguesa y tipo paracaídas (imagen siguiente).

Morfología de las gotas de lluvia

Morfología de las gotas de lluvia

Las gotas de lluvia, por debajo de, aproximadamente, 1 milímetro de diámetro permanecen como esferas al precipitar; por encima de 4,5 milímetros, la presión es tan alta que da vuelta y estira la gotas, formando una especie de paracaídas (con una película delgada de agua ondulante hacia arriba); en tamaños medios, la gota se aplana en su zona inferior por culpa de la presión de aire, permaneciendo esférica en la parte superior donde la presión es menor (termina pareciendo un pan de hamburguesa o una pequeña alubia).

La torre de disparo más alta jamás construida es Coops, que sigue en pie en Melbourne, Australia, en el suburbio de Clifton Hill. Esta estructura de ladrillo fue construida en 1882 y mide, nada más y nada menos, 49 metros de altura. Otra de las torres de disparo más famosas del mundo está en en el condado de Wythe, Virginia (EE.UU), y es conocida como The Jackson Ferry Shot Tower. Comenzó a construirse a finales de la Guerra de Independencia, en esa zona rural, en piedra (con paredes de casi 1 metro de espesor), ya que no era práctico usar ladrillo en la región para una estructura tan alta. Mide 23 metros y fue ubicada en el borde de un acantilado. Utilizaba un pozo subterráneo de la misma longitud que convertía en el doble la altura total de caída de la gota. The Jackson Ferry Shot Tower es la pieza central del Shot Tower Historical State Park, un parque federal protegido.

Sección de la Jackson Ferry Shot Tower

Sección de la Jackson Ferry Shot Tower

Algunas otras torres de disparo que aún perduran pueden ser la Chester Shot Tower, en Boughton (Gran Bretaña), la Drochtersen Shot Tower, en Drochtersen (Alemania), la Phoenix Shot Tower de Baltimore, en Maryland (EE.UU.) o la Taroona Shot Tower, en Hobart (Australia).

Las torres de disparo fueron sustituidas a finales del siglo XIX por las conocidas como «torres de viento«, que utilizaban una ráfaga de aire frío para acortar dramáticamente el enfriamiento de la gota. Hoy en día se han adoptado nuevos métodos para la fabricación de perdigones. Para los más pequeños se usa el método Bliemeister, mientras que los más grandes se producen mediante troquelación y extrusión de cables de plomo. El método Bliemeister aún guarda un cierto parecido con el de Watts, aunque prescinde de sus costosas torres al reducir la altura de la caída a sólo una pulgada (25,4 milímetros). Los perdigones caen sobre un recipiente con agua caliente, ruedan sobre un plano inclinado y, después, continúan cayendo a través del agua caliente durante más o menos un metro. La temperatura del agua se usa para controlar la velocidad de enfriamiento.

El dorado disco de las Voyager: una botella en el océano con un probable mal desenlace

Sonidos de la Tierra

Sonidos de la Tierra

La Voyager 1 y la Voyager 2 son dos sondas espaciales gemelas que los Estados Unidos lanzaron hacia los confines del Universo hace ya 35 años, concretamente el 20 de agosto de 1977 (Voyager 2) y el 5 de septiembre del mismo año (Voyager 1). Sí, efectivamente, la 2 alzó el vuelo antes que la 1, sin embargo esta última ha llegado mucho más lejos y camina algo más rápido que su hermana.

Ambas sondas tenían la misión de estudiar Júpiter y Saturno pero, tras dar un paseo por allá, los científicos de la NASA decidieron dejarlas seguir su viaje a ver hasta dónde son capaces de llegar. Llevan baterías de plutonio, concretamente generadores termoeléctricos de radioisótopos (RTG), que convierten el calor de la desintegración radiactiva del plutonio en electricidad. Esto les permitirá operar y enviar datos a la Tierra hasta, aproximadamente, un momento entre los años 2025 y 2030.

Porque sí, las Voyager siguen enviando mediciones, datos y fotografías vía radio desde donde se encuentran. Pero claro, al hallarse a 18.000 millones de kilómetros de nuestro planeta, esos datos tardan 17 horas, minuto arriba minuto abajo, en llegar. Que para estar tan a tomar por culo, la verdad, me parece bastante rápido.

Que ambas sondas gemelas estén a 18.000 millones de kilómetros de la Tierra significa que son los objetos creados por el ser humano más distantes o alejados de nuestro mundo. ¿Más lejos, incluso, que Australia? Más, mucho más. Eso quiere decir que se encuentran ya muy cerca de lo que los astrónomos conocen como frente de choque de terminación, esto es, es límite final de la heliosfera, o región espacial que se encuentra bajo la influencia del viento solar y de su campo magnético; que viene a ser nuestro sistema solar, hasta la órbita de Plutón, y un poco más. Sobrepasado este punto, el Sol ya no tiene influencia magnética sobre los objetos, el viento solar se detiene y se entra en una zona interestelar desconocida para el hombre.

Cuando la Voyager 1 traspase ese límite, si no lo ha hecho ya, los datos que recibamos de ella pueden ser esclarecedores para conocer más acerca del Universo y lo que hay más allá. Ello, claro está, si la sonda no es capturada por una nave de condición alienígena con luces girando a todo meter y hombrecitos verdes en el interior. Y por si esto sucediera, las Voyager van equipadas con un curioso elemento: un disco de gramófono (que cuando lo enviaron no existía el deuvedé) bañado en oro y que lleva registrados numerosos saludos, imágenes y sonidos terrestres a modo de cápsula del tiempo o botella en un océano de estrellas. Si algún extraterrestre, más o menos avispado (tipo E.T.), encontrara aquello, se supone que podría descifrarlo y ponerse en contacto con nosotros para, por ejemplo, aniquilarnos. Muy buena idea, sí señor.

El disco en cuestión contiene una primera sección de audio con un saludo en inglés de la Secretaría General de la ONU, una segunda sección con saludos en 55 idiomas y una tercera que incluye otros saludos en varios idiomas, incluyendo 4 idiomas adicionales que no se encuentran en la segunda pista de audio. Es lo que se conoce como «Sonidos de la Tierra».

Disco de las Voyager; Cara A

Disco de las Voyager; Cara A

Por otro lado, el repertorio también incluye sonidos de nuestro planeta, como el del viento, rayos, volcanes, un perro, latidos de corazón, coches, código Morse o besos, y una sección de música de diferentes culturas en la, desgraciadamente, no se ha incluido a Camela.

En lo que al registro de imágenes se refiere, contiene una colección de 116 fotografías que muestran las diferentes formas de vida en la Tierra y la sociedad humana (estructuras de ADN, un feto, un grupo de niños, dunas de arena, un cocodrilo, un recolector de uvas, un museo, la página de un libro, un tren, etcétera).

Pero lo más curioso de todo es la cubierta del disco, es decir, la parte opuesta a las pistas de audio e imagen (fotografía siguiente). Está repleta de símbolos prácticamente indescifrables para un humano medio, sin embargo se cree que los extraterrestres son mucho más listos que nosotros por lo que, si no lo encuentra el tonto de la tribu y directamente se lo come, en un abrir y cerrar de ojos cualquier foráneo mil millones de años más avanzado que un terrícola resuelve la ecuación y viene y nos aniquila, por capullos.

Disco de las Voyager; Cara B

Disco de las Voyager; Cara B

La verdad es que la explicación a tal diagrama es bastante rebuscada, pero existe y tiene su cierta lógica. El primero de los símbolos (Diagrama 1) es un círculo que representa al propio disco dorado en sí, con su agujerito central para colocarlo en el tocadiscos. Los segmentos verticales y horizontales que envuelven la circunferencia especifican, codificada en binario, la velocidad adecuada de rotación del disco para que se escuche convenientemente, esto es, 3’6 segundos por vuelta. Los palotes verticales son unos binarios (1) y las rayitas horizontales son ceros (0). Lo más cachondo es que, además, la velocidad está expresada en 0,70 × 10-9 segundos, o sea casualmente el periodo de tiempo asociado con la vibración molecular del átomo de hidrógeno en su estado fundamental o más bajo. Vamos, como para entenderlo de un sólo vistazo.

Diagrama 1

Diagrama 1

Asimismo, esta imagen muestra también la posición correcta de la cabeza lectora para comenzar la reproducción del disco correctamente. Es lógico especificar esto porque es más que posible que los marcianos de más allá de Marte sean todos zurdos por naturaleza genética y tengan las agujas de sus giradiscos al revés.

Si consideramos este dibujo como una vista en alzado del disco de oro, lo que hay justo debajo es la vista en planta, con su disco y su cabezal. En la parte inferior, y también en formato binario ocupando el radio del disco, está precisada la duración total de una cara de grabación (una única grabada), que se corresponde con una hora aproximadamente. Vamos, que toda esta primera sección del gráfico es el manual de instrucciones del disco.

Diagrama 2

Diagrama 2

Lo que aparece a continución (Diagrama 2), en esa misma columna izquierda pero en la zona inferior, es un diagrama que define la localización de nuestro Sol utilizando 14 púlsares de direcciones conocidas desde nuestra estrella. Los códigos binarios marcados sobre ellos determinan la frecuencia de los pulsos.

Por su lado, y ya en la columna de la derecha, disponemos de las instrucciones necesarias para decodificar la sección de imágenes que contiene el disco, cómo están registradas y cómo deben ser construidas desde las señales grabadas. La primera parte (Diagrama 3) muestra la apariencia general en forma de onda de las imágenes de la grabación. Los códigos binarios inferiores que abarcan una longitud de onda se refieren al tiempo de muestreo o escaneo (aproximadamente unos 8 milisegundos). Debajo se muestran los momentos de disparo o desencadenado de la onda.

Diagrama 3

Diagrama 3

Por otra parte, y más abajo, aparecen dos rectángulos superpuestos (Diagrama 4). El primero de ellos, el superior, muestra un fotograma de imagen indicando la dirección de barrido. Los códigos binarios del segmento superior especifican el tiempo entre escaneos, con un total de 512 líneas verticales para cada fotografía completa. El rectángulo inferior representa la primera de las imágenes que contiene el disco (un círculo) si se procede a su correcto decodificado. No sé por qué me da a mí que los que diseñaron esto se había tragado las diez temporadas de ‘Stargate SG-1’ a golpe de temporada cada dos días.

Diagrama 4

Diagrama 4

Por último, y en la zona inferior del disco, aparecen un par de circunferencias unidas por un segmento (Diagrama 5), que no es otra cosa que, como cualquiera ha podido imaginar, un diagrama que ilustra los dos estados más bajos del átomo de hidrógeno. Las líneas verticales con los puntos indican los momentos angulares intrínsecos (o spins) del protón y el electrón. El tiempo de transición de un momento al otro proporciona la referencia fundamental de registro utilizada en todos los demás diagramas de la cubierta del disco y las imágenes decodificadas. Algo evidente para cualquiera con un poco de chispa mental.

Diagrama 5

Diagrama 5

En fin, que como esto realmente lo encuentre una civilización extraterrestre algo más aventajada que nosotros pueden ocurrir dos cosas, a saber: la primera que lo descifren y vengan a aniquilarnos de inmediato y, la segunda, que no tengan ni repajolera idea de qué va todo este rollo, sigan las ondas de radio del aparato, nos descubran y nos aniquilen. Hombre, también pueden llegar en plan ‘Encuentros en la tercera fase’, con sus lucecitas y sus bocinazos, para establecer lazos entre culturas y todo ese rollo. Pero, como aseguraba no hace mucho Stephen Hawking, es «racional» asumir que hay vida fuera de la Tierra, pero lo más cabal es no intentar ponerse en contacto con ella, por lo que pueda pasar.

EEUU arrebata el récord de día caluroso a Libia

Récord de temperatura

Récord de temperatura

Desde hace 90 años, cuando el 13 de septiembre de 1922 se registraron 58 grados centígrados en el desierto de Libia, se había considerado esta temperatura como la más alta en la historia de nuestro planeta. Sin embargo, a partir de ayer, este país a sido desposeído de su récord en favor del Valle de la Muerte de California (Estados Unidos), que el 10 de julio de 1913 alcanzó 56,7 grados centígrados.

¿Cómo es esto posible? Pues muy sencillo, porque la Organización Meteorológica Mundial (OMM), después de analizar y estudiar multitud de documentos sobre la época, ha llegado a la conclusión de que aquella medición libia no fue ejecutada con la debida rigurosidad.

Christopher Burt, miembro del comité de expertos de la OMM que ha llevado esta investigación, fue el primero en cuestionar la validez de la temperatura récord alcanzada en Libia. Tras un comentario sobre este tema en su blog, decidió probar la fiabilidad del dato. Hasta que lo consiguió. Según él mismo comenta, «la estación meteorológica se cambió de emplazamiento en tres ocasiones. En su primera ubicación (de 1913 a 1920) registró una temperatura máxima de 48 grados, mientras que en la segunda (de 1920 a 1926), cuando el termómetro se situó en la cima de una colina y sobre una base de asfalto, llegó a 58 grados. En la tercera de la ubicaciones (de 1927 a 1984), la máxima alcanzó los 50 grados».

Termómetro de máximas y mínimas

Termómetro de máximas y mínimas

Según Burt, «la lectura del 13 de septiembre de 1922 es inconsistente con la de las estaciones situadas en localidades vecinas porque ese día ninguna había registrado una temperatura mayor de 32 grados. Se trata de una enorme anormalidad». Él achaca este fallo a la observación de un técnico novato, amén de la ubicación de la estación de medida y el material asfáltico del suelo. Parece ser que la caligrafía de la anotación de ese día era distinta a la de todos los anteriores y posteriores, por lo que deduce que un observador sin experiencia que sustituía al habitual había apuntado aquella temperatura. Además, parece ser que la persona que escribía no parecía tener muy claro en qué columna anotar la temperatura.

El instrumento utilizado en aquella época (conocido como termómetro de Six) consistía en una barra magnética que, propulsada por la dilatación del mercurio al subir por el termómetro, ascendía o descendía para marcar la temperatura. La medición correcta de este tipo de aparatos ha de hacerse observado el extremo inferior de la barra magnética, y no el superior que, a causa de su grosor, puede ofrecer un incremento de siete grados más. Casualmente, la medición anotada por este observador novato, difería siete grados exactos de la media de las estaciones vecinas.

En conclusión, y a instancias del comité de expertos formado por científicos de varios países (entre ellos Libia), se ha decidido otorgar el nuevo récord a aquella medición californiana de 56,7ºC. Medición que, por lo visto, está realizada correctamente.

El bosón de Higgs explicado para niños y adultos cateados en física

El señor Peter Higgs

El señor Peter Higgs

Ha sido, sin lugar a dudas, la noticia de esta semana que termina: esos científicos locos del CERN han logrado dar con el escurridizo bosón de Higgs. La noticia más importante de la semana, si me apuras incluso más que la que aseguraba que Leire Pajín se va a los Estados Juntitos de América a trabajar en la Organización Panamericana de Salud. Pero, ¿qué demonios es eso de un bosón y quién rayos es el tal Higgs ese de marras?

Es bastante complicado que una noticia científica acapare portadas y primeras planas en todos los informativos del mundo y, cuando sucede, la mayoría de la población, profana en la materia, no se entera de la misa a la media de qué demonios es lo que se ha descubierto. Yo no soy un experto en física, ni muchísimo menos, pero sí me considero experto en explicar las cosas muy facilitas, muy facilitas. Así que, de profano a profano, vamos a intentar desenmarañar uno de los descubrimientos más importantes de este siglo.

Hace muchos, pero que muchos años, los físicos del planeta consiguieron demostrar de qué está compuesta la materia: de átomos. Los átomos son unas cositas muy pequeñas que, más o menos unidos entre sí, forman todas las cosas que existen; las mesas, mi mano, tus nalgas, el agua, los coches y las flores, todo está formado por átomos. Sin embargo, y aunque pudiéramos considerarlos como la más mínima expresión de la materia, los átomos, a su vez, están compuestos de bolitas todavía más pequeñas como protones, neutrones y electrones. Algunas de estas incluso se subdividen en otras minúsculas, pero para nuestra explicación no iremos más allá.

Una hormiga está formada por átomos, y un elefante también. Sin embargo no hay que ser muy avispado para darse cuenta de que nosotros somos capaces de coger una hormiga con uno sólo de nuestros dedos, pero no somos tan valientes como para alzar a un elefante en brazos. Evidentemente la explicación más infantil es que el elefante pesa mucho, y la hormiga pesa poquito. Podríamos decir, sin meternos en muchos jardines técnicos, que la masa (o el peso) de algo es igual a la masa de los átomos que lo componen y, por narices, un elefante tiene que tener un copón más de átomos que una simple hormiguita.

Pero el peso no siempre depende del tamaño. El caso es que, si cogemos con las manos una pelota de goma, repletita de átomos hasta arriba, podremos comprobar que no es muy pesada, pero si hacemos lo mismo con una bola de madera del mismo tamaño (de esas de jugar a los bolos) nos costará bastante más levantarla. Un ejemplo más preciso podría ser el comparar los pesos de un lingote de oro y un lingote (exactamente del mismo tamaño y forma) de plástico. Son iguales, por lo que parece lógico pensar que pueden tener más o menos los mismos átomos (protón arriba, protón abajo), sin embargo el oro pesa bastante más que el plástico. ¿Por qué?

Esa ha sido siempre la gran duda que invadía los privilegiados cerebros de los físicos, ¿qué es lo que proporciona la masa a la materia y por qué algunas cosas pesan más que otras, cuando están compuestas todas de átomos? ¿Por qué un electrón, que es una partícula elemental (no se puede subdividir), no tiene mucha masa y un quark (otra partícula elemental que tienen dentro, entre otros, los protones) tiene muchísima masa? Ambas serán más o menos del mismo tamaño, pero una pesa asaz más que la otra. Incluso existe alguna, como el fotón (sí, el de la luz), que ni siquiera tiene masa. ¿Cómo es posible que bolitas tan pequeñas del mismo tamaño alberguen tanta diferencia en sus masas?

En los años sesenta del siglo pasado, el físico británico Peter Ware Higgs, el mismo que lloraba el otro día a moco tendido en Ginebra tras el anuncio del CERN de que sus suposiciones son ciertas, teorizó sobre este asunto. Él especuló sobre la existencia de un algo, que no podemos ver, alrededor de todas las cosas y que interactúa con las partículas de los átomos y les proporciona su masa. Supongamos dulcemente que ese algo es una gelatina de fresa invisible e indetectable que rodea a toda la materia, pero a toda, a toda: a los elefantes, a las hormigas, a nuestros átomos, a los átomos de los relojes de cuco, a los árboles, a las nubes y, en general a todo el Universo. Está por todos los lados y nos rodea como si fuéramos caramelos de chocolate dentro de esa afresada gelatina.

Ese algo es lo que se dio en llamar campo de Higgs, en honor a este caballero. Las partículas elementales de nuestros átomos interaccionan con el campo de Higgs al pasar por él de una manera más o menos importante; las que interaccionan mucho reciben mucha masa, las que interaccionan poco reciben menos masa y la que no interaccionan pasan por dentro de él sin pena ni gloria.

Utilizaremos ahora la analogía que el propio CERN ha expuesto en alguna ocasión de manera didáctica. Imaginemos el campo de Higgs como el agua del mar, está por todas partes rodeando a sus habitantes. El agua está formada por moléculas que, en esta analogía, representarían los bosones de Higgs. Una sardina es un pez pequeño y puntiagudo, por lo que se mueve con mucha soltura en el mar, corriendo como loca de aquí para allá. No opone prácticamente resistencia al agua, por lo que se consideraría que tiene poca masa o poco peso. Por otro lado, una gran ballena es un animal enorme rodeado de muchísima agua a la que tiene que ejercer oposición para desplazarse lentamente, considerando pues que tiene muchísima masa.

El campo de Higgs está lleno a reventar de partículas llamadas bosones de Higgs. Como lo tenemos por todos los lados, se supone que algunas de las partículas interactúan con ese campo de forma muy lenta, absorbiendo mucha masa. Otras pasan más rápido recibiendo poca masa y, otras, como los fotones, pasan tan folladas de velocidad que los bosones ni se enteran de lo que ha sucedido y no pueden ni entregarles una miajita de masa. Esta sería la explicación a por qué algunas cosas tienen más masa y peso que otras.

El caso es que los bosones no se pueden detectar tan fácilmente. Realmente es prácticamente imposible detectarlos, porque se desintegran casi en el mismo momento de aparecer. Lo que sí puede ser detectado es el cúmulo de residuos que dejan al desintegrarse. Pero para ello hace falta generar muchísima energía, casi tanta como la que se produjo en el Big Bang, aquel famoso día en el que se creó el Universo.

Para tal menester, el hombre racional creo el LHC en la frontera franco-suiza, el acelerador y colisionador de partículas más grande del mundo. Es un anillo gigantesco en forma de túnel por el que se envían haces de protones en direcciones opuestas a una velocidad muy cercana a la de la luz, o sea, que te cagas de rápido. Cuando lo protones chocan, aparecen instantáneamente los bosones de Higgs y se esfuman en el momento, dejando los residuos de los que hablábamos antes y que pueden ser mensurados.

Los científicos del CERN, mediante el uso del LHC, han conseguido demostrar, pues, que esos bosones de Higgs existen, lo que implica que también existe un campo de Higgs en rededor de todas las cosas y que la circulación de las distintas partículas a través de él proporciona la masa a éstas.

Supongo que ahora las vías de investigación son infinitas, porque habrá que ver cómo se produce ese proceso exactamente y por qué determinadas partículas subatómicas reciben más masa que otras. Las futuras aplicaciones prácticas las desconozco, pero si algo de esto se puede utilizar para la guerra, ya veo al FBI y a la NSA cerrando cautelarmente el CERN hasta nueva orden. Es lo que tiene la ciencia, su parte buena y su parte menos buena.

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