El franelógrafo: el PowerPoint del siglo pasado
Formalmente, según la RAE, un trozo de franela o de tela afelpada que se usaba en el aula para mostrar figuras o letras que, gracias a su reverso áspero, se pegan en ella. De uso más común en los países sudamericanos de Chile Y El Salvador, el franelógrafo también se dejó ver por otras latitudes, sobre todo en el siglo XIX y a principios del siglo XX. Se podía trabajar en él tal y como se trabaja hoy día en una pizarra (hoy, ya, pizarra digital), con la diferencia de que las cosas que se presentaban en el franelógrafo se preparaban de antemano, forrándolas por detrás con franela, fieltro o papel de lija, para luego fijarlas en la cara aterciopelada del tablero.
No se sabe con exactitud cuándo se creó el franelógrafo ni quién lo ideó, pero se tiene constancia de su uso ya en los siglos XVIII y XIX, sobre todo por los pastores evangelizadores, quienes trataban de enseñar las escrituras y sus pasajes a una población que era mayoritariamente analfabeta.
Posteriormente, se trasladó su uso a los colegios infantiles y, también, a las escuelas de aprendices de cualquier tipo de formación profesional, ya que llevaba aparejada una gran carga de ayuda didáctica para estos campos, pues facilitaba la explicación y comprensión de materias como tecnología, electricidad, mecánica, agricultura, dibujo, construcción, etcétera. El material en sí puede resultar de una alta riqueza pedagógica, ya que admite gran variedad de recursos: números, letras, palabras, frases, notas musicales, figuras geométricas, diagramas, símbolos, fotografías, recortes, montajes…
Se construían sobre una base dura de madera, la cual se cubría con una tela, fieltro, franela o lanilla y sobre la que se adherían las figuras —conocidas como franelogramas— que se habían preparado con anterioridad para la demostración en cuestión. Los franelogramas, por su lado, podían dibujarse en cartulinas o también se podían recortar de revistas para pegar a modo de collage. Para que las figuras se pegaran a la lanilla de soporte, era necesario añadirles un material adherente, tal como lija, fieltro o arena con pegamento.
Las ventajas eran muchas: bajo costo, atracción de la atención, información no estática, desarrollo progresivo de las clases o facilidad de transporte, entre otras.
Hoy en día, los elementos audiovisuales que se pueden incrustar en una presentación de PowerPoint, o de otros programas de software similares, han desplazado a las tecnologías arcaicas como el franelógrafo. Sin embargo, aún lo siguen utilizando muchos docentes de aulas infantiles porque tiene algo de lo que las pantallas adolecen: que se puede tocar, y eso es un algo muy importante para el desarrollo del cerebro en los primeros años de vida.
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