El «vocoder»: distorsionando la voz humana desde la Segunda Guerra Mundial
Un vocoder (acrónimo anglosajón que proviene de voice coder, o codificador de voz) es, básicamente, un aparato capaz de analizar y sintetizar la señal de la voz humana para transformarla, encriptarla, comprimirla, multiplexarla o cualquier otra acción que se desee hacer sobre ese audio. El primer vocoder fue desarrollado en 1928 por el ingeniero Homer Dudley de los Laboratorios Bell —le llamaron Voder, de Voice Operating Demonstrator—.
Aquel vocoder enseguida llamó la atención del ejército estadounidense que, pocos años más tarde, se metería de lleno en la Segunda Guerra Mundial. Así las cosas, bajo diversos nombres en código como «Cliente Especial», «Avispón Verde», «Proyecto X-61753», «Rayos X» o «SIGSALY», los americanos comenzaron a distorsionar el habla humana de manera profesional en aquella guerra, sobre todo en respuesta a la excelencia de las escuchas telefónicas nazis.
El aparato funcionaba dividiendo la voz en sus frecuencias constituyentes y difundiéndola sobre diez canales distintos, de modo que cualquiera que captara el mensaje en tránsito sólo oiría ruido. Los espías alemanes, probablemente, escucharían algo así como el zumbido de un montón de abejas. El costo de esta seguridad, sin embargo, fue casi la destrucción total del mensaje en sí; la voz, reunida de esos diez canales en el otro extremo, sonaba como un robot borracho.
La máquina terminó robofiltrando algunas de las conversaciones más cruciales del siglo XX: las voces de Roosevelt, Churchill, Truman o JFK hablaron a través de ella sobre el Día D, el bombardeo de Hiroshima o la Crisis de los misiles en Cuba. Otros, como el presidente Lyndon Baines Johnson, odiaban el aparato; se cuenta que Johnson lanzó su auricular desde el Air Force One porque era incapaz de manejar aquellos botones.
Aquel primer vocoder era, sobre todo y además de todo, fabulosamente poco práctico, como la mayoría de la electrónica de la época. La versión militar completa pesaba 55 toneladas y tenía el tamaño de una casa con tres dormitorios y un garaje. Su sistema de refrigeración por aire medía casi tres metros de alto y pesaba cuatro toneladas y media. Trasladar aquel engendro requería de una barcaza y un portaaviones. Y, sin embargo, también era extremadamente delicado: cada unidad vocoder contenía dos platos giratorios que hacían sonar discos de vinilo con ruido aleatorio y, para que una conversación funcionara, esos platos debían sincronizarse con otro par de platos en el extremo receptor; si alguno de ellos estaba ligeramente desincronizado, no funcionaba correctamente y la transmisión se perdía.
A medida que las guerras de Estados Unidos se hacían cada vez más abstractas, el vocoder se hacía más pequeño y más fácil de manejar. Se volvió digital y cambió los discos de vinilo por tarjetas perforadas como las de las computadoras de la época. Terminó saliendo del ámbito militar y aplicándose a todo tipo de proyectos civiles, como dar voz a la gente muda, permitir conducir a parapléjicos a través del habla y hasta se convirtió en juguete educativo: el Speak & Spell. También se utilizó en películas y en series televisivas y de animación como voz robótica enlatada, por ejemplo en ‘Tron’, ‘Battlestar Galactica’ o ‘Transformers’.
Sin embargo, el uso más revolucionario del vocoder llegó desde el mundo de la música pop, el rap y el funk, cuyos pioneros (gente como Afrika Bambaataa, el grupo Jonzun Crew o Grandmaster Flash) lograron convertir el crujido inhumano de la máquina en un instrumento de extraña expresividad.
Todo un invento que, como otros muchos, comenzó siendo un proyecto militar para, posteriormente, terminar totalmente inmiscuido en la vida civil.
[…] El «vocoder», distorsionando la voz humana desde la Segunda Guerra Mundial: “El aparato funcionaba dividiendo la voz en sus frecuencias constituyentes y difundiéndola sobre diez canales distintos, de modo que cualquiera que captara el mensaje en tránsito sólo oiría ruido. Los espías alemanes, probablemente, escucharían algo así como el zumbido de un montón de abejas. El costo de esta seguridad, sin embargo, fue casi la destrucción total del mensaje en sí; la voz, reunida de esos diez canales en el otro extremo, sonaba como un robot borracho.” […]
Para auténtico pioneros del vocoder, el grupo alemán Kraftwerk que ya lo empleaba profusamente en los setenta
Todo un invento que, como otros muchos, comenzó siendo un proyecto militar para, posteriormente, terminar totalmente inmiscuido en la vida civil
[…] la Segunda Guerra Mundial los militares estadounidenses incorporaron a su arsenal de armamento un invento la mar de curioso. Era un mamotreto capaz de analizar y sintetizar voz humana transformándola en […]