¡Por fin… un módem de 1.200 baudios por menos de 400 $!
Algo así rezaba la publicidad del TRS-80 DC-2212, un módem de Radio Shack Computer Centers (hoy Tandy Corporation) de mediados de los ochenta, que no hace mucho nos recordaban desde Vintage Computing and Gaming. El aparato, a la sazón de alto rendimiento, presumía de ser el más barato del mercado, pues se vendía por el módico precio de 399,95 dólares americanos, algo que al cambio de hoy por estas latitudes costaría alrededor de 630 euros, siendo bastantes millones de veces más lento que cualquier ADSL o conexión de fibra actual.
Pero la historia del módem comercial de consumo arranca mucho antes, concretamente con el afamado Bell 101, un producto de AT&T Corporation lanzado al mercado en 1958 para ser utilizado por SAGE, un entorno automático de detección, seguimiento e interceptación de aeronaves enemigas del NORAD, el Mando Norteamericano de Defensa Aeroespacial.
El módem Bell 101 dio el salto al consumo público en 1959 tras la divulgación por parte AT&T de la velocidad del mismo: la nada desdeñable frecuencia de modulación de 110 baudios, algo impensable para la época y que ponía cachondos a propios y a extraños. Además, fue el primero en utilizar una tabla de caracteres ASCII, cuando hasta la época, y desde 1908, el estándar había sido el conocido como código Baudot, aparecido originalmente del mundo del teletipo. Y es que la idea primigenia del módem surgió de la necesidad de conectar teletipos entre sí a través de las modernas líneas telefónicas existentes en el momento, evitando así los altos costes que implicaba alquilar los antiguos tendidos anteriormente utilizados por los telégrafos automáticos. Podríamos decir, pues, que la semilla la plantó IBM en 1943 cuando adaptó su tecnología para lograr transmitir tarjetas perforadas a 25 bits por segundo. Todo un hito.
Tras el éxito del Bell 101, y antes del TRS-80 DC-2212, otros muchos modelos de módems invadieron el mercado con mayor o menor éxito. Entre los más famosos podríamos destacar el Bell 103 (segundo instrumento comercial de AT&T) en 1962, que transmitía a 300 baudios; el Hayes 80-103A de 1981, compatible con el anterior y diseñado para el hoy desaparecido bus S-100, que montaban máquinas como el Altair 8800 o el IMSAI 8080; o el Apple Modem 1200 de 1983, compatible con los productos de la época de los de Cupertino.
Posteriormente, la tecnología quiso que los módems fueran avanzando en prestaciones a una velocidad de vértigo. Desaparecieron los acopladores acústicos, y las cajas que contenían el conjunto de circuitos se hicieron cada vez más pequeñas y con más lucecitas. A mediados de los años noventa, cuando las velocidades ya oscilaban entre 28,8 kbps y 33,6 kbps, los módems internos (en formato de tarjeta PCI) ocuparon el mercado. Irrumpieron los módems de voz y, poco después, los formatos PCMCIA y USB, dejando el techo fijo de velocidad en los 48 kbps de subida y los 56 kbps de bajada.
Y como llegaron fueron desapareciendo. Las conexiones RDSI y, posteriormente, ADSL y de fibra óptica desbancaron el uso de los módems más allá del envío de algún que otro fax digital por parte de pequeñas y medianas empresas (o de los actuales cablemódems que nada tienen que ver ya con sus predecesores). Las redes 3G y 4G han puesto la puntilla a aquellos aparatos de estridente sonido que nos conectaban a una Internet precaria.
Como curiosidad, comentar que la NASA está trabajando en un sistema de comunicación óptico basado en láser que disminuirá drásticamente el tiempo que se invierte en transmitir archivos multimedia desde el espacio, con velocidades 100 veces superiores a los métodos actuales. Algo que poco tiene que ver con los módems antiguos, pero que nos trae el progreso y la tecnología.