El triciclo eléctrico de los ochenta y su estrepitoso fracaso

Sinclair C5

Sinclair C5

El señor Clive Sinclair pasará a los anales de la historia por ser una de las mentes preclaras más importantes del siglo XX, y del XXI también, porque sigue en activo. Este británico de 71 años, convertido en Sir por la Reina de Inglaterra, es un reconocido inventor y emprendedor que, desde pequeño, destacó por su facilidad para la electrónica y, sobre todo, para las matemáticas. Sin embargo, decidió que no quería ir a la universidad para dedicarse a formarse de manera autodidacta en asuntos que realmente le interesaban.

Fue el creador de la primera calculadora electrónica de bolsillo, la primera minitelevisión portátil y el primer reloj digital calculadora al alcance de cualquier bolsillo. En su haber guarda otros muchos inventos, pero lo que le lanzó a la palestra de ventas y popularidad fueron los ordenadores de su empresa Sinclair Research Ltd., sobre todo los de la serie ZX: el ZX80, el ZX81 y, en particular, el ZX Spectrum.

Calculadora electrónica, reloj calculadora y ZX Spectrum

Calculadora electrónica, reloj calculadora y ZX Spectrum

Su particular visión de los negocios y el desarrollo proponía hacer llegar lo último en tecnología al público menos adinerado. Por aquel entonces, estos productos sólo estaban al alcance de unos pocos, y él entendía que esto no debía ser así. El ZX80 fue apodado como «el ordenador más pequeño y barato del mundo», y es que realmente así lo fue en su momento.

Sin embargo, sus productos adolecían de más de una pega engorrosa para los usuarios. Por ejemplo, su ordenador para el entorno empresarial, el Sinclair QL, tenía un teclado que, si bien no era de goma como los anteriores, no ofrecía un buen funcionamiento. Estaba basado en una membrana interna poco resistente que fallaba más que una escopeta de feria. Además, la apuesta a muerte por las unidades de cinta de casete y ZX Microdrive no fue un acierto en un mundo en el que se imponía con fuerza el PC y los discos duros y flexibles.

Pero, sin lugar a dudas, el mayor fracaso de Sir Clive fue el de su coche eléctrico, el Sinclair C5, una suerte de triciclo de funcionamiento híbrido, pues podía moverse con la energía producida por su batería y, también, a pedales.

Sinclair C5 nuevecito

Sinclair C5 nuevecito

El C5, lanzado por Sinclair Vehicles Ltd. en el Reino Unido el 10 de enero de 1985, se movía con un motor similar al de una lavadora, por lo que consumía muy poca electricidad. Era un vehículo para una sola persona, con el manillar por debajo de las piernas, que alcanzaba una velocidad máxima de 24 km/h, la mayor permitida en Gran Bretaña sin necesidad de permiso de conducir automóviles. Pero lo más atractivo fue su precio, pues se vendía por sólo 399 libras, unos 465 euros al cambio actual.

El desarrollo del Sinclair C5 duró varios años, comenzando en 1979. Durante el tiempo que duró el proceso de investigación y manufactura, los costos fueron aumentando paulatinamente, teniendo el propio Clive que vender algunas de sus acciones de Sinclair Research Ltd. para recaudar algunos millones de libras esterlinas con el objeto de no perder el proyecto. Por fin, la empresa Sinclair Vehicles Ltd. se formó a partir de Sinclair Research Ltd., en contrato de desarrollo y colaboración con Lotus para comenzar a producir en cadena el C5.

El motor eléctrico, ideado por Sir Clive, lo desarrollaba la empresa italiana Polymotor, dedicada a pequeños mecanismos cinéticos, por lo que comenzó a correr el bulo de que su motor era, efectivamente, el de una lavadora. Pero esa sería sólo la primera de las burlas. El C5 no cayó en gracia en la población británica, que veía al vehículo más como un juguete para excéntricos que como el medio de locomoción ideal. Comenzaron a mofarse del ingenio a cuenta de su rendimiento lamentable y de su diseño poco útil, pero los problemas eran bastante más graves.

El Sinclair C5 no era para nada apropiado bajo las inclemencias del clima británico. El hecho de estar descubierto lo hacía sólo utilizable en el sur de Inglaterra en primavera y verano. Su capacidad a la hora de subir cuestas o pequeñas colinas era nula. El motor se calentaba demasiado y dejaba de funcionar, teniendo que recurrir a los pedales o, incluso, al hecho de tener que bajarse y empujar. El clima frío de las islas británicas acortaba la vida útil de la batería, y el hecho de que fuera tan bajo, y de tener que conducirlo semirecostado, hacían de él un transporte bastante peligroso que carecía de buena visibilidad.

Un accidente que implicó a un conductor ebrio en un C5 logró conseguir que un juez dictaminara que aquel engendro no era un coche, sino un triciclo impulsado por electricidad. Se le denegó, pues, el permiso de circulación como vehículo homologado, restringiendo su uso al ámbito de las bicicletas. Aquello hundió la empresa; el 13 de agosto de 1985, Sinclair Vehicles Ltd. anunció el fin de la producción cuando se habían vendido menos de doce mil unidades. En octubre del mismo año, la compañía entró en estado de quiebra. El Sinclair C5 había muerto.

Sir Clive Sinclair en un C5

Sir Clive Sinclair en un C5

Hoy día, aquel cochecito de tres ruedas es objeto de coleccionismo friqui. En algún momento es posible encontrar alguna unidad en eBay, a precios prohibitivos, y también se pueden adquirir por Internet recambios o extras para tunearlo al gusto. Existen foros y sitios web de usuarios del triciclo eléctrico y admiradores que recuerdan con nostalgia aquellos buenos tiempos, realizan quedadas, comparten fotografías y dibujos al más puro estilo fanart. También se pueden encontrar modificaciones extremas del C5 a la venta, o no.

La empresa Sinclair Research Ltd. continúa existiendo hoy. El señor Clive sigue desarrollando inventos alucinantes como una minibicicleta plegable y, asimismo, continúa empeñado en la proliferación de vehículos eléctricos, por lo que tiene a la venta el Sinclair X-1. Este modelo es un viejo recuerdo del C5 que ha perdido una rueda (ahora sólo tiene dos), monta baterías de litio más modernas, es ergonómico, tiene chasis de fibra de carbono, luces delanteras y traseras y dispone de protección contra las adversidades climáticas. Cuesta alrededor de 700 euros.

Para algunos una apuesta demasiado arriesgada, para otros la excelente invención de un genio. El C5 supuso el fin de una empresa comandada por un caballero británico que nunca deja de idear, imaginar, concebir y asacar nuevos proyectos que, si bien son factibles de fracasar, no dejan de ser geniales creaciones.

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