Te compras un «yorsai» y a los dos días sale el «yorsiete»

Yorkshiete

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¡Qué cruz, jesusmariayjosé! Estoy hasta las bowlings del mundo de la tesnología fina y la informástica diversa. Los clientes de la empresa para la que trabajo alucinan en blanco y negro cuando les digo que su ordenador es del precámbrico proterozoico, que se tiene que comprar uno nuevo o la cosa no tira más. «¿Pero si tiene sólo cinco años?», me interpelan. Señora mía, un ordenador con cinco años ya no es un ordenador, es una calculadora muy aparatosa.

Y es que la cosa es así y así va a seguir siendo, por desgracia. El software de nuevo diseño procura adaptarse lo más posible a las capacidades técnicas de las máquinas existentes en el mercado en determinado momento. Y qué vamos a decir de los videojuegos, que lo último de lo último ya no corre sobre tu flamante tarjeta gráfica, comprada el año pasado, porque no es capaz de renderizar medio polígono más cada segundo. Teniendo en cuenta que cada seis meses, más o menos, aparecen nuevos microprocesadores más pequeños y más veloces, potentes y ágiles memorias y discos duros de capacidades que se nos escapan del contar con los dedos, los nuevos programas y juegos serán concebidos para estas nuevas arquitecturas, dejando obsoleto un ordenador de hace cuatro días.

Todas las alarmas han saltado con el nuevo iPad de Apple. Y es que los usuarios se han puesto en pie de guerra contra la compañía de la manzana mordida, porque una cosa es innovar y otra muy distinta reírse a la puta cara de la gente. El iPad este no es multitarea (algo inconcebible hoy día), no tiene cámara, ni salida HDMI, ni soporta Flash. Por no tener, no tiene ni un puñetero puerto USB. ¿Qué coño de aparato es este? Además corre el sistema operativo de un iPhone (iPhone OS) en lugar de OS X, que sería lo más lógico para un Tablet PC de Apple. Vamos, que es un iPhone grandote, aunque no permite servicios de voz, ni incluso en los modelos con 3G. Tócate los cojones.

Los consumidores no somos gilipollas y nos damos cuenta de las cosas. La estrategia de Apple está clarísima, ya que se aprecia que su deseo es vender miles de cacharritos de estos para, posteriormente (pasado mañana), sacar el iPad 2 con cámara y servicios de voz, por ejemplo. Luego más tarde (pasado pasado mañana) el iPad 3 con puerto USB y salida HDMI. Y así sucesivamente. Compra hoy uno y dentro de un año te vendo otro.

Esta maniobra es muy típica de empresas tecnológicas. ¿Cómo es posible que hoy consigan desarrollar un disco de 800 GB de capacidad y dentro de cuatro meses otro de 1 TB? ¿Hace cuatro meses no existía la tecnología necesaria para desarrollarlo? ¡Vamos, hombre! El lema es vender, vender y vender; y a poder ser vender un poco más después.

Ocurre con los teléfonos móviles también. Las compañías idean continuamente modelos nuevos que aumentan las prestaciones (y el precio) de los modelos anteriores considerablemente. El dilema surge del espacio de tiempo que transcurre desde la aparición de una versión hasta la comercialización de otra. Es un período demasiado corto para sospechar que la tecnología utilizada podría haberse incluido antes sin problema alguno.

No quiero dar  a entender con todo ello que las empresas tecnológicas no deban ganar dinero con sus productos, pero todo tiene un límite: el de la vergüenza torera. Y Apple ha quedado como el culo en este aspecto. Vamos, que es mejor no comprar nada nunca porque sabes a ciencia cierta que dentro de poco va a haber algo mejor. Tampoco es eso, no. Hay que comprar pero sin instinto compulsivo consumista.

Y de ahí precisamente viene el título de este post, que no es otra cosa que el final del primer cuplé de la chirigota «Los que no se enteran» (del gran José Luis «Selu» García Cossío), de la fase de preliminares en el COAC de este año, que se está celebrando en estos días. Jugando con el sai, que es como se dice en gaditano puro «seis», y el siete. Es un cuplé sin desperdicio por lo que os lo adjunto para escuchar aquí abajo.

Primer cuplé de preliminares (chirigota «Los que no se enteran»).

2 comentarios a “Te compras un «yorsai» y a los dos días sale el «yorsiete»”

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