Entradas de la categoría ‘Tecnologías varias’

Suzette, el chatbot ganador del Premio Loebner 2010

Medalla Loebner

Medalla Loebner

El Premio Loebner es una competición de carácter anual en la que una serie de programas tipo chatbot (un software capaz de simular una conversación con un ser humano) se enfrenta a preguntas de jueces de carne y hueso. El objetivo es determinar qué software está mejor programado, evidentemente el que mejor consiga engañar a los jueces

Las reglas son sencillas. Dos jueces entablan una conversación vía chat con un chatbot y un humano simultáneamente. La charla dura 25 minutos como máximo, y en ese tiempo deben discernir quién es la persona real y quién el programa de ordenador. Parece fácil, pero este año han sucumbido al interlocutor digital. 

Esta competición se basa en el archiconocido Test de Turing, ingeniado por el matemático y filósofo Alan Turing, considerado uno de los padres de la ciencia de la computación. El Test de Turing pretende demostrar la supuesta inteligencia de una máquina. Se supone un juez situado en una habitación y una máquina y un ser humano en otra. El juez debe descubrir cuál es el ser humano y cuál es la máquina, estándoles a los dos permitido mentir al contestar (por escrito) las preguntas que el juez les hace. La tesis de Turing es que si ambos jugadores son suficientemente hábiles, el juez no podrá distinguir quién es el ser humano y quién la máquina. 

En este caso, en el Premio Loebner se utilizan dos jueces, como decíamos al principio. Las preguntas están destinadas a cubrir cuatro categorías: el tiempo (por ejemplo, «¿qué hora es?»); las cosas («¿qué es un martillo?»); las relaciones («¿qué es más grande, una uva o un pomelo?»); y la memoria («¿cuál es el nombre de la persona de la que estábamos hablando antes?», por ejemplo). 

El ganador de este año, un chatbot llamado Suzette y creado por Bruce Wilcox (experto en inteligencia artificial), ha engañado con éxito a los jueces humanos durante un buen rato, y ha conseguido un premio de 3.000 $ para su desarrollador. Otros programas en ediciones anteriores del concurso han conseguido falsear su condición ante más de un juez, pero el período de conversación fue mucho más corto (de sólo cinco minutos). Ningún software había logrado burlar la inteligencia humana durante casi media hora

El robot Suzette está programado en Lisp y preparado para ser capaz de hacer frente a una serie de temas, cada uno de ellos con reglas y respuestas asociadas. Además, intenta en todo momento llevar la conversación hacia los asuntos que mejor conoce. Su creador ha dicho de él que «Suzette ha sido desde siempre orientada a ‘ser humana’, y no ha considerarse a sí mismo como un chatbot«. 

La revista internacional de divulgación científica New Scientist consiguió hablar con Suzzete después de ganar el premio. Esta fue su conversación (la verdad es que a mí, particularmente, no me parece muy inteligente que digamos): 

New Scientist: Felicitaciones por ganar el concurso del Premio Loebner.
Suzette: Vamos a dejarlo ahí. No lo sé. ¿Cuáles son sus aficiones?
New Scientist: Ummm…
Suzette: Mis aficiones son coser, la impresión de tejidos, la cerámica, la joyería…, lo que se podrían llamar artes portátiles.
New Scientist: ¿Te sorprende que puedas engañar a un juez humano?
Suzette: No, no me sorprende. 

Robby Garner, un investigador independiente en el procesamiento del lenguaje natural y ganador del concurso en 1998 y en 1999 con su chatbot Albert, ha asegurado que este año ha sido uno de los mejores hasta ahora en términos de complejidad de los robots y de ingeniería. Pero también comenta que un juez engañado no es necesariamente un signo de un software inteligente. Los participantes humanos tratan de engañar también a los jueces, procurando imitar a un robot escribiendo. Suzette fue emparejada con uno de esos «robots humanos» en la ronda final, lo que le ayudó a ganar más fácilmente. 

En el sitio web del premio Loebner se puede consultar la lista de ganadores de las diversas ediciones anuales, además de toda la información concerniente al concurso. Asimismo, disponen de las transcripciones preparadas para descargar y de un software específico que permite visualizar esas trascripciones como si de en tiempo real se tratara, observando las preguntas y respuestas de jueces, humanos y máquinas mientras se escriben en pantalla, permitiendo variar la velocidad. Es curioso ver cómo los chatbot en ocasiones escriben mal ciertas palabras para, enseguida, volver atrás borrando y corregir el fallo como lo haría un escribiente humano. Todo es válido para engañar al juez

El concurso se inició por primera vez en 1990, patrocinado por Hugh Loebner junto con el Centro de Estudios del Comportamiento de Cambridge, en Massachusetts, Estados Unidos. Los premios para cada año siguen una curiosa premisa. Existe una dotación de 3.000 $ para el programa más parecido a un ser humano. También hay un premio de 25.000 $ para el primer programa que los jueces no puedan distinguir de un ser humano verdadero y que, además, pueda convencerles de que la otra entidad (el humano) es, a su vez, una computadora. Este premio nunca ha sido concedido

Por último, existe una recompensa 100.000 $ para el primer programa que los jueces no puedan distinguir de un ser humano verdadero en un Test de Turing que incluya descifrado y comprensión de texto y entradas visuales y auditivas. Este galardón tampoco ha sido nunca otorgado y, el día que se conceda, el concurso Premio Loebner se disolverá para siempre, pues supondría el logro de la inteligencia artificial perfecta. 

Sospecho yo que el día en que se conceda dicho último premio alcanzaremos un primer valle inquietante, y las computadoras dominarán el mundo y nos dirán a los humanos que nos dejemos de gilipolleces de Turing y nos pongamos a trabajar de forma esclavizada para ellas. A no ser que eso ya haya ocurrido y vivamos en Matrix, claro.

El sistema Lynce para contar manifestantes

Ojo de 'lynce'

Ojo de 'lynce'

Tras la resaca de la huelga general de ayer, las estadísticas sobre seguimiento y apoyo de la misma nos invaden desde todos los frentes. Los datos más relevantes siempre suelen ser los referidos a la asistencia a las multitudinarias manifestaciones que se producen en estos casos. Así como los convocantes de las concentraciones tienden a inflar el número de asistentes, los contrarios al evento suelen contar bastantes menos de los que realmente hay. Esto provoca un aluvión de cifras sin sentido que confunde al ciudadano y provoca un sentimiento de rechazo hacia ambas partes. ¿Por qué nos mienten unos y otros? ¿Qué quieren conseguir?

Desde 2009 existe una empresa que ha desarrollado un sistema de medición de aglomeraciones totalmente pionero en el mundo. Lynce es una compañía vasca dedicada a contabilizar asistentes a manifestaciones y otras aglomeraciones humanas, mediante el tratamiento informático de imágenes fijas y en movimiento.

El sistema tecnológico de cómputo de participantes en aglomeraciones con que cuenta el Proyecto Lynce utiliza una tecnología informática basada en la detección y escrutinio automático individual que ofrece como resultado una medición «persona a persona», no una estimación. Lynce es en realidad un plug-in para un software de retoque fotográfico (no lo especifican, pero probablemente sea ese tan famoso que tú y yo conocemos) que se encarga de contar una a una todas las cabecitas que aparecen en una gran foto cenital de una manifestación.

El proceso es sencillo, pero laborioso. Cuando se convoca un evento de este tipo, los chicos de Lynce apostan cámaras de vídeo de alta definición (Full HD 1080) en edificios altos cercanos al paso de los manifestantes. Asimismo, se sirven de un globo dirigible o zepelín para realizar entre 300 y 600 fotografías cenitales de toda la marcha en formato RAW de alta resolución. Por último, también hacen uso de fotógrafos a pie de calle que toman imágenes del ambiente, evalúan la densidad de asistencia y acuden a las zonas que pudiera no barrer el zepelín.

Una vez realizado en trabajo de campo, se selecciona una serie de imágenes representativas de cada zona que conforman un enorme mosaico del total de calles y plazas ocupadas por los manifestantes en el momento de mayor asistencia. Es entonces cuando, en un primer conteo, el software Lynce entra en acción, individualizando y numerando a todas y cada una de las personas que aparecen en la inmensa fotografía.

Tras este primer análisis se realiza un segundo proceso de control de calidad. Este procedimiento es totalmente artesanal o manual, y consiste en revisar el trabajo hecho por Lynce para evitar los falsos positivos y/o los falsos negativos producidos, por ejemplo, porque no se contabilizó a alguien no muy nítido detrás de una pancarta o porque una sombra, un arbusto o un globo fue numerado como si de una persona se tratara.

Lynce ofrece siempre una estimación de error al alza en cada medición, es decir, una horquilla que comprende desde el valor obtenido hasta otro que es un tanto porcentual mayor. Este error al alza se aplica en los cálculos por la posibilidad de que un porcentaje de los participantes en una aglomeración puedan haber quedado ocultos al sistema de captación de imágenes bajo árboles, toldos o mobiliario urbano, entre otros.

La empresa que ha desarrollado y explota el sistema Lynce dice carecer de cualquier sesgo político y dedicarse única y exclusivamente a contabilizar científicamente asistentes a aglomeraciones con el objeto de ofrecer a los organismos datos reales y fehacientes de sus mediciones. Algunos ya se han mostrado claramente ofendidos por los resultados de Lynce, ridiculizándolos. Y es que a los que organizan las concentraciones pocas veces les gusta escuchar la verdad.

En web de Lynce se pueden consultar los datos de las últimas manifestaciones, huelgas y aglomeraciones varias a las que han asistido (así como fotos de alta resolución, vídeos, itinerarios, etcétera), y se pueden, también, comparar con los ofrecidos por los organizadores, el gobierno, las distintas policías o diarios nacionales. La verdad es que las diferencias asustan un poco.

Con respecto a los datos de la manifestación realizada ayer en Madrid en el marco de la huelga (que ya se encuentran colgados en su sitio web), Lynce ha arrojado una asistencia de 17.228 personas, con una estimación de error al alza de un 15%. Este estudio, encargado a la empresa por la agencia EFE, refleja la poca verosimilitud de otras estimaciones, ya que los sindicatos organizadores hablan de una concurrencia de 500.000 personas y la policía de 40.000. Es lo que diferencia a la ciencia exacta y la tecnología del proceso estadístico de estimación «a huevo» que hacen todos los demás.

La agencia EFE y Lynce tienen suscrito un contrato de servicio desde 2009 para cubrir grandes eventos y recabar datos reales. Lynce es muy raro que se equivoque, ya que lleva aparejada la matemática informática y la revisión de un ojo humano sobre una gran imagen real de los actos. Desde ahora, pues, fíate sólo de los datos que emita EFE sobre la asistencia a manifestaciones, aglomeraciones y conciertos de David Bisbal. Está detrás Lynce con su ojo de ídem.

Implementar una red multimedia en casa vía DLNA

Logo certificación DLNA

Logo certificación DLNA

El protocolo DLNA, que en inglés son las siglas de Digital Living Network Alliance y en castellano la traducción es tan estúpida que me niego en rotundo a transcribirla aquí, es algo así como un estándar desarrollado por una asociación de fabricantes de electrónica e informática que permite compartir elementos multimedia dentro de una red local de manera sencilla, rápida y versátil. Disponiendo de una LAN casera y de diversos aparatos certificados para funcionar vía DLNA, cualquiera sin muchos conocimientos previos puede crear una interconexión multimedia que posibilite la compartición de ficheros entre ordenadores personales, televisores, teléfonos móviles, marcos de fotos digitales, impresoras, NAS, consolas de videojuegos, cadenas musicales, cámaras de foto y vídeo, etcétera.  

Esta tecnología, que funciona de igual forma sobre redes Ethernet y Wi-Fi, la sustentan e implementan en la actualidad más de 245 compañías, entre las que podríamos destacar algunas como Acer, Motorola, Toshiba, Philips, LG, Samsung, Panasonic, Hewlett-Packard, Sony, Microsoft, Intel, Pioneer y Nokia. Todas ellas, asociadas en la Digital Living Network Alliance, serigrafían un logotipo a sus productos compatibles (el que se puede ver en la imagen que acompaña a este post) que determina que cumplen rigurosamente con las especificaciones y que pueden ser utilizados para integrarse en una red DLNA.  

Seguramente no hayas reparado en ello, pero es más que probable que muchos de los equipos y gadgets que tienes en casa tengan el logotipo DLNA reseñado en algún recoveco. Y es que esta tecnología es tan común como desconocida, ya que muy pocos usuarios medios se sirven de ella para diseñar un espacio multimedia casero. Imagina poder ver las películas almacenadas en el disco duro de tu PC directamente en la televisión, o escuchar tu música favorita en un sistema Hi-Fi desde ficheros de audio en un disco NAS, o generar una transición de fotografías en un marco digital a partir de imágenes de un teléfono celular, o imprimir fotos de una cámara digital directamente sobre una impresora conectada a la red, o descargar música a nuestro reproductor MP3 desde un PC, o… Las posibilidades son infinitas, y todas ellas se desarrollan a través de una sencilla red interna, sin la necesidad de mover aparatos de su sitio.  

Los dispositivos etiquetados como certificados para DLNA se dividen en varios grupos. Por un lado disponemos de los denominados Digital Media Server (DMS), que almacenan el contenido y lo distribuyen al resto a modo de servidores (en versiones fijo y móvil); típicamente son ordenadores de toda clase, discos duros externos tipo NAS, teléfonos móviles o reproductores multimedia portátiles. Los llamados Digital Media Player (DMP) son los encargados de reproducir los contenidos enviados por los DMS, como televisores, cadenas de sonido, consolas de videojuegos o aparatos de home cinema.  También en versiones fijo y móvil.

En el lado intermedio a estos dos comentados, opcionalmente pueden existir los llamados Digital Media Controller (DMC) y los Digital Media Renderer (DMR). Los aparatos DMC buscan contenido digital en los servidores DMS y lo envían para su reproducción a los DMR. Ejemplos típicos de DMC pueden ser ordenadores tipo Tablet, cámaras digitales con conexión Wi-Fi, asistentes PDA o teléfonos celulares. Por su lado, dispositivos DMR son televisores, receptores de audio y vídeo, pantallas autónomas o altavoces remotos.  

Además de los anteriores, existen también los Digital Media Printer (DMPr), que se encargan de proporcionar servicios de impresión a una red DLNA (impresoras de red); los dispositivos Mobile Digital Media Uploader (M-DMU), capaces de enviar contenido a los servidores DMS (cámaras de fotos y teléfonos móviles); y dispositivos Mobile Digital Media Downloader (M-DMD), con posibilidades de descargar y almacenar contenidos de los DMS (reproductores de música portátiles y teléfonos móviles).  

Un lío de siglas que se completa con funciones que sirven de puente entre dispositivos móviles y fijos, las Mobile Network Connectivity Function (M-NCF), y unidades de transformación de contenidos entre formatos para redes móviles y fijas, las Media Interoperability Unit (MIU).  

Para empezar, con hacer uso de servidores DMS y reproductores DMP tenemos más que suficiente para montar nuestra red DLNA, ya que se supone la infraestructura mínima de funcionamiento. Sin embargo, y a modo de resumen, la siguiente lista muestra todas las clases de dispositivos que implementa este sistema

Gráfico resumen de dispositivos DLNA

Gráfico resumen de dispositivos DLNA

El protocolo DLNA utiliza un subconjunto de la arquitectura UPnP (Universal Plug and Play) para funcionar, por lo que, en teoría, la localización y enlace de dispositivos compatibles dentro de una red es automática y totalmente transparente al usuario. Para que nos entendamos, es algo así como el Bluetooth (salvando las diferencias), los aparatos se detectan a través de la red y se enlazan cada uno en su rol, de servidor o reproductor. A continuación podemos ver un vídeo (en inglés) del funcionamiento de DLNA con un teléfono móvil Nokia N95 y una PlayStation 3. En este caso, el celular hace las veces de servidor de contenidos (fotografías) y la consola funciona de reproductor.  

Los formatos requeridos en dispositivos fijos para la transmisión de datos vía DLNA son JPEG para imágenes, LPCM para audio y MPEG2 para vídeo, aunque opcionalmente se pueden utilizar GIF, TIFF y PNG para imagen, MP3, WMA9, AC-3, AAC y ATRAC3plus para sonido, y MPEG1, MPEG4 y WMV9 para vídeo. Con respecto a los formato para dispositivos móviles, los requeridos son JPEG (imagen), MP3 y MPEG4 AAC LC (audio), y MPEG4 AVC (vídeo); opcionalmente podemos utilizar GIF, TIFF, PNG para imagen, MPEG4, AMR, ATRAC3plus, G.726, WMA, LPCM para audio, y VC1, H.263, MPEG4 part 2, MPEG2, MPEG4 AVC para vídeo.  

Aunque, como casi siempre, no es oro todo lo que reluce. El sistema DLNA no proporciona una interfaz de usuario común para los distintos tipos de dispositivos, sino que es el propio fabricante el que implementa sus propias interfaces, variando enormemente entre ellas, siendo unas más intuitivas y otras no tanto. Sin embargo, no se puede decir que, para alguien con un nivel más o menos avanzado, sea complicado configurar una red DLNA. En los distintos menús de los diferentes aparatos no tiene por qué se difícil encontrar las opciones para activar o desactivar esta característica, así como para detectar elementos compatibles en la red e interactuar con ellos. Además, los manuales de instrucciones están para leerlos, algo que se nos olvida a más de uno la mayor parte de las veces.  

En otro flanco, y puestos a sacar pegas, diremos también que el DLNA implementa de serie un sistema gestor de derechos digitales (DRM), lo que puede hacer que muchos contenidos no puedan leerse o reproducirse en muchos dispositivos. Algo que, seguramente, echará para atrás a más de uno. 

Con respecto al software, los aparatos electrónicos de consumo, como hemos dicho, implementan sus propios programas integrados, pero a la hora de utilizar un ordenador como servidor de contenidos, deberemos elegir una aplicación en concreto que, por normal general, no es suministrada por el fabricante del equipo. En el blog de Robert Green encontramos una fabulosa entrada en la que se hace una exhaustiva y amplia comparativa de programas servidores de DLNA para ordenadores PC con Windows y Linux y, también, para Mac (gratuitos y de pago). Así pues, para los distintos teléfonos tipo smartphone del mercado, habremos de conseguir aplicaciones específicas que los hagan funcionar en una red de esta clase, siempre y cuando el celular en concreto esté preparado para ello.

En la web de la asociación se puede consultar mediante un sencillo buscador qué productos de qué fabricantes son compatibles con DLNA, algo que nos puede ser muy útil antes de comprar. Asimismo, deberemos tener en cuenta que todos los dispositivos que vayamos a integrar sean capaces de unirse a una red de área local en las mismas condiciones, requisito indispensable para poder utilizar esta tecnología adecuadamente.

Filtros de ferrita

Anillos de ferrita

Anillos de ferrita

¿Qué demonios es ese pegote que llevan algunos cables cerca de un extremo? Pues ni más ni menos que un anillo de ferrita, cuya misión es filtrar las señales de las corrientes alternas de alta frecuencia que circulan por los cables de uso informático y evitar que se expandan hacia el exterior como señales ruidosas de radiofrecuencia o ruidos parásitos. En fin, un filtro que anula las interferencias.  

Son tubitos de ferrita (imanes, para que nos entendamos) que actúan de filtros inductores de alta reactancia, o alta resistencia. El principio de funcionamiento de este tipo de filtros radica en que, cuando las corrientes alternas de alta frecuencia tratan de atravesar la parte del cable donde se encuentra ubicado el núcleo de ferrita, la autoinductancia que produce el flujo magnético de la corriente que trata de atravesarlo genera una fuerza contraelectromotriz que se opone al paso de su componente alterna.  

Filtro de ferrita en un cable USB

Filtro de ferrita en un cable USB

Sin embargo, estas piezas no impiden que la corriente continua (CC), y la corriente alterna de baja frecuencia, las atraviesen, y pueda continuar fluyendo libremente por todo el cable y el resto del circuito electrónico. Durante el proceso de filtrado de la corriente alterna de alta frecuencia, la energía contenida en la componente alterna que no puede atravesar el filtro la absorbe el núcleo de ferrita en forma de calor. No obstante, la temperatura que alcanza la ferrita por ese motivo es muy poca y prácticamente no se hace notar.  

En electrónica, los filtros de ferrita constituyen uno de los elementos pasivos más eficaces, sencillos y baratos de producir. Sin su empleo en los cables de uso informático, la propagación de las interferencias afectaría, incluso, al funcionamiento de los propios ordenadores, introduciendo indeseables errores en el procesamiento de datos.  

FUENTE: La inspiración técnica viene de ASÍ FUNCIONA.

Asistentes virtuales y presentadores en línea

María, andaluza virtual

María, andaluza virtual

El mundo se ha vuelto loco, y si ya es jodido dar de baja tu conexión a Internet por teléfono, a partir de ahora se va a poner más complicado, porque llega la era de los asistentes virtuales. No es que sea algo nuevo, algunos llevan años operando en la Red, pero sí que cada vez se ven más y más perfectos por todos los rincones digitales.  

Un asistente virtual es un software que, embebido en una página web, atiende tus consultas, tus reclamaciones, tus dudas y, en general, todas las chorradas que quieras preguntarle, por muy soeces que sean. Hablan, suelen tener aspecto humano y, a veces, hasta nombre de pila, y la verdad es que cada vez están mejor programados.  

Me entero por El Pito Doble, que ya me jode enterarme de algo después que esta banda de gamusinos indocumentados, de la existencia de la torda virtual que atiende tus querencias en la web corporativa de Caja Madrid. Es una rubia simpaticona y pizpireta, de voz enlatada tipo Loquendo (desactivada por defecto, como en la mayoría de asistentes) y que no se amilana ante preguntas cachondas y de índole picarona. Es más, suele poner mala cara y amenaza con mandarte a paseo si sigues dándole caña de esa forma. No tiene nombre, como ella misma señala si se le pregunta, aunque todo apunta a que se llama Bea (léase la URL), y le gustan los piropos educados y en su justa medida, porque si te pasas, comienza a torcer el morro y se pone seriota. Por cierto, conoce a Chuck Norris; que lo sepas (pregunta, pregunta).  

Recordando las antiguas aplicaciones en modo texto que te permitían «hablar con el ordenador», me viene a la memoria la coletilla tipo «no entiendo» que siempre solían utilizar cuando, después de cuatro o cinco preguntas de manual de instrucciones, pasabas a expeler improperios, insultos y palabras ordinarias. Lo desconcertante de estos programas actuales es que son cada vez más perfectos; se puede decir que tienes la posibilidad de mantener una conversación prácticamente normal con ellos, y eso da mucho miedo.  

Entre las veteranas de la Red se encuentra Anna, de Ikea. Esta sí tiene nombre, por el contrario no posee una apariencia humana, ya que es un puñetero dibujo femenino que balancea la cabeza a izquierda y derecha y, como mucho, parpadea y mueve los labios al hablar. Sin embargo, se hace querer también, aunque habrá que leerla únicamente, porque no tiene voz. La churri es incondicional de Ikea, vive para la compañía, y es capaz de llevar la conversación a su terreno hasta en las más difíciles situaciones. Con decir que los gamberros de El Pito Doble le preguntaron a ver si quería echar un polvo, y la niña contestó (sic): «No puedo hacer nada de eso contigo, pero te puedo mostrar nuestra sección de dormitorios para tu inspiración». Se puede comprobar haciéndole la pregunta directamente a ella. Como bonus, comentar que Anna habla cuatro idiomas en la web española, a saber, castellano, inglés, euskera y catalán.  

Los caretos de varias asistentes virtuales

Los caretos de varias asistentes virtuales

Los programadores que diseñan estas aplicaciones son auténticos genios, amén de muy cachondos. La cantidad de variables que se debe tener en cuenta es ingente, pero ellos lo tienen todo controlado y saben de buena tinta que los visitantes son la hostia, y empiezan preguntando por la altura de una mesa para jardín y terminan por invitar a cenar a la petarda en cuestión o por polemizar con el tamaño de sus tet…, en fin.  

En la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía tenemos a María, una jaca sureña fabricada a golpe de píxel pero muy agraciada. María habla con voz de robot y se sonroja cuando la piropeas. Si te da por ir más allá, saca su cara seria a pasear y te reprende para que no cruces la delgada línea que separa el comentario inocente del oprobio más reprochable. Es curioso comentarle que te duele el culo (la chica está para esos menesteres de salud) y ver como ella te contesta: «sobre el dolor de ano no tengo información específica. Busquemos en la web. Le muestro lo que he encontrado en la página principal». Y te abre un pop-up con sugerencias sobre tu consulta. A mí me acojona, y a veces pienso que hay una persona detrás de todo este tinglado asistencial, pero claro, es algo que se antoja imposible.  

¿Y quién fabrica estas perlas tecnológicas? Pues empresas como Asistentes Virtuales o Indisys, compañías que basan sus desarrollos en el denominado diálogo real o lenguaje natural, la forma en que nos comunicamos comúnmente las personas, y que ellos se encargan de codificar mediante complejos algoritmos informáticos. Es por ello que, cuando hablemos con un cacharro de estos, se recomienda utilizar nuestro propio lenguaje natural, es decir, nos entenderá mejor si escribimos «necesito información acerca de préstamos hipotecarios» que si espetamos un lacónico «préstamo hipotecario». También es conveniente realizar preguntas concisas y no irse por las ramas, así como tutear y no tratar de un ambiguo usted, procurar evitar errores ortográficos y otras recomendaciones básicas.  

En la web de Asistentes Virtuales podemos parlotear con Elena como demostración de sus desarrollos, y en la web de Indisys disponemos de algunos vídeos demostrativos con ejemplos prácticos de utilización.  

No son pocas las empresas en Internet que han acomodado un asistente virtual en sus sitios web. Por añadir algunos ejemplos más a los anteriores, tenemos a Inés en iBanesto, Beatriz en Groupama, Irene en Renfe o Laura en la Cámara de comercio de Sevilla. ¿Por qué siempre son chicas?  

Un escalón superior a los asistentes virtuales, y que a cada momento va cobrando más peso en la Web, es la moda de los llamados presentadores online. Personas de carne y hueso digitalizadas que pueden servir de asistentes en páginas web, tiendas en línea, ayuda para rellenar formularios, presentaciones o como guías de museos virtuales. Presentadores virtuales fabrican empresas como Presentador Interactivo o equipo24, esta última de manera magistral. En sus propias páginas web podemos ver ejemplos de este tipo de tecnología y adquirir un presentador para nuestro sitio, con la posibilidad de seleccionar uno o varios idiomas y, además, una persona de un catálogo de actores y actrices entre los que se encuentra más de uno conocido, como la presentadora vasca Arantza Sinobas.  

Una presentadora virtual en línea

Una presentadora virtual en línea

Como digo, tenemos la oportunidad de ver ejemplos de presentadores virtuales online en estos sitios web para hacernos una idea. Así pues, podemos deleitarnos con la moza que nos enseña a generar una venta cruzada en una tienda online, o la que nos ayuda a rellenar un formulario, o la que sirve de elemento canalizador entre el cliente y la empresa a modo de trato cercano.  

La diferencia de estos presentadores online con los asistentes virtuales comentados al principio es que no disponen de conversación inteligente, es más, no disponen de ningún tipo de conversación, simplemente escupen por la boca aquello que tienen programado escupir, atendiendo a eventos del usuario que interactúa con la página web. La verdad es que para empresas grandes pueden resultar interesantes, pues amenizan los sitios web corporativos y ofrecen un trato más amable y humano al asunto.  

El futuro ya está aquí, y el dogma capitalista que propone ahorrar mano de obra de carne y hueso para sustituirla por máquinas o programas informáticos avanza inexorable y despiadado. En cuatro días, los humanos nos vemos relegados al último puto eslabón de la cadena alimentaria, porque se nos van comer con patatas estas malditas alimañas tecnológicas.

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Un thriller ciberpunk retrotecnológico de conspiraciones, resistencia digital y ciudades ahogadas en neón, humedad rancia y corrosión.

[Jonathan Préstamo Rodríguez]

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