Érase una vez un juego de béisbol de Nintendo con Mickey Mouse como protagonista
En 1965, Nintendo fabricaba de todo menos videojuegos; todavía quedaban unos cuantos años para que las consolas de ocio digital llegaran a manos de los consumidores. Uno de los juguetes que la compañía nipona tenía en catálogo era un simulador de béisbol llamado Disney Baseball Board. Por 950 yenes de la época, obteníamos una caja de cartón con Mickey Mouse dibujado por alguien que, a todas luces, no pertenecía al cuerpo de animadores de Disney. Y un lema en japonés: ¡Atrapa la bola!
Disney Baseball Board era una mezcla entre el deporte del béisbol y aquellos primeros juegos de pinball. Dos jugadores se turnaban para batear y lanzar, y el bateador debía apuntar a los hoyos en el campo para sumar puntos. Sencillez extrema. El juego estaba fabricado en plástico y madera, algo muy típico de los juguetes de los años sesenta. El campo de juego estaba adornado por un equipo de ratones Mickey que jugaban contra un equipo de patos Donald. Nintendo adquirió la licencia de Disney para poder utilizar sus personajes, algo que, a la sazón, era sinónimos de éxito seguro entre el público infantil.
El dispositivo de lanzamiento consistía en una pequeña palanca colocada detrás del tablero de juego, en el extremo más alejado del campo. En el medio del campo de juego (el lugar del lanzador) se fijaba una pequeña pieza similar que se cargaba con un pequeño rodamiento de bolas de metal. Uno de los dos jugadores debía manejar este artilugio mientras que el otro debía batear la pelota tras ser disparada.
Los puntos se conseguían apuntando a los hoyos correctos en el campo, mientras se había de evitar que la bola callera en cualquiera de los dos hoyos verdes marcados como OUT. Obviamente, el valor de los puntos era mayor en los pozos más difíciles de alcanzar; desde 20 puntos para el hoyo de SHORT STOP, hasta 100 puntos para el hoyo de HOME RUN. En la parte inferior del tablero, un imán podía imprimir a las bolas metálicas giros impredecibles, lo que hacía de la puntería del jugador toda una habilidad sobrevalorado.
En fin, un juego muy colorido y divertido que, seguramente, hacía las delicias de los niños de la época.