El padre Busa, IBM y el Index Thomisticus

Busa con una tarjeta perforada

Busa con una tarjeta perforada

Curiosa historia la que traemos hoy aquí; una historia que mezcla religión, informática y lingüística a partes iguales, algo que en apariencia puede parecer inconexo pero que, en realidad, tiene más de enlace y de trabazón de lo que nos podemos imaginar. Y es que la Red de redes, tal y como hoy la conocemos, puede tener tanto que agradecer a un gigante computacional llamado IBM como a un sencillo cura italiano conocido como padre Busa. Increíble, pero cierto.

El día 28 de este mes en el que estamos (noviembre), pero del año 1913, nacía Roberto Busa en Vicenza (Italia). Fue el segundo de cinco hermanos y terminó entrando en el seminario en 1928 para ordenarse sacerdote en 1940 dentro de las filas de la Compañía de Jesús. Ya como jesuita, se graduó en Filosofía en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma en 1946, y fue catedrático de Ontología, Teodicea y Metodología Científica.

En el mismo año de su graduación (1946) y como historiador que era desde hacía ya tiempo de la obra de Santo Tomás de Aquino, se planteó un quehacer titánico: realizar un índice de todas y cada una de las obras del santo con el fin de generar un inmenso directorio de términos que enlazaran con la página y tomo donde se encontraban para facilitar el estudio de la obra del teólogo siciliano.

Demostración en IBM Bruselas (1967)

Demostración en IBM Bruselas (1967)

La intención era construir lo que dio en llamar Index Thomisticus (por Tomás). Nueve millones de palabras tenían la culpa; eso englobaba la extensa obra de Tomás de Aquino y algunos tomos anexos de autores muy relacionados que también lo habían estudiado profusamente. Cuando había reunido, tras tres años y de manera muy fatigosa y completamente a mano, un total de diez mil fichas, todas ellas dedicadas únicamente al inventario de la preposición «en» (que él consideraba fundamental desde el punto de vista filosófico), Roberto Busa se percató de que aquello se antojaba una labor faraónica y prácticamente imposible para su sola persona. Fue entonces cuando recurrió a IBM.

El padre Busa, pues, se presentó en 1949 en el estudio neoyorquino de Thomas John Watson, fundador y presidente de IBM a la sazón, y le ofreció una afanosa propuesta. Desde hacía ya unos años, IBM fabricaba una serie de equipos que propiciaban que las organizaciones procesaran cantidades de datos sin precedentes en el momento. A Busa se le había ocurrido que aquellas modernas y potentes máquinas podían ayudarle en su trabajo, pues seguramente eran más rápidas que él extrayendo términos, relacionándolos con los libros y las páginas donde se encontraban escritos y almacenándolos para futuras búsquedas.

En Milán con sus ficheros manuales

En Milán con sus ficheros manuales

Además, su obsesión por la lematización era enfermiza. Lematizar, por aclarar el término, consiste en obtener la forma de una palabra que se constituye en lema, dentro de un diccionario o repertorio léxico, a partir de todas sus formas flexionadas o alteradas. Esto es, por ejemplo, el lema «entrar» tiene decenas de flexiones: «entraré», «entrando», «entrado», «entremos»… Así pues, plurales, formas femeninas, conjugaciones, declinaciones y etcétera constituyen entradas de un índice que han de estar todas ellas relacionadas entre sí.

Y de esa forma, precisamente, es cómo funcionan hoy día los motores de búsqueda en Internet, como puede ser Google. Cualquier término que busquemos, y mediante un complejo algoritmo, nos devuelve resultados exactos y también parecidos, pues lematizan las entradas para asociarlas con sus raíces lingüísticas. Algo que hoy puede parecer una tontería y que la ejecutamos a golpe de simples clics, pero que para la época era una completa locura tecnológica.

Estand de IBM en la Expo de Bruselas (1958)

Estand de IBM en la Expo de Bruselas (1958)

Así las cosas, Thomas J. Watson, tras estudiar la propuesta del cura, le pareció de todo punto imposible, y dicen las malas lenguas que le contestó algo así como «no es posible pedirle a las máquinas lo que usted me está diciendo. Usted pretende ser más americano que nosotros». Aquello no le sentó muy bien a Busa y, recurriendo a una tarjeta de la empresa que le habían proporcionado, puso bajo los ojos de Watson el lema de la multinacional, acuñado por el propio presidente de IBM: «Lo difícil lo hacemos rápido, lo imposible nos lleva algo más de tiempo».

Se comenta que aquel gesto hizo recapacitar a Thomas J. Watson, y algo se le removió por dentro. Poco después le envió una misiva al padre Busa en la que se leía: «Está bien, padre, lo intentaremos. Pero con una condición: me debe prometer que no cambiará IBM, acrónimo de International Bussiness Machines, por International Busa Machines«. Menudo cachondeito gastaban por IBM, vaya.

Gallarate (Milán, 1960)

Gallarate (Milán, 1960)

Con aquel acuerdo comenzó un proyecto que duraría treinta años, ni más ni menos. Del encuentro de estas dos mentes creativas, escribió Stefano Lorenzetto en ‘L’Osservatore Romano’: «Nació el hipertexto, ese conjunto de información estructurada por conexiones dinámicas consultables en el ordenador con un clic». El término anglosajón hypertext sería acuñada por Ted Nelson en 1965, pero como fue documentado por Antonio Zoppetti, experto en lingüística e informática, quien «de verdad trabajó en el hipertexto, con al menos quince años de anticipo sobre Nelson, fue el propio padre Busa».

Presentación de los primeros resultados en IBM

Presentación de los primeros resultados en IBM

Según fue avanzando la tecnología y fueron pasando los años, los americanos consiguieron terminar aquella ingente obra técnica. Debemos tener en cuenta que, en su primera época, comenzaron con tarjetas perforadas (¡!). En la década de los setenta del siglo pasado, el Index Thomisticus ocupaba 56 volúmenes impresos; en el año 1989 apareció la primera versión en CD-ROM (posteriormente también en DVD); y en el año 2005 surgió en Internet la web con todo el contenido completo, en la que se puede ver todavía hoy el logotipo de IBM como empresa colaboradora, además del de la Fundación Tomás de Aquino, Cael y la Universidad de Navarra. En 2006 comenzó una nueva fase, un proyecto que pretende la notación sintáctica de todo el cuerpo de la obra de Santo Tomás de Aquino.

Roberto Busa falleció el 9 de agosto del año 2011.

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