Posicionándome en el centro de la polémica

¡Al ataque (DDoS)!

¡Al ataque (DDoS)!

Y cuando digo el centro no me refiero al meollo, al núcleo de la controversia, sino al espacio que se encuentra entre la izquierda y la derecha, al punto que equidista de aquellos que olean los cojones de los Anónimos de 4chan y de los que rechazan de plano sus acciones. Evidentemente, me estoy refiriendo a los recientes hechos que produjeron el fatal desplome de los servidores web de la SGAE y el Ministerio de Cultura español, la pasada semana.

Cuando sucede algo así, me gusta dejar pasar unos días antes de hablar en caliente sobre el tema. Los que conocen bien este blog saben que por aquí somos muy forchaneros y, además, muy poco amigos de la política de la SGAE con respecto a las acciones tomadas en pro de gestionar los derechos intelectuales de las obras. Sin embargo, existe algo que se llama respeto y otro algo que se llama educación, dos conceptos totalmente olvidados cuando las personas dejaron de relacionarse en la calle para pasar a mantener, casi exclusivamente, vínculos digitales.

Los Anónimos son unas bestias pardas, y todos los sabemos, pero un ataque DDoS, aunque todavía no es delito en España, será considerado en la próxima reforma del Código Penal (principios de 2011) como un acto delictivo de carácter informático. Esto quiere decir que andaremos jugando con fuego a la hora de embarcarnos en un navío con esta bandera.

No comparto para nada la postura de Enrique Dans sobre el asunto al tildar de legítimo un ataque de esta clase. Pero tampoco estoy de acuerdo con Antonio Ortiz, de ‘Error 500’, cuando asevera que los linchamientos organizados y anónimos son la peor especie de ejercicio de la libertad. Mi posición es más moderada y se emplaza entre la defensa de la independencia anónima de la Red y la custodia de las libertades personales y de las empresas privadas o públicas.

Una manifestación en contra de unas ideas o unas acciones nunca debe, o no debería, rayar la delgada frontera que separa el acto protestatario en sí de la agresión con público vilipendio. Y no me desdigo de lo que escribía sobre esto en una entrada anterior, en la que contemplaba la posibilidad de, por ejemplo, una lucha sindical cibernética a golpe de DDoS, sino que matizo que, como ocurre con las expresiones de protesta en el mundo real, las quejas en Internet deberían estar reguladas por ley en un futuro próximo, ni más ni menos.

Tampoco me quiero posicionar radicalmente en contra de esta última acción de 4chan porque sería un necio; los organismos asaltados merecen mi más enérgica repulsa. Sin embargo, un ataque distribuido de denegación de servicio puede ser realizado por cualquier grupo de pendejos electrónicos en un momento dado, agrediendo sitios web empresariales por el simple hecho de no complacerles sus colores corporativos. Y un blog personal podría correr la misma suerte por razones estúpidamente análogas. Eso no es de recibo en una sociedad digital, a la vez democrática y anárquica, como es Internet.

Los ataques de esta índole pueden considerarse como los piquetes de una huelga que terminan por dar fuego a todo lo que encuentran a su paso. Además, para mayor escarnio internauta, alimentan las bocazas de los dueños de las industrias que piden poner vallas al campo, limitando por derecho la libertad de expresión en la Red de redes y restringiendo el anonimato de la misma, si es que alguna vez fue anónima, que no.

Pero tampoco debemos dejar pasar por alto los embates de aquellos que dicen ser poseedores de la verdad absoluta en lo que a derechos de autor se refiere. Lo nunca visto en ninguna parte del mundo ha sucedido en España: una empresa privada ha conseguido, en alianza con una ministra de cultura títere, que un gobierno cree una ley ad hoc que permita perpetuar su enriquecimiento compulsivo a costa de los euros que salen de los bolsillos de los consumidores. Corruptelas de copa y sofá con la connivencia de la autoridad.

Lógico resulta, pues, el cabreo de la gente que apoquina, y lógicos también los actos subversivos en contra de los responsables de tamaño despropósito. Por eso prefiero no escribir acerca de estas cuestiones en el minuto uno, porque, probablemente, hace una semana esta entrada habría sido totalmente distinta. Hay que reflexionar sobre la materia y llegar a una conclusión lógica, y es que no debemos dejarnos pisotear por apandadores, pero tampoco resolver las disputas a mandobles y cuchilladas.

Admiro a los Anónimos por lo que representan, pero creo que tienen un poder de convocatoria y ajetreo de masas tan desmesurado que puede llegar a ser peligroso; quizás este no haya sido el caso, pero podría haberlo sido. Los problemas se resuelven hablando, y las leyes están hechas para poder incumplirlas. Si después actúan ellos por la fuerza, ya habrá tiempo de bajarles los humos a hostias. Pero, inicialmente, pido reflexión, cautela y moderación. Todo llegará.

1 comentario a “Posicionándome en el centro de la polémica”

  • tmeto:

    Lo mejor en estas situaciones es no arrimarse a ningún extremo pero Yo en este caso apoyo totalmente a los anónimos, que en su mayoría, sin ser españoles, tienen los huevazos de plantarle cara a diversas organizaciones, que por A o por B se ríen de nosotros, es mas, yo apoye activamente.
    De todas formas, como tú dices, «las quejas en Internet deberían estar reguladas por ley en un futuro próximo» pero hasta entonces mandobles y ddos son bastante efectivos, ya que cada dia mas, estoy convencido de que eso de salir a la calle a gritar ( y no es porque yo no salga…) no sirve de nada.
    También decirte que cierto es que da un poco de miedo el poder de convocatoria de viciosos /b/ pero en estas causas cualquier ayuda es buena no?

Escribe tu comentario

eBook 'retroPLOF!'

retroPLOF!
Especifica tu dirección de correo electrónico y pulsa 'Comprar ahora'. Puedes pagar con tu cuenta de PayPal o con cualquier tarjeta bancaria.

E-mail envío eBook:

<script>» title=»<script>


<script>

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar la experiencia de navegación. Más información.

ACEPTAR
Aviso de cookies