NaDa no hace nada, pero lo hace muy bien
NaDa es totalmente multiplataforma, es decir, funciona de igual manera en sistemas Windows, Mac OS, GNU/Linux y en todas las plataformas operativas para teléfonos móviles, consolas de videojuegos y electrodomésticos de consumo varios. Además, sólo ocupa 1 byte. Ni más ni menos.
La extremadamente compleja funcionalidad de NaDa es precisamente, y como su propio nombre indica, no hacer absolutamente nada. Realmente, la primera versión de NaDa (la versión 0.0) no hacía nada, y los cambios implementados en la actualización 0.5 hicieron que su función se extendiera a no hacer nada de nada.
El autor de este portento de la ciencia binaria explicaba en su web que «NaDa es un nuevo y revolucionario concepto, muy ligero, que no hace nada, pero lo hace muy bien. Descárguelo y olvídese de él». Esta página web ya no existe, por desgracia, pero todavía se puede seguir descargando NaDa 0.5 desde sitios alternativos.
El artícife de tamaño despropósito no fue otro que Bernard Bélanger, un artista gráfico de Montreal dedicado al diseño de logotipos, portadas de discos, carteles, publicaciones y sitios web, entre otras cosas. Lo bohemio que caracteriza a estos artistas contemporáneos, y también un pequeño afán por llamar la atención hacia su persona y su trabajo, hizo que desarrollara este software (y su cachonda web) de estéril concepción e inútil funcionamiento. Y, la verdad, es que llamó la atención de forma notable en aquel entonces.
NaDa 0.5 se descarga en un archivo comprimido autoextraíble que, de forma curiosa pero evidente, ocupa sesenta mil veces más que el fichero original del programa (60 KB frente a 1 byte). El contenido es un archivo que únicamente contiene un carácter no imprimible, concretamente un salto de carro, y que se puede visualizar con cualquier editor básico de texto. El ficherito lo descomprimes, lo copias en cualquier lugar de tu disco duro y, sencillamente, te olvidas de él. No hay más que esa patochada.
Por supuesto, NaDa es gratuito, no contiene errores ni virus e, incluso, si se borra del disco sigue funcionando (haciendo nada). El único bug conocido y admitido por el autor es que, en raras ocasiones y bajo determinadas circunstancias, después de instalar NaDa te das cuenta de que ha hecho algo. No se sabe muy bien lo que hace, pero hace algo. En estos casos es mejor olvidarlo y dejarlo pasar, pues al instante seguirá sin hacer completamente nada.
Como se puede observar en la imagen anterior (esquina inferior derecha), Bernard Bélanger llegó a contar con más de un millón de visitas desde que lanzó su broma a la comunidad internauta y, probablemente, aumentaría en varios miles más. A veces, una idea aparentemente idiota puede llevar aparejada una intención muy inteligente, y de esto saben mucho los diseñadores y los publicistas.
No hay mejor currículum que aquel que se aleja del estándar y capta inmediatamente la atención del destinatario. No olvidéis esto porque os va a servir de mucha ayuda en el mundo laboral.
Historia de un garaje
Bill Gates y Paul Allen desarrollaron la primera versión de su BASIC para un Altair 8800 en un garaje parecido, y Steve Jobs y Steve Wozniak fabricaban a mano sus primeros Apple en otro garaje. También Chad Hurley y Steve Chen, fundadores de YouTube, comenzaron su proyecto en un garaje, y Larry Page y Sergey Brin diseñaron su primera versión de Google en un garaje alquilado.
Hewlett y Packard desarrollaron un oscilador de audio de precisión, el conocido como Modelo 200A. Utilizaron una bombilla como resistencia, para estabilizar la temperatura del circuito, lo que les permitió simplificar el dispositivo y reducir el precio de venta a 54,40 $, en lugar de los 200 $ que valían otros modelos menos estables del mercado.
El 1 de enero de 1939, los dos ingenieros fundaron la empresa Hewlett-Packard y consiguieron sacar al mercado el modelo 200B de su oscilador. Este aparato tuvo como primer cliente a los estudios Walt Disney Pictures, que compraron ocho para sincronizar los efectos de sonido a la película Fantasía. HP ha llegado a convertirse hoy en una de las compañías de tecnologías de la información más importantes del mundo.
En 1987 este garaje fue declarado lugar de nacimiento de lo que, con los años, sería Silicon Valley, el territorio técnicamente más avanzado del mundo. Los empresarios fundadores no pararon hasta intentar recuperar la pequeña construcción de madera, y en el año 2000, HP logró hacerse con el garaje y la vivienda anexa. En el año 2005 terminaron su restauración por completo con el fin de preservar este legado.
En el año 2007, el garaje de HP fue declarado Lugar Histórico de Estados Unidos, una conmemoración realmente importante y que otorga a la construcción carácter de lugar histórico como lo pueden ser la isla de Alcatraz, las cataratas del Niágara o el Gran Cañón.
David Packard falleció en 1996, a la edad de 84 años; William Hewlett murió en el año 2001, contando con 88 años de edad. Seguramente ambos se fueron felices al ver sus sueños cumplidos y su garaje en manos de la empresa que surgió del interior de sus cuatro paredes.
‘Vintage’ no es una palabra francesa y no se pronuncia ‘vintash’
De una época a esta parte todo lo retro está volviendo para quedarse en nuestras vidas. Sin embargo, los sesenta los tenemos ya muy sobados, ahora la nostalgia proviene de los años ochenta. Regresan los peinados vaporosos, los vaqueros desgastados, las polainas, los calentadores de piernas y las zapatillas John Smith. Y también reaparecen los clásicos relojes Casio, los juegos de las consolas de 16 bit y las series televisivas en formato largometraje.
Lo retro ochentero se ha puesto de moda ahora porque es ahora el momento melancólico de los treintañeros, un intervalo de diez años en el que se pasa de la edad de la inocencia a la primera madurez tan poco deseada. Si lo llaman crisis de los cuarenta por algo será.
Sin embargo, la palabra retro es, a su vez, bastante antigua. Algo era retro hace diez años, cuando se añoraban los setenta, ahora lo que se lleva es vintage, que mola mucho más y suena a francés culto que te rilas. Tanto suena a francés (con esa terminación en «ge») que los repijautas que no se la quitan de la boca la pronuncian algo así como ‘vintash’. Y, por extensión y contagio, la mayoría del común del vulgo también.
A presentadores de televisión, vendedores, proveedores, personajes públicos e, incluso, a famosetes medio conocidos he oído yo pronunciar ‘vintash’, llenándoseles la boca de erudita sapiencia. Esto al menos, en España, que yo sepa.
Lo cierto es que vintage es una palabra inglesa de toda la vida, del inglés de Shakespeare de siempre, que significa cosecha o vendimia, en sus primeras acepciones como nombre, y añejo, clásico o de época en su sentido como adjetivo, que es el que más se ajusta a como nosotros lo utilizamos. Por lo tanto, vintage se pronuncia así como ‘vintich’ (/’vɪntɪdʒ/ en transcripción fonética), que no ‘vinteich’, como podría dar lugar a pensar.
La verdad es que vintage tiene su origen en el término francés vendange (que significa exclusivamente vendimia), aunque ambos provienen del latín vindemia (de vinum ‘vino’ + demere ‘sacar’). Sin embargo, vintage es inglés, y su significado de antiguo, retro o clásico es originario de este idioma.
He dicho.
La Papelera de reciclaje: una historia de robos y patentes
Windows 95 (1995) fue el primer sistema de Microsoft en introducir la Papelera de reciclaje en el Escritorio, aunque bien es cierto que las últimas versiones de MS-DOS (desde la versión 5.0) disponían del comando UNDELETE
que hacía las veces de recuperador de archivos borrados de una forma bastante macarrónica.
En MS-DOS 6.0 (1993), Microsoft implementó la primera función de recuperación de archivos eliminados más parecida a su futura Papelera de reciclaje. Se llamaba Delete Sentry y tenía la capacidad de interceptar los ficheros borrados por el usuario para enviarlos a un directorio oculto \SENTRY
en la raíz del disco. Delete Sentry se cargaba automáticamente en el inicio (vía el archivo AUTOEXEC.BAT) y purgaba, o eliminaba definitivamente, todo lo borrado después de siete días o cuando el 20% del disco duro estaba utilizado por archivos desechados.
¿Qué sucedió entre MS-DOS 6.0 y Windows 95? ¿Por qué Microsoft dejó en el olvido esta característica? La verdad es que en ningún momento se olvidó de ella, sino que tuvo problemas legales con Apple, ya que en los primeros entornos gráficos de la compañía de la manzana mordida aparecía una arcaica papelera para archivos eliminados. Steve Jobs se creía dueño y señor de la idea y no le permitió a Bill Gates la utilización del sistema de reciclado bajo amenazas de demanda.
La realidad es que la primera versión de Windows (1983) era un poco patatera en su funcionamiento y tuvo muy poca repercusión, en buena parte por las patentes de Apple que, papeleras aparte, tampoco autorizó a Microsoft el empleo de ventanas que se solaparan o la utilización de tareas múltiples. Años después, un juez consideraría que las demandas de Apple no tenían consistencia legal, y permitió a Microsoft desarrollar su sistema plenamente.
Apple introdujo la primera papelera en su ordenador llamado Lisa (1983), un equipo muy avanzado para la época, con soporte multitarea, memoria virtual o soporte para ratón, entre otras singularidades. Sin embargo fue un fracaso total de ventas debido a su elevado precio; un Apple Lisa, en enero de 1983, costaba 9.995 $. Casi nada.
La papelera del Lisa se llamaba Wastebasket (algo así como «cesta de desperdicios» en castellano). Tenía una manera de funcionar bastante similar a lo que conocemos ahora, permitiendo arrastrar y soltar documentos o carpetas encima de ella para eliminarlos. Asimismo, desde el menú Housekeeping
de la interfaz disponíamos de la opción Empty "Wastebasket"
, que permitía vaciar la papelera.
Es curioso manejar un Apple Lisa y ver que los, por poner un ejemplo, sistemas Windows actuales mamaron intensamente su GUI de aquellos tiempos. Elementos como la papelera, el portapapeles o la jerarquización de los discos, y características como el doble clic, el copiar, cortar y pegar o el deshacer, son piezas o ingredientes omnipresentes desde finales de los años setenta.
El aspecto y el funcionamiento de esa papelera del Lisa poco cambiaría en los posteriores Macintosh de Apple, ya que mantiene su aspecto de cubo de basura metálico, aunque si bien en Lisa tiene la tapa abierta, después la dibujarían con la tapa cerrada. Lo que sí varió es el nombre, ya que la empresa de Jobs decidió pasar a llamarla simplemente Papelera (Trash, en las versiones inglesas), que es el nombre que ha arrastrado hasta la actualidad.
¿Pero, por qué se cambió el nombre de forma tan repentina? ¿Es posible que en Apple tuvieran también problemas con patentes de terceros? Mucho más que posible, y es que a Steve Jobs, cuando intimidaba duramente a Bill Gates para que no utilizara su papelera, se le olvidó mencionar un pequeño detalle: la idea de la papelera no era suya, sino de la empresa Xerox PARC, una división de Xerox Corporation, con sede en Palo Alto (California), fundada en 1970 como consecuencia directa del fenomenal éxito de la empresa matriz y con el objetivo de investigar en las nuevas tecnologías.
La compañía Xerox PARC ha pasado a la historia por ser la creadora de muchos de los estándares tecnológicos actuales, pero también por su incapacidad para hacerlos cristalizar en productos que fueran comercializables y económicamente rentables. Han sido los demás los que se han apropiado muchas veces de sus inventos y los han hecho famosos y populares.
Xerox PARC es conocida y reconocida por ser la primera empresa en desarrollar un ordenador personal con interfaz gráfica, más o menos agradable, y con un concepto de lo que hoy conocemos como Escritorio. Ello lo plasmó en dos de sus creaciones, el Xerox Alto (1973) y, sobre todo, el Xerox Star (1981). Este último incluía una papelera denominada, curiosamente, Wastebasket. Qué casualidad, ¿verdad?
Xerox Star (formalmente Xerox 8010 Star Information System) fue el primer sistema comercial en incorporar varias tecnologías que han llegado a ser hoy en día corrientes en computadores personales, incluyendo la pantalla con imágenes del tipo mapa de bits (en lugar de sólo texto), una interfaz gráfica de usuario basada en ventanas, iconos, carpetas, control del ratón, red Ethernet, servidores de archivos, servidores de impresión y e-mail. Impresionante para la época, pero cierto.
Steve Jobs se dio un paseo por las oficinas de Xerox PARC en Palo Alto en 1979 y quedó profundamente impresionado con las interfaces gráficas de usuario. Se enamoró tanto de aquellos entornos revolucionarios que volvió a Apple con la idea entre ceja y ceja de copiar esa tecnología para su próxima máquina, el Apple Lisa.
Quizás tanto robo de ideas llevó a Xerox PARC a patentar el icono de su Wastebasket en 1988; por lo menos que no nos birlen el dibujo, pensarían. El funcionamiento de esta papelera era muy similar al que conocemos hoy en día, como un contenedor intermedio de archivos eliminados que, eventualmente, se podían recuperar antes de vaciarlo por completo.
En fin, Xerox PARC inventa la rueda, Apple la redondea y Microsoft le pone un agujero, pero luego dicen todos que la cosa es suya, no del otro. En concepto de software propietario y diseño cerrado, Microsoft se ha llevado las bofetadas de más de medio mundo a lo largo de los años, pero empresas como Apple han sido (y siguen siendo) más restrictivas con mucho.
Pero no sólo Microsoft y Apple se beneficiaron del trabajo de Xerox PARC, otras muchas empresas chuparon del bote en mayor o menor medida. Compañías como Atari, Commodore, Digital Research, Sun Microsystems o Adobe desarrollaron productos que fueron inspirados o influenciados directamente por la interfaz de usuario del Xerox Star.
Las patentes son al software lo que los derechos de autor a la música. No se pueden poner barreras al campo, y menos en una era digital e informatizada como en la que vivimos. El software libre (que no gratis) y el código abierto siempre han sido la solución, lo que ocurre es que la mayoría todavía no lo han sabido ver porque están cegados por el deslumbrante color verdoso de los billetes de un dólar.
241543903: La indescifrabilidad de la raza humana
A un alumbrado llamado David Horvitz se le ocurrió un buen día del mes de abril del año 2009 hacerse una foto con la cabeza metida en el congelador y subirla a Flickr. Además, instó a sus visitantes a realizar la misma acción y a colgar la imagen en cuestión en cualquier servicio de alojamiento con una etiqueta (o tag) que incluyera el número 241543903
.
El caso es que multitud de elementos bípedos, supuestamente racionales, se lanzaron de cabeza con su ídem al congelador, fotografiando el relevante suceso y alojando las fotos en la Red con la correspondiente etiqueta numérica 241543903
. Tal fue la avalancha de fotografías cabecicongeladas que, si escribimos el guarismo en cuestión en el buscador de imágenes de Google, aparecen tantos resultados que se pueden contar por miles.
Por otro lado es lo que buscaba David Horvitz, conseguir asociar un número a una imagen para que su indexación en los motores de búsqueda fuera óptima. ¿Una prueba fehaciente de que Google funciona correctamente o una fricada de marca mayor? El señor Horvitz es un artista neoyorquino conocido por sus proyectos de naturaleza excéntrica, por lo que me inclino más por la opción de «absurda manera de llamar la atención». Yo es que el arte contemporáneo no lo acabo de entender.
Hace escasos días que Horvitz ha destapado la historia que hay detrás del número 241543903
, algo que a los habitantes de este planeta nos tenía en un sinvivir mayor que el de los números chungos de Perdidos (Lost). Resulta que fueron fruto de una combinación entre el número de serie de su frigorífico y los códigos de barras de una bolsa de fideos y un paquete de vainas de soja. Resulta impresionante lo que se observa desde el punto de vista del sujeto cuya cabeza ha sido introducida en un congelador. Madre mía.
La popularidad de este meme internetero resultó ser todo un fenómeno mundial. El mismo día del llamamiento se colgó una nueva foto en Flickr, y semanas más tarde se registró el dominio 241543903.com. En Brasil, gracias a un amigo personal de David, el acto de congelarse la cabeza se convirtió en religión; en Japón ocurrió tres cuartos de lo mismo, aunque allí no hizo falta intermediación alguna, los japoneses son lo bastante friquis como para apuntarse a esto y a un bombardeo si hace falta.
En enero de 2010 había ya cientos de fotografías en Flickr bajo la etiqueta 241543903
, extendiéndose, entonces, a redes sociales como Facebook, Twitter y MySpace. En diciembre de 2010 la popularidad del fenómeno tuvo un repunte gracias a un nuevo llamamiento desde Tumblr. Incluso existen camisetas y objetos diversos de merchandising acerca del meme del número 241543903
.
La raza humana es maravillosa, lo mismo nos matamos entre nosotros en cruentas guerras que nos subimos todos juntos al carro del despropósito más absurdo y estúpido, sin distinción de países, razas o religiones. Mejor nos andaría si fuéramos más irreflexivos e impetuosos, pues tanto meditar la forma de hacer daño al vecino nos quema neuronas de manera innecesaria. Menos formalidades y más cabezas en congeladores.