Esteganografía retro para torpes

Ocultando cositas

Ocultando cositas

La esteganografía (del griego steganos, que significa cubierto u oculto, y graphos, que significa escritura) es una disciplina que estudia y aplica técnicas de ocultación de mensajes dentro de otros mensajes o contenedores. Esta materia permite esconder información clasificada o valiosa en el interior de un portador aparentemente inofensivo y de nulo valor. No es criptografía, pero se le parece.

En la antigua Grecia se comenzaron a utilizar técnicas esteganográficas para encubrir mensajes. Una de ellas, que ha llegado a conocerse en la actualidad, suponía el raspado de la cera que cubría una tablilla para escribir el texto en la propia madera. Posteriormente, se recubría de nuevo con cera para ocultar el escrito. El receptor sólo había de eliminar la cera protectora para acceder al mensaje.

Otra técnica helena consistía en el rasurado de la cabeza de esclavos en las que se tatuaba el contenido de la nota importante. Después, sólo se debía esperar a que creciera de nuevo el cabello para enviar al portador al destino del mensaje. Intercepciones en el camino nunca podrían sospechar que aquel esclavo portaba un recado de vital importancia.

Durante la Segunda Guerra Mundial, se usaron diversas técnicas para esconder mensajes. Una de ellas fue la utilización de código morse oculto en las letras de un escrito aparentemente sin importancia. La letras i y j hacían las veces de punto, y las letras t y f de raya. También se descubrieron procedimientos que ocultaban información en frases sencillas, destapando el enigma con sólo agrupar letras concretas de cada palabra. Un ejemplo es el texto siguiente: Apparently neutral’s protest thoroughly discounted and ignored. Isman hard hit. Blockade issue affects pretext for embargo on by products, ejecting suets and vegetable oils (Al parecer, la protesta neutral es completamente favorable e ignorada. Isman afectados. Cuestión de bloqueo afecta pretexto de embargo sobre los productos, expulsando sebo y aceites vegetales). Si tomamos la segunda letra de cada palabra aparece el mensaje: Pershing sails from NYr June i (Pershing parte desde Nueva York el 1 de junio).

La técnica más conocida por el común de los mortales es, sin duda, la de la tinta invisible. Especial mención a la escritura con zumo de limón que todos los niños conocen y que, posteriormente, se desvela aplicando una fuente de calor al documento. El alto contenido en carbono del jugo reacciona apareciendo el mensaje en un tono oscuro.

En la actualidad, la esteganografía se ha vuelto digital. La informática y los ordenadores modernos permiten ocultar, no sólo mensajes, sino ficheros de contenido multimedia completos dentro de otros archivos aparentemente inocuos. Existen multitud de piezas de software que posibilitan el encubrimiento y posterior mostrado de archivos escondidos en portadores inofensivos. Algunos que podemos citar son JPHide/JPSeek, AdaStegano, wbStego o MP3Stego. También disponemos de herramientas preparadas para identificar patrones esteganográficos en ficheros sospechosos de ocultar información oculta, como, por ejemplo, Stegdetect, StegAlyzerSS o Digital Invisible Ink Toolkit.

Pero hoy hablaremos de una técnica binaria más retro y poco conocida y reconocida. Explicaremos, pues, cómo ocultar un archivo dentro de otro haciendo uso simplemente del comando copy de MS-DOS y su parámetro modificador /b. ¿O sea, que esto se ha podido hacer con un ordenador desde hace años? Pues sí, mire usted, no es cosa del presente.

Como todos deberíamos saber ya, el comando copy permite copiar uno o más archivos en otra ubicación a la actual, esto es, crea duplicados exactos de los ficheros especificados en una carpeta o directorio indicado. Su modificador /b (¡qué grandes olvidados, los parámetros modificadores!) hace trabajar a copy en formato binario, esto es, a nivel de bits. Además, el comando copy es capaz de anexar o unir varios archivos en uno solo, y esta capacidad, unida a la copia binaria, es la que utilizaremos para ocultar un archivo dentro de otro. Por una cuestión de funcionalidad que posteriormente explicaremos, vamos a trabajar con un archivo musical en formato MP3 (archivo oculto) y otro de imagen en formato JPEG (archivo portador).

Antes de otra cosa, vamos a hacer una prueba sencilla. En una carpeta en nuestro disco duro generaremos tres archivos de texto plano llamados texto1.txt, texto2.txt y texto3.txt. En cada uno de ellos incluiremos una simple línea que diga «Esto es textoX.txt«, siendo X el número asignado a cada fichero y terminando el renglón con un retorno de carro. El paso siguiente es escribir esta línea de comando en una ventana de consola de MS-DOS:

copy /b texto1.txt + texto2.txt + texto3.txt textofinal.txt

La sintaxis es bien sencilla. Primero el comando (copy), después su parámetro modificador (/b), luego los tres archivos que queremos anexar separados por un símbolo de adición (texto1.txt + texto2.txt + texto3.txt) y, por último, y separando lo anterior por un espacio, el fichero final de salida (textofinal.txt). El resultado es un archivo textofinal.txt que contiene lo incluido en los tres archivos fuente, es decir:

Resultado   
Esto es texto1.txt
Esto es texto2.txt
Esto es texto3.txt

Visto el funcionamiento, pasemos a la acción. Como decíamos, vamos a ocultar un fichero MP3 (audio.mp3) en un fichero JPEG (imagen.jpg), obteniendo como resultado una imagen JPEG con el archivo de audio embebido. El comando que debemos utilizar es el que sigue, siendo imagenfinal.jpg el archivo objeto final:

copy /b imagen.jpg + audio.mp3 imagenfinal.jpg

Ya tenemos una imagen perfectamente visible con un archivo musical oculto en ella. Evidentemente, el tamaño actual de la imagen será la suma de los tamaños de ambos ficheros origen.

Sin embargo, hay un pero (¿por qué siempre tiene que haber un puñetero pero?). Como se ha comentado, copy /b es capaz de anexar dos archivos binarios. Esto significa que irá uno de ellos (el segundo) pegadito al culo del otro (el primero), por lo que el fichero objeto tendrá toda la información de los ficheros de origen, cabeceras de archivo incluidas. Ello supone que, en el caso del ejemplo anterior, lo primero que nos encontraremos será la cabecera del archivo de imagen, por lo que cualquier software de tratamiento digital lo reconocerá como tal. Sin embargo, la cabecera del archivo MP3 no está al inicio del archivo, y eso quiere decir que no todos los programas serán capaces de reproducir el sonido. Windows Media Player, por ejemplo, no lo hace, sin embargo Winamp sí (sólo debemos cambiar la extensión .jpg del archivo por .mp3).

Si hubiéramos anexado los archivos en orden inverso, el audio sería fácilmente reconocido por cualquier software de reproducción, pero con la imagen tendríamos problemas a la hora de visualizarla.

Es la única pega que se le puede sacar a este método, que de por sí no fue inventado como esteganográfico. Bastante hace el bueno de copy, pero no se pueden pedir peras al olmo. Quede para la posteridad como curiosidad vintage del mundo de la esteganografía.

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